Núria Cadenes, premio Proa con una red pirenaica de evasión en la Segunda Guerra Mundial

Autor: Francesc Bombi Vilaseca

La escritora Núria Cadenes (Barcelona, 1970) ha recibido este jueves en un acto en el Museu Tàpies el VII premio Proa de Novel·la, dotado con 40.000 euros, por Qui salva una vida, que la editorial del Grup62 publicará el próximo miércoles, 12 de noviembre.

Según ha explicado la autora, la obra bebe directamente de su historia familiar, pues quien vehicula la narración es mosén Joan Domènech, hermano de su abuela materna, que durante la Segunda Guerra Mundial, siendo párroco de Puigcerdà, organizó con el cura de Dorres, Jean Ginoux, ya en la Cerdanya francesa, “toda una red de evasión efectiva, muy eficaz, muy diversa y absolutamente impensable, por la que conseguían hacer atravesar la frontera a gente de todo tipo y salvaron a centenares de personas, judíos, aviadores aliados y otros perseguidos por el fascismo”, y sin preguntar a nadie por su origen, religión o ideas.

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Cadenes destaca, además, que los que formaban esta estructura “eran personas absolutamente normales y corrientes, gente que no te esperas que haga cosas extraordinarias, pero las hicieron”. Entre los otros personajes hay “un comunista de carnet y su familia, monjas del hospital, maquinistas de tren, un joven que después fue poeta, un estudiante de medicina, gente diferente y normal, que hicieron cosas muy difíciles y bellas sin esperar nada, ni ninguna medalla, ni ningún reconocimiento”.

De los personajes, además de mosén Joan –la autora recuerda que cuando era pequeña intentó que hiciera la primera comunión, pero no lo consiguió y lo aceptó–, también conoció a Rosita, a una mujer que vendía entradas en el cine de Puigcerdà, donde escondía a fugitivos: “Cantaba muy bien y curiosamente el recuerdo que tienen en la Cerdanya es que olía a bombones y le llamaban Betty Boop. Si me lo hubiera inventado, me dirían que me frenara, pero esta mujer existió y se jugó la vida para salvar a desconocidos”. De hecho, el juego entre realidad y ficción es la tónica de buena parte de sus obras, “coger fragmentos de realidad y hacer literatura”, como ya hizo en El banquer (Edicions de 1984, 2013), Guillem (Amsterdam, 2020), Tiberi Cèsar (Proa, 2023) o hace pocos meses en los relatos de En carn i ossos (Ara Llibres). También hay una cierta desconfianza en la autoridad, pues mosén Joan fue luego castigado por la jerarquía.

La autora recuerda que aunque a menudo no lo parezca, “cuando las cosa van mal hay gente que hace lo correcto”

La historia está narrada “con contención, por un narrador omnisciente que toma el tono de cada personaje, con el color de la lengua de la Cerdanya, pero sin ser costumbrista”, contó Cadenes, quien también señaló que la novela, como la red, toma “una forma de hilos entretejidos con otros personajes y acontecimientos del momento, como la destrucción del pueblo de Vallmanya –el 2 de agosto de 1944 soldados de la Werhmacht y colaboracionistas franceses destruyeron el pueblo– o el campo de concentración de Ribesaltes –donde la enfermera Freidel Bohny-Reiter rescató a niños directamente de los trenes que los llevaban a los campos de exterminio–, porque no quería hacer una hagiografía de mi tío abuelo, sino hablar de lo que hace la gente, no tanto de quién son”.

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Núria Cadenes, tras recibir el premio de manos de la consellera Hernández y el presidente del Grup 62, Josep Ramoneda

Miquel Gonzalez / Shooting

En todo caso, la escritora asume que no es una investigación estrictamente propia, “eso ya lo han hecho los historiadores, pero la literatura puede intentar hacer que las vidas de estas personas perduren un poco más, que no se pierda su rastro, porque no nos lo podemos permitir”.

Cadenes también ha recordado por qué después de tantos años con la historia de su tío dentro creyó que le había llegado el momento: “La culpa fue de Carlos Zanón, que en una mesa redonda dijo que literariamente es muy difícil escribir sobre la bondad sin ser naif. Pero la humanidad es así, y también hace cosas buenas por los demás. Yo vengo de València y hace un año lo vimos clarísimamente. En momentos de peligro, la gente se ayuda, y eso también es un mensaje de fondo, es importante que el ejemplo de estas personas perviva, porque hay gente que actúa correctamente ante una catástrofe natural o moral o política o como sea. Cuando las cosas van mal hay gente que hace lo correcto”.

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