Los amantes del RPG tenemos un —bendito— problemón: están saliendo demasiados juegos y es imposible seguirle el ritmo a la industria. Menos en una época en la que las microtransacciones están a la orden del día y en la que el precio promedio de cada lanzamiento oscila entre los 60 y los 80 euros. Sin más, aunque es grato tener que darle vueltas a la cabeza para determinar a qué queremos jugar, resulta imposible mantener este ritmo.
Esto es algo que se sabe desde hace años, pero el lanzamiento de Dragon’s Dogma 2 lo ha evidenciado todavía más. Citando únicamente los RPG desarrollados y distribuidos por grandes corporaciones, en este primer trimestre se han estrenado Like a Dragon: Infinite Wealth, Granblue Fantasy: Relink, Persona 3 Reload, Unicorn Overlord, Final Fantasy VII Rebirth y Dragon’s Dogma 2. Son demasiados en solo tres meses.
¿Nos saturan de videojuegos en 2024?
Sobre todo teniendo en cuenta que no he contado otros grandes lanzamientos enclaustrados en otros géneros y/o títulos que, o bien solo colindan con el RPG, o bien no han llamado tanto la atención, como pueden ser Palworld, Enshrouded, The Thaumaturge o Last Epoch. Ahora bien, no quiero que se malentienda. Creo que tenemos un problema en el sentido de que vivimos en una sociedad de que cada vez consumimos las cosas más rápido.
Véase el ejemplo de Palworld. Hace un mes, aproximadamente, todo el mundo hablaba de él, pero ya nadie se acuerda ni de que existe. Y no lo digo con acritud, sino como fiel reflejo de la realidad. Esto que he dicho de Pocketpair lo podemos adscribir a casi cualquier hit de la industria del videojuego. O incluso con series o películas. El caso que a nosotros nos atañe, en cualquier caso, es un tanto diferente, porque se siente especialmente doloroso en el contexto de los despidos.
Duele que, en el que —por potencial, pues aún quedan muchos por delante— podría ser uno de los mejores años de la historia del videojuego, nos encontremos en uno de más duros en materia de desempleo, reestructuraciones y cierres. Es una de cal y otra de arena, pero en donde lo malo tiende a destacar demasiado. Esta solo otra de las patas de toda esta cuestión, pues todavía hay más.
Aunque es un bendito problema en el sentido de que nos obligan a elegir y, en realidad, podemos clasificarlo como uno de esos contratiempos del primer mundo que en no lo son cuando lo comparamos con agravios de verdad, no deja de ser cierto de que es muy complicado seguirle el ritmo a la industria con estos precios. Y está claro de que hablamos de ocio, y no de una necesidad, pero solo para jugar a los RPG de turno que os he mencionado…
En menos de tres meses, asumiendo que no hayamos gastado nada en ninguna consola, el gasto supera fácilmente los 500-600 euros en función de la edición, el precio de salida, etc. Por supuesto, esperar siempre es una opción, pero las redes sociales son bastante crueles en lo que respecta a los spoilers. Y esto lo digo asumiendo, una vez más, que solo estoy hablando de RPG o juegos que se les acerquen. Si agregamos otros títulos tan interesantes como, por ejemplo, Helldivers 2 (y otros muchos) la cosa va a más.
Por supuesto, esta particularidad siempre ha estado presente y es algo con lo que convivimos gratamente en la mayoría de casos. Dejando fuera de esta ecuación las microtransacciones, es bueno que tengamos muchas opciones para elegir. Sin embargo, hablando con varios conocidos, siempre escucho lo mismo: “Me falta tiempo”. Y no solo porque el trabajo o los estudios nos consuman, sino porque parece que, si no haces un juego gigantesco con al menos 100 horas de contenido, no merece la pena.
Posiblemente, este sea uno de los puntos más importantes. De una u otra forma, parece que ahora es obligatorio hacer que los juegos de rol sean simplemente gigantescos y que ofrezcan decenas, decenas y decenas de horas de contenido. Y si no lo hacen, no son buenos. Obviamente, es una falacia, pero tengo la sensación de que este pensamiento se ha instaurado en no pocos estamentos. Todo esto muchas veces hasta nos (me) genera ansiedad. Sentimos que no podemos llegar a todo y que nos faltan tiempo, dinero, ganas y otros muchos temas.
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