Históricamente relegado por su bajo rendimiento y alta percepción de riesgo, este instrumento financiero empieza a revalorizarse en un contexto marcado por el intento del Gobierno de remonetizar la economía en divisa estadounidense y cumplir las metas de acumulación de reservas acordadas con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
A días del lanzamiento del Plan de Reparación Histórica de los Ahorros de los Argentinos, algunas entidades salieron al mercado con ofertas inusualmente atractivas. El Banco Macro, por ejemplo, promociona su plazo fijo en dólares con una tasa anual de hasta 5,18%, apelando a una frase tan directa como simbólica: “tus dólares no crecen en el colchón, crecen con el plazo fijo”.
El Banco Nación se sumó con una propuesta del 5% anual para quienes operen de forma online, aunque mantiene rendimientos inferiores para quienes acudan a las sucursales (2,25%). Galicia y BBVA también ajustaron al alza, pero con cifras más moderadas: 3,75% anual a 365 días y 2,25% anual, respectivamente.
Este repentino interés por remunerar mejor los depósitos en moneda extranjera tiene varias lecturas. Desde el punto de vista del sistema financiero, la captación de dólares resulta clave para dinamizar el crédito en esa moneda, a partir de que las autoridades económicas abrieron esa posibilidad a todo público y no solo a los sectores exportadores.
La inyección de depósitos provocada por el reciente blanqueo de capitales habilitó un incipiente crecimiento de los préstamos hipotecarios dolarizados, un fenómeno que podría profundizarse si el flujo de fondos se mantiene.
Según Fundación Capital, el ratio de crédito sobre depósitos en dólares todavía ronda el 50%, una cifra baja incluso para estándares regionales.
Mientras tanto, el ahorro fuera del sistema sigue siendo protagonista: según estimaciones oficiales, los argentinos acumulan entre 213.000 y 271.000 millones de dólares en billetes, guardados en cajas fuertes, colchones o bóvedas privadas.
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El gobierno incentiva a los bancos a aumentar las tasas de los plazos fijos en dólares buscando que los billetes ingresen al sistema.
Dólares: riesgos de un esquema insostenible
En ese contexto, el Gobierno busca acelerar medidas para canalizar esos fondos hacia el circuito formal. El Gobierno prometió que esta semana enviará al Congreso el marco legal para los anuncios del ministro de Economía, Luis Caputo, para atraer dólares “del colchón” y transformarlos en instrumentos financieros líquidos y seguros.
Estas estrategias, sumadas al incentivo bancario por ofrecer tasas atractivas, configuran una suerte de campaña de seducción al ahorrista dolarizado.
Sin embargo, la urgencia oficial tiene nombre y fecha: el próximo 13 de junio, el Ejecutivo deberá demostrar ante el FMI que logró acumular reservas netas por al menos 5.000 millones, una meta que, a esta altura, parece lejana. Mayo cierra con casi 1.900 millones negativos, y de 8.500 millones si se descuentan el swap con China que Estados Unidos pretende que Argentina devuelva.
El problema, como alertan diversas consultoras, radica en el propio diseño del esquema cambiario actual, que impide al Banco Central comprar divisas mientras el dólar oficial no baje de los $1.000.
La expectativa es que, con el ingreso de la cosecha gruesa y la menor retención al agro, esa baja se concrete y el BCRA pueda retomar la acumulación. Aparece cada vez más lejana y la única alternativa que encuentra el Gobierno es aspirar el ahorro de los ciudadanos y continuar la toma de deuda mientras el tiempo apremia.
Entre junio y febrero próximo, se deben enfrentar compromisos por 16.000 millones de dólares.
Plazos fijos en dólares ¿inversión o Ponzi?
La estrategia del Gobierno, a la cual los bancos se suman alegremente y el establishment económico aplaude, es a mediano-largo plazo. El Gobierno y los bancos promocionan y adoptan una estrategia que se parece más a un esquema Ponzi que a una actividad financiera legal.
En medio de una restricción externa permanente y una avidez cultural de los argentinos por el dólar como moneda de ahorro, es imposible no preguntarse a mediano plazo de dónde saldrán los dólares para remunerar los plazos fijos con tasas 200 o 300% más altas que las que se pagan en Estados Unidos para los depósitos del mismo tipo.
Allí es donde el instrumento comienza a parecerse a un esquema Ponzi, donde en caso de una crisis de divisas (algo más que probable con esta política económica) solo encontrarán sus dólares los primeros en salir. La razón es tan simple como una sencilla cuenta: Argentina no emite ni imprime dólares, solo los puede obtener de su comercio internacional (es decir, sus exportaciones) o tomando deuda.
Con un agravante: instrumentos que enamoran al Gobierno y algunos inversores como el RIGI están diseñados para profundizar la restricción externa y no para solucionarla.
Más dólares al colchón
Lo cierto es que las apuestas del Gobierno por captar los dólares de los ahorristas, por lo menos en mayo, parecen haber tenido poco éxito, y más bien los ahorristas siguen captando los dólares del Central.
Según los números oficiales, un millón de personas compraron dólares para atesoramiento por un total de 2.048 millones de dólares, marcando el nivel más alto desde 2019. Esta escalada convirtió a la Formación de Activos Externos (FAE) en el principal canal de salida de divisas durante el cuarto mes del año.
El dato representa un salto inédito en relación con los meses anteriores. De acuerdo con el informe Evolución del Mercado de Cambios y Balance Cambiario del Banco Central (BCRA), entre enero de 2024 y marzo de 2025, el promedio mensual de compras de dólares para ahorro por parte de personas humanas había sido de apenas 27,8 millones.
Con datos en mano y un mapa de las medidas que el Gobierno toma y planea, los plazos fijos en dólares, al igual que tomar créditos en dólares, no parecen los instrumentos más seguros, ni para ahorrar ni para endeudarse sin elevar los riesgos considerablemente de que se dispare el monto de la deuda en pesos o los dólares invertidos sean difíciles de recuperar.