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La manera en que son y están decorados los espacios de la casa tiene un impacto en la salud mental

Autor: Rosana Decima

El Tiempo/GDA
La casa, como espacio para ser habitado, ha sido considerada por la humanidad casi como un templo sagrado, un refugio personal que protege, brinda bienestary seguridad.

Encuestas y trabajos en todas partes del mundo han puesto de manifiesto los efectos psicológicos y cognitivos que generan espacios cerrados como la casa y las razones por las que esta ha sido objeto de estudio de diferentes disciplinas durante años. Precisamente, a partir del aislamiento preventivo obligatorio, al que estuvimos expuestos a comienzos del 2020 por la pandemia, se evidenció el impacto de estos en la salud mental.

Lo curioso es que “hasta antes de la pandemia, pocas veces nos deteníamos a pensar cómo la casa incide en nuestro bienestar físico y emocional –precisa Catalina Velásquez, diseñadora de interiores–. La larga etapa de la cuarentena fue clave para aprender a percibir la manera en que afecta o mejora nuestra calidad de vida porque, no hay duda, la forma cómo construimos o remodelamos nuestros espacios y también cómo los decoramos y los objetos que usamos influyen en nuestras actitudes y comportamiento. Nos moldean de alguna manera”.

Algo de vital importancia si consideramos que las personas pasan el 90% del tiempo en lugares cerrados.

Quizá no con mucha frecuencia uno se haya detenido a pensar ¿cómo es su calidad de vida cuando está en casa?, ¿de qué manera su hogar incide en su relación consigo mismo y con los demás?, ¿qué beneficios le aporta?, ¿siente que descansa o es feliz cuando está allí?, ¿qué le cambiaría? o ¿cómo se sintió durante la cuarentena?, ¿le dejó secuelas?

Lo cierto es que con el aislamiento preventivo obligatorio aumentaron las cifras de estrés, ansiedad y depresión a nivel mundial y se incrementó la necesidad de los servicios de salud mental y de apoyo psicosocial. Según la Organización Mundial de% al 70% de la población en la región de las Américas sigue sufriendo depresión y ansiedad. Las mujeres, los jóvenes, las personas de bajos ingresos, con problemas de salud mental preexistentes y los trabajadores de la salud se encuentran entre los grupos más afectados”.

Eso explica porque “generar espacios de bienestar en el hogar es una de las herencias de la pandemia y muchos colegas se están concentrando en esta especialidad –dice Santiago Gil, arquitecto de espacios y presidente de la Asociación Colombiana de Arquitectura Interior (Acai)–. Esto surgió de la creciente necesidad de buscar casas más tranquilas, limpias, armónicas, relajantes, con muy buena iluminación y situaciones acústicas que puedan mejorar nuestra permanencia en ellas”.

Contención emocional

Sí, porque el tamaño y diseño del lugar que se habita y las experiencias sensoriales allí vividas impactan; no solo ocurre en los seres humanos: “Algunos estudios realizados en roedores han demostrado que cuando se exponen al hacinamiento, a ruidos súbitos fuertes o luces brillantes, tienen una respuesta fisiológica al estrés que hace que se active el sistema hipotálamo pituitario suprarrenal, se genere cortisol y se activen otras respuestas como el sistema nervioso autónomo, claro ejemplo de lo que los espacios pueden generar”, explica Angélica María Pino, médica cirujana de la Universidad Pontificia Bolivariana y neuróloga de la Universidad CES de Antioquia.

Las cualidades estéticas de los entornos –naturales o los creados por el hombre– siempre tendrán un gran impacto en el estado psicológico, en la memoria y otras funciones cognitivas de las personas, sostiene la experta. Eso explica por qué construcciones con grandes ventanas que permiten la entrada de luz natural favorecen la concentración y mejoran la productividad y el estado de ánimo.

“Una de las razones es que el cerebro en la oscuridad genera melatonina, que es la hormona del sueño, y si alguien está en un lugar oscuro podría empezar a sentir sueño, cerrar los ojos y prepararse para dormir –explica Pino, máster de Neuroinmunología de la Universidad Autónoma de Barcelona (España)–. En un lugar luminoso, en cambio, se estimularán todas las células receptoras a nivel visual, el cerebro captará más estímulos, no liberará melatonina y la persona estará más despierta, atenta”.

Tras la pandemia, “la necesidad de adaptarse a nuevas formas de trabajar, estudiar y socializar desde casa ha generado una mayor valoración de los espacios personales –dice la neurocoach Blanca Mery Sánchez–. Muchos han invertido tiempo y esfuerzo en mejorar sus hogares, buscando crear ambientes que favorezcan el bienestar emocional como la productividad en el trabajo remoto. Este cambio refleja una mayor conciencia sobre la importancia de cuidar y aprovechar al máximo nuestro entorno doméstico en función de nuestras necesidades emocionales y profesionales”.

Al poner el foco en el hogar, disciplinas como la psicología de espacios, diseño holístico, neuroarquitectura y house coaching tomaron fuerza “porque trabajan con diversas técnicas terapéuticas para crear una conexión positiva con los espacios que habitamos”, dice Sisi Salamanca, coach ontológica y experta en house coaching, creado por la danesa Kirsten Steno.

Vemos que “cada espacio o elemento está ligado a los procesos emocionales que transita una persona, por ejemplo, cuando hay mucho desorden o acumulación de objetos se puede detectar un bloqueo emocional, o se pueden advertir desequilibrios en una relación sentimental cuando se perciben más objetos de una persona en una habitación que está destinada a ser habitada en pareja”, repara.

“Conectar con nuestra casa y cuidarla como ese lugar sagrado donde podemos ser realmente nosotros y que nos contiene cuando nos sentimos tristes, agotados, abrumados” es la misión de Laura Casas, diseñadora de interiores experta en diseño holístico. Con sencillos rituales como ordenar objetos en un espacio, adornarlo con flores, tender la cama todos los días o esparcir esencias en el ambiente demuestra que “nuestra vivienda nos ayuda a subir el estado de ánimo, a renovarnos, a equilibrarnos, a sanarnos y a demostrar cuánto amor propio nos profesamos”.

Redefinir los espacios es otra necesidad. “Por eso, la sala, a diferencia de otras épocas, ya no es exclusiva para las visitas; los dueños de casa aprendieron a apropiarse de ella y a disfrutársela al máximo porque entendieron que la vida es ahora; hay más conciencia respecto a lo que transmiten los colores, texturas, formas y materiales de los muebles”, cuenta Carla Gianella, gerente general de Sierra Muebles Colombia.

Para ella, las tendencias en diseño de mobiliario no solo marcan un estilo, sino que revelan la evolución de nuestra conexión con el entorno. “Creamos diseños que trascienden las modas pasajeras, se prioriza lo atemporal, por eso se fabrican sofás con tonos neutros, líneas puras y aspectos limpios”. Otro aspecto llamativo son las líneas curvas en el mobiliario. “No son por capricho, está demostrado su efecto en nuestras emociones, porque las formas redondeadas de una silla o sillón se sienten más acogedoras, amables, suaves; es como si el mueble nos diera un cálido abrazo”.

La cocina también recobró importancia, dice Tatiana Flórez, gerente de Ambienta Studio. “Con la pandemia aumentó el pedido de cocinas abiertas porque ahora se valora este lugar como un verdadero centro de experiencias y de disfrute. Es el espacio que más nos exige atenta presencia, de lo contrario, se nos quema el arroz; además es donde volvimos a reunirnos en familia”.

La conexión innata entre los humanos y la naturaleza, conocida como biofilia, también se exaltó en los últimos cuatro años, sostiene Gil, arquitecto interiorista aliado de conocimiento en la Feria de Diseño 2024, que se celebrará en Medellín. “Ahora es más usual decorar los espacios interiores con plantas de diversos tamaños en la sala, comedor y balcones, que fueron otro de los lugares que nos dieron un respiro en las largas horas de encierro y que tendrán una relevancia en las futuras construcciones”, asegura.

Pero en busca de la salud mental que pueden estimular los espacios interiores, tampoco hay que irse a los extremos “como llenar la casa de plantas o agrandar la sala para recibir más visitas y no salir –resalta la neuróloga Angélica María Pino–. Somos seres sociales por naturaleza y necesitamos salir a respirar aire fresco, a tejer relaciones, a hacer actividad física, a movernos y a recibir la estimulación cognitiva de los espacios abiertos para tener una vida más armónica y saludable”.

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