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Alba Cabrera
No se sabe muy bien por qué. Pero el hecho es que muchas personas (sean corredoras o no) llaman “maratón” a carreras que no son de la distancia de 42,195 kilómetros (aproximadamente 26.2 millas). Algo curioso y que desconcierta (e incluso a veces llega a indignar) a buena parte de la población runner.
¿Por qué tanta indignación y necesidad de rectificación? Por una cuestión simple: no perder el respeto ni banalizar la distancia reina del atletismo de asfalto, que supone un gran reto tanto físico como mental para el que sí o sí se necesita esfuerzo, preparación y dedicación previa durante meses.
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¿De dónde viene la palabra ‘maratón’?
El origen de la palabra ‘maratón’ proviene de una leyenda. La del mensajero griego Filípides, quien, tras la Batalla de Maratón en 490 a.C., corrió desde una localidad griega llamada Maratón hasta Atenas para anunciar la victoria de dicha batalla.
Según cuenta la leyenda, Filípides, tras anunciar “¡Nenikēka!”, que significa “Hemos vencido!”, se desplomó y murió. Entonces, en los primeros Juegos Olímpicos modernos de 1896 en Atenas, se incluyó una carrera de 40 km, inspirada en la carrera de Filípides. Posteriormente, la distancia oficial de la maratón fue establecida en 42,195 km.
Es por este motivo que, actualmente, la palabra “maratón” se usa para referirse a la carrera de 42,195 km. Pero, es cierto que también está bien expresado al referirse a otras carreras de larga distancia, incluso si no son de esa distancia exacta. ¿Por qué? Porque la palabra “maratón” se asocia con la idea de una carrera larga y exigente, como la que corrió Filípides, y su distancia homologada y oficial hoy en día tardó varios años en fijarse.
Fue durante los Juegos Olímpicos de Londres de 1908. Debido a las exigencias de la Reina Victoria, que quiso que la carrera de maratón comenzara en el Castillo de Windsor y terminara en el estadio olímpico. Entonces, en 1921, la Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo (IAAF) oficializó los 42,195 kilómetros como la distancia oficial del maratón.
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redacción

Si está aceptado, ¿Por qué evitar llamar a carreras que no sean de 42,195 kilómetros ‘maratón?
A diferencia de las carreras de velocidad, en las que el enfoque está en la explosión de energía y su duración de apenas una hora, el maratón exige al corredor moderar su paso para evitar agotarse antes de alcanzar la meta. Pues un corredor popular puede tardar entre 2h y 20 minutos los más rápidos y hasta más de 5 horas y media en completar la distancia reina, a pesar de entrenar habitualmente. Lo que supone un desafío mental y físico que no hay que subestimar y que requiere de meses de preparación previa.
Un maratón no es solo una carrera por un lugar corriendo por dos horas, como un partido de fútbol o baloncesto, una media maratón o carreras de 10K y 5K. Es una prueba que todos los participantes serán puestos a prueba hasta el final. Por este motivo, es más recomendable llamar ‘maratón” únicamente a las carreras que cumplen con la distancia total de 42,195 kilómetros que hacerlo de manera generalizada con todas las carreras de atletismo. De hecho, lo más habitual en el mundo del running es llamar a cada carrera por su distancia.