Que la Vinotinto enfrente a una selección de tronío como la italiana no sería nada novedoso. Ya en el pasado le tocó jugar contra España, una vez en Venezuela y otra del lado allá del océano, porque para entonces Rafael Esquivel, presidente de la Federación Venezolana, llevaba amistad con el presidente de la de aquel país y las cosas fluyeron.
También en los días de José Omar Pastoriza al frente del equipo nacional este enfrentó a Dinamarca, también un equipo altamente valorado en aquel continente.
Ahora, chocar con los italianos tiene un matiz diferente, porque lejos de ser solo un amistoso, un partido “no oficial”, será también el arranque de alistamiento del fútbol criollo para asumir con buenas ganas el Premundial, a partir de septiembre.
Los azules, aunque no viven sus mejores momentos futbolísticos, suelen ser duros como piedras, con sofisticados sistemas defensivos propios de una escuela que no hace concesiones. Se ordenan en la cancha y son maestros en los rápidos contrataques. Será, pues, un partido-didáctica, porque para la selección Vinotinto será un encuentro de aprendizaje y alto riesgo.
Asuntos diferentes se verán, también en marzo, ante la selección de Guatemala, por cierto y junto a la venezolana las dos únicas del continente sin presencia mundialista. Los centroamericanos manejan el fútbol típico de la región, es decir, aquel estilo pausado a veces, con algunos cambios de ritmo para llegar al territorio enemigo a alta velocidad y con depurada capacidad técnica individual, pero siempre con una cadencia y alguna inocencia que no han de extrañar los jugadores de aquí, habituados a esa manera de jugar.
En la firma de estos dos partidos se podrá, con toda intención, seguir de cerca dos conceptos del juego muy bien diferenciados. Vértigo implacable, poder en las marcas y vehemencia en las entradas, ante otro más permisivo y “dulce” como el de los guatemaltecos.
Esta manera de afrontar el Premundial debe ser la correcta, porque no se ha conseguido a Italia por casualidad, sino con los azurri en gira por Estados Unidos; se le ha procurado porque encaja en una etapa de la preparación que hacía falta. Y con Guatemala sucede lo mismo, aunque parezca lo contrario; ese fútbol contrastante con el italiano va a hacer mucha falta, pensando en lo que vendrá.
Y lo que vendrá no será “coser y cantar”, como decían en los viejos tiempos. El abreboca premundialista será Bolivia en La Paz, menuda tarea, porque por lados del altiplano se juegan sus últimas cartas y se alistan como pocas veces para este encuentro.
Además, tendrán la inyección del equipo preolímpico que tan buenas sensaciones dejó hace algunas semanas a su paso por Venezuela. Y como siempre pasa en trayectos así poco importarán los resultados, pero vencer a Italia sería, cómo no, un gran detalle y una magnífica manera de comenzar el año que corre.
Del Caribe a Italia
Pensando en el cercano partido ante Italia, recordamos ahora los tiempos en los que conseguir choques internacionales era una gran dificultad.
Jugar con Colombia era lo más importante, lo más usual, porque tocar las puertas de las selecciones de tronío y que hicieran caso, Brasil, Argentina o Europa, era una quimera (“¿Venezuela, fútbol? Hemos oído que solo juegan al beisbol”).
Los empresarios convencían a la Federación Venezolana de esa dificultad, así fuera fecha Fifa, y no había otro camino que afrontarla con partidos ante Jamaica o Haití, casi siempre con resultados alternos: unas veces se ganaba, otras no tanto.
Hoy, y con la reputación alcanzada por la Vinotinto hay cuando menos curiosidad para enfrentarla y observar a qué juega. Luego de chocar con los italianos posiblemente se consigan otros partidos ante rivales de nombre sonoro.
