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Dejar el MIR de Cardiología para cumplir el sueño de ser médico de familia: “Ha merecido la pena”

Autor: ConSalud.es

Santi Arana Ballestar, como la inmensa mayoría de los aspirantes que participarán, a partir del próximo 5 de abril, en el proceso de adjudicación de plazas MIR, también tuvo dudas. El joven médico navarro se presentó por primera vez al examen en 2022, y obtuvo un número de orden lo suficientemente alto como para poder elegir entre un amplio abanico de especialidades. Al final, aunque “desde muy pronto en la carrera” se había mostrado interesado en la Medicina de Familia, “sobre todo a raíz de las prácticas”, se acabó decantando por Cardiología… pero duró muy poco en la residencia.

“Sabía que renunciaba a las cosas que me gustaban de Familia, pero pensaba que lo que me iba a encontrar lo compensaría. No fue así”, comenta a ConSalud.es. Y vuelta a hacer el MIR para dedicarse a lo que realmente le gustaba. Tampoco le fue nada mal en esta segunda vez. De hecho, obtuvo el número de orden 120, y, esta vez sí, eligió Medicina Familiar y Comunitaria sin pensárselo dos veces, convirtiéndose en el segundo mejor MIR que eligió esta especialidad en 2023. Ahora es R1 en la UDM de AFyC Sector Zaragoza I.

“Era la filosofía de la medicina que a mí me gustaba, la más real, y encontraba a la hospitalaria un poco falta de ese principio”

“Era la filosofía de la medicina que a mí me gustaba, la más real, y encontraba a la hospitalaria un poco falta de ese principio. La verdad es que no me veía en otro sitio”, asegura. Ahora, casi un año después de aquella importante decisión que, como él, deberán tomar los más de 11.700 médicos que superaron la nota de corte del examen MIR de 2024, Santi no se arrepiente de formar parte de una de las especialidades que más dan que hablar en cada convocatoria de Médico Interno Residente: “Fue una decisión muy difícil, pero ha merecido la pena”.

Tampoco se arrepiente Roberto Carlos Fernández, quien, como Santi, está a punto de finalizar su primer año como residente de la Unidad Docente de AFyC de Asturias. En su caso, no fue hasta las prácticas rotatorias de sexto de carrera, en el Centro de Salud Las Vegas, cerca de Avilés, que llegó a la conclusión de que quería dedicar el resto de su vida profesional a la Medicina Familiar y Comunitaria. Antes, se había mostrado interesado por especialidades como Oncología o Neurología. “Hubo una fase, después de los resultados del MIR, que me planteé otras opciones. Son muchos estímulos de gente opinando, y pensé mucho en Hematología, pero al final volví a la idea de origen. Estoy muy contento de la decisión”, apunta a este medio.

Roberto Carlos Fernández

Ambos coinciden en que una de las cosas que más les interesaban antes de comenzar la residencia, y que han podido corroborar una vez dentro de esta, es el “ambiente” de la Atención Primaria, tanto con los pacientes como con el resto de profesionales sanitarios; a pesar de que, en las rotaciones, también tengan que pasar por el hospital. “Los primeros seis meses que he estado en el centro de salud sí que se parecían más a la idea preconcebida que yo tenía en sexto de carrera. Pero, lógicamente, también es necesario pasar por los distintos servicios para completar la formación”, afirma Roberto Carlos. “Además, a nivel personal, la relación con el resto de residentes y con los mayores es muy buena”, añade.

“Ver los centros de salud llenos de buenos profesionales y de mucha gente joven con ilusión y con una forma de trabajar súper competente te hace ver el futuro con buenos ojos”

“Yo siento que estoy en una unidad docente muy potente, y que además cuida muy bien al residente. Y tengo a dos tutoras excepcionales”, opina también Santi, a quien la Medicina de Familia le parece, además, un “reto intelectual muy estimulante”: “Está la parte clínica, en la que tienes que controlar de prácticamente todas las enfermedades. Desde el manejo de los estadíos de la propia enfermedad hasta, en muchos casos, tratamientos definitivos, pasando por saber cuándo se puede confundir con cualquier otra enfermedad, qué pruebas iniciales hay que hacer, diagnóstico diferencial…”. “Pero es que luego también está todo el conocimiento que adquieres de salud pública y de una cosa que a mí me encanta, que es proteger a la población, sobre todo sana, de los excesos de la medicalización. Me parece una especialidad súper variada y con una amplitud de miras insuperable”, insiste el navarro.

Roberto Carlos, por su parte, destaca lo “satisfactorio” que le resulta a nivel personal ver cómo va progresando en las cosas que logra dominar y resolver: “Muchos pacientes te agradecen haberle solucionado algún dolor o preocupación, y al final no dejamos de ser personas, y esas cosas te tocan la sensibilidad interna”. A él, imaginarse el día de mañana en su consulta, con su cupo de pacientes, “haciendo lo que más me gusta de la especialidad”, es lo que le motiva y le hace ver el futuro “con buenos ojos”. “También, el ver los centros de salud llenos de buenos profesionales y de mucha gente joven con ilusión y con una forma de trabajar súper competente. Esto está en buenas formas”, predice.

LA MALA SITUACIÓN DE LA ESPECIALIDAD NO SE PUEDE DEJAR A UN LADO

Claro que también existe el temor por la mala situación que adolece a la especialidad desde hace ya varios años. “Tiene la parte egoístamente buena de que quizá a mi me cueste menos alcanzar esa situación laboral óptima que a las generaciones de años previos. Pero también está la parte mala, que es el no saber hasta dónde va a llegar la sobrecarga asistencial y cómo van a hacer para corregir ese déficit y que la especialidad resulte atractiva para que la gente la elija. Es una especialidad bonita, pero también tiene que ser atractiva a nivel laboral”, teme el residente asturiano, quien pide que se tomen medidas “desde todos los ámbitos”.

“Por ejemplo, en mi universidad, el primer contacto con un centro de salud fue en sexto de carrera. Es difícil que alguien se interese por la especialidad de esa manera”, critica Roberto Carlos, quien también denuncia que el esfuerzo que hacen para llegar hasta donde están no está lo suficientemente recompensado si se compara con otros países de Europa: “Al menos, durante la residencia se tiene esa sensación”. “La parte que menos gusta es ver las condiciones en las que tenemos que hacer las cosas, con elevadísima carga de trabajo y poco apoyo”, le secunda su compañero desde la capital de Aragón.

“Está la parte mala de no saber hasta dónde va a llegar la sobrecarga asistencial y cómo van a hacer para corregir ese déficit y que la especialidad resulte atractiva para que la gente la elija”

“Tenemos que estar encadenados a la mesa viendo pacientes en muy poco tiempo, lo que te impide dar una atención de calidad. Además, parece que en Medicina de Familia no puede haber hueco para la docencia o la investigación”, lamenta Santi. No obstante, como ya han manifestado en reiteradas ocasiones, ambos especialistas en formación se muestran muy contentos con la decisión tomada, y desean que las 2.480 plazas MIR de Medicina de Familia ofertadas este año por Sanidad no se queden sin cubrir, como ya viene ocurriendo en dos convocatorias seguidas.

“Es una especialidad muy estimulante, muy interesante y, sobre todo, que tiene mucho que aportar a la sociedad”, apunta Santi. “A todos los aspirantes MIR que en unos días empezarán a elegir especialidad les digo que, aunque tengan dudas, no lo duden. Les vamos a recibir con los brazos abiertos y les va a encantar. Pero también les pido que vengan con ganas de reivindicar y de protestar para conseguir que tengamos una mejor situación que nos permita aportar lo máximo a la sociedad, que es mucho”, sentencia.

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