El Sábado de Gloria, o Sábado Santo, conmemora la espera de la Resurrección de Jesús. Es un día de silencio y duelo para los católicos alrededor del mundo.
El Sábado de Gloria se celebra el 19 de abril de 2025, marcando la vigilia antes de la Resurrección de Jesús, el hijo de Dios.
Organizado por la Iglesia Católica, este día se conmemora en el Vaticano e iglesias mundiales, formando parte del Triduo Pascual, para recordar la espera entre la muerte y la resurrección de Jesús, según los Evangelios.
Significado del Sábado de Gloria para los católicos
El Sábado de Gloria conmemora el descanso de Jesús en el sepulcro tras su crucifixión, narrada entre el año 30 y 33 d.C. en Jerusalén.
Este día, parte del Triduo Pascual que incluye el Jueves Santo, Viernes Santo y Domingo de Pascua, simboliza la transición de la muerte a la resurrección.
La Iglesia lo observa como un día de silencio y preparación, con la Vigilia Pascual como clímax, establecida desde los primeros siglos del cristianismo.
Origen e ideología
El origen del Sábado de Gloria se remonta a las comunidades cristianas primitivas, que esperaban la resurrección tras la Pascua judía.
El Concilio de Nicea (325) fijó su fecha tras el primer domingo post-luna llena de primavera, variando entre marzo y abril.
Su ideología se centra en la esperanza de la resurrección, reflejada en la bendición del fuego nuevo, el agua bautismal y la proclamación del Aleluia, según el Misal Romano.
Conmemoración del Sábado de Gloria
En el Vaticano, el Sábado de Gloria culmina con la Vigilia Pascual, iniciada a las 19:30 en la Basílica de San Pedro, presidida por el papa Francisco. Sin embargo, este año no estará dirigida por Francisco, por motivos de salud.
Este rito incluye la bendición del fuego nuevo, la preparación del Cirio Pascual, la lectura de las Lecturas de la Salvación y el bautismo de catecúmenos. Durante este día no se celebran misas, ya que es un día de silencio, duelo y vigilia.
El Sábado de Gloria cierra la Cuaresma, un período de 40 días, y precede el Domingo de Pascua, destacando su rol en el ciclo litúrgico.
En otros países del mundo se conmemora de manera similar, respetando el silencio previo a la fiesta de Resurrección de Jesús. Se trata de una oportunidad para reflexionar en familiar sobre la vida, la muerte y lo que nos espera tras dejar este mundo.