Por Nadia Lathan y John Seewer – The Associated Press
Continúa la búsqueda en Texas de las más de 170 personas desaparecidas en las destructivas inundaciones que terminaron con la vida de más de un centenar, pero el alcance total de la catástrofe aún no se ha revelado porque las autoridades locales avisan de que aún podrían encontrarse víctimas entre los enormes montones de escombros que se extienden por millas.
“Sepan que no pararemos hasta que se encuentre a todas las personas desaparecidas y que es muy probable que se añadan más a esa lista”, dijo este martes el gobernador, Greg Abbott.
Abbot aseguró que las autoridades buscan más información sobre las personas que estaban en el Hill Country en el feriado del 4 de julio sin haber estado registradas en un campamento o un hotel.
El número de muertos en el condado de Kerr, donde hasta ahora se han recuperado a la mayoría de las víctimas, aumentó este miércoles a 95 (59 adultos y 36 menores), informaron las autoridades locales en una conferencia de prensa. Además, el sheriff dijo que 161 personas siguen desaparecidas en el condado, entre ellas cinco menores de Camp Mystic y un monitor.
El alcalde de Kerrville, Joe Herring Jr., se mostró conmovido en la rueda de prensa: “Las cifras recientes me rompen el corazón y el de todos los que están aquí, de todos los que han estado trabajando desde el 4 de julio”, dijo visiblemente emocionado.
Por su parte, el sheriff del condado de Kerr, Larry Leitha pidió a los residentes que se abstuvieran de remover grandes montones de escombros sin antes ponerse en contacto con las autoridades.
“Les pedimos que no utilicen maquinaria pesada para retirar esos montones de escombros hasta que hayan sido revisados por un grupo de búsqueda, es posible que haya víctimas allí”, indicó.
Las tierras bajas del condado de Kerr a lo largo del río Guadalupe están llenas de campamentos juveniles y zonas para acampar, incluido Camp Mystic, el longevo recinto de verano cristiano sólo para niñas donde murieron al menos 27 de ellas y otros trabajadores del lugar.
Equipos en lanchas, helicópteros y a caballo, junto con cientos de voluntarios, forman parte de una de las mayores operaciones de búsqueda en la historia de Texas.
Esta crecida repentina es la más mortífera por inundación en el interior de Estados Unidos desde la del cañón Big Thompson, en Colorado, el 31 de julio de 1976, en la que murieron 144 personas, según Bob Henson, meteorólogo de Yale Climate Connections. Aquella inundación atravesó un estrecho cañón repleto de gente durante un fin de semana festivo sobre el centenario de Colorado.
Los funcionarios públicos encargados de localizar a las víctimas se enfrentan a preguntas cada vez más frecuentes sobre quién estaba a cargo de vigilar el tiempo y advertir que las aguas de la inundación se dirigían hacia campamentos y hogares.
Abbott prometió que la búsqueda de víctimas no se detendrá hasta encontrar a todos. También afirmó que el presidente, Donald Trump, se ha comprometido a proporcionar cualquier ayuda que Texas requiera para recuperarse. El mandatario republicano tiene previsto visitar el estado el viernes.
Escenas de devastación en Camp Mystic
Fuera de las cabañas en Camp Mystic donde las niñas habían dormido, mantas y almohadas salpicadas de lodo estaban esparcidas en una colina cubierta de hierba que se inclina hacia el río. Entre los escombros también había maletas rosas, moradas y azules decoradas con calcomanías.
Entre las personas que murieron en el campamento se encontraban una alumna de segundo año a la que le encantaban los brillos y los lazos rosas, una monitora de 19 años a la que le gustaba enseñar a las niñas y la directora del campamento, de 75 años.
Las inundaciones repentinas se produjeron antes del amanecer del viernes, después de que las lluvias torrenciales hicieran descender el agua a toda velocidad por las colinas hasta el río Guadalupe, provocando una crecida de 26 pies en menos de una hora. Algunos menores tuvieron que salir nadando por las ventanas de las cabañas para ponerse a salvo, mientras que otros se agarraban a una cuerda para llegar a terrenos más elevados.
Sólo dos días antes de la inundación, los inspectores de Texas habían aprobado los planes de emergencia del campamento. Sin embargo, los informes de revisión de los últimos cinco años facilitados a la agencia The Associated Press no proporcionan detalles sobre cómo el campamento instruiría a las niñas sobre la evacuación ni sobre las tareas específicas que se asignarían a cada miembro del personal y a cada consejero.
Aunque es difícil atribuir un solo fenómeno meteorológico a la crisis climática, los expertos han dicho que el calentamiento de la atmósfera y los océanos aumenta la probabilidad de tormentas catastróficas.
¿Qué pasó con las advertencias?
Los cuestionamientos aumentaron sobre qué medidas tomaron las autoridades locales, si es que tomaron alguna, para advertir a los campistas y residentes que se encontraban en la pintoresca zona conocida desde hace tiempo por los lugareños como “el callejón de las inundaciones repentinas”.
Los líderes del condado de Kerr, donde los rescatistas han encontrado cerca de 90 cadáveres, señalaron que su primera prioridad es recuperar los cuerpos de las víctimas, no revisar lo que sucedió en los momentos previos a las inundaciones repentinas.
El juez del condado de Kerr, Rob Kelly, el principal funcionario electo del condado, aseveró que el condado no tiene un sistema de alerta.
Generaciones de familias en Hill Country han conocido los peligros. En 1987, una inundación obligó a evacuar un campamento juvenil en la localidad de Comfort y arrasó con autobuses y camionetas. Diez adolescentes murieron.
Los dirigentes locales llevan años hablando de la necesidad de un sistema de alerta. Hace ocho, el condado de Kerr solicitó una subvención de casi un millón de dólares para un sistema de este tipo, pero la Agencia Federal para la Gestión de Emergencias (FEMA, en inglés) rechazó la petición. Los habitantes de la zona se negaron a correr con los gastos, de acuerdo con Kelly.
La recuperación y la limpieza continúan
Los cadáveres de 30 menores se encuentran entre los que se han recuperado en el condado, que alberga el campamento Mystic y otros de verano, informó el sheriff.
La devastación se extendió a lo largo de varios cientos de millas en el centro de Texas, hasta las afueras de la capital, Austin.
Aidan Duncan escapó justo a tiempo tras oír el sonido de un megáfono que instaba a los residentes a evacuar el Riverside RV Park de la localidad de Ingram, en Hill Country.
Todas sus pertenencias –un colchón, cromos deportivos, la jaula de su periquito– están ahora cubiertas de lodo frente a su casa.
“Lo que está pasando ahora me duele”, afirmó el joven de 17 años, “he llorado mucho”.
