El cielo de la Guayana Francesa se ha iluminado esta noche con el cohete Ariane 6, que ha despegado a las 22:02 (hora peninsular) desde el puerto espacial europeo de Kourou. A bordo viajaba el satélite Sentinel-1D, la nueva herramienta del programa europeo Copernicus, destinado a garantizar la observación continua de la Tierra mediante radar.
El Ariane 6 se ha elevado sobre el Atlántico mientras las cámaras de abordo mostraban el ascenso. “Los dos aceleradores laterales hacen casi todo el trabajo. Cada uno contiene 142 toneladas de combustible y los quemamos en poco más de dos minutos: dos toneladas por segundo”, explicó el ingeniero Samuel Rogez, experto en el programa de lanzamiento, durante el vuelo. Treinta y cuatro minutos después, la ESA confirmaba la separación correcta del satélite y su inserción estable en una órbita sincrónica al Sol a 693 kilómetros de altitud. A las 23:22 (hora peninsular) se recibía la primera señal del satélite, lo que confirmaba su comunicación con el centro de control.
Un despegue milimétrico
“El lanzamiento ha sido nominal y todas las etapas se han desarrollado según lo previsto”, comunicó la Agencia Espacial Europea desde su centro de operaciones en Darmstadt (Alemania). Desde allí se supervisan las maniobras iniciales del satélite, en lo que se conoce como fase LEOP (Launch and Early Orbit Phase), una de las más delicadas de cualquier misión espacial y que, según los responsables de la misión, durará tres días.
Durante la retransmisión, el ingeniero David Bibby, responsable de la carga útil de Copernicus Sentinel-1, recordó que la familia Sentinel “ha proporcionado más de 50 millones de gigabytes de datos a más de 600.000 usuarios en todo el mundo”.
Cuando Sentinel-1D esté en pleno funcionamiento, permitirá observaciones que incluirán datos sobre la identidad de buques, su ubicación y la dirección de su travesía
ESA / S. Corvaja
Bibby mostró ejemplos de misiones anteriores, como la cartografía de la deformación del terreno tras el terremoto de Myanmar, o el seguimiento de las inundaciones en Bangladesh, donde los datos de radar permitieron orientar las operaciones de emergencia. “Sentinel-1D continuará ese legado de observación global, radar a radar, y ofrecerá información que nadie puede discutir, esencial para entender el cambio climático y responder ante desastres naturales”, sentenció.
El Ariane 6, lanzador de nueva generación desarrollado por la ESA y ArianeGroup, cumplió la misión sin incidencias. “Ha sido un lanzamiento de manual”, celebró David Cavaillolès, consejero delegado de Arianespace, tras confirmarse la separación del satélite. “Es el séptimo satélite Copernicus que entregamos con éxito. Gracias por la confianza a la Comisión Europea, la ESA y todos nuestros socios”, declaró.
El satélite Copernicus Sentinel-1D encapsulado en su carenado Ariane 6 en el puerto espacial europeo de Kourou
ESA / M. Pédoussaut
Calendario hasta la plena operatividad
Tras los primeros días de operaciones de despliegue y comprobación de sistemas, comenzará una segunda fase de unos diez días de maniobras orbitales. Después de alcanzar la posición definitiva, el satélite iniciará siete ciclos de doce días dedicados a calibrar el radar y verificar la calidad de los datos. “Con la excepción de los días de Navidad, completaremos esa calibración y alrededor de abril entregaremos el satélite a operación”, precisó Ramón Torres Cuesta, director del proyecto Sentinel-1, durante una conferencia días antes del lanzamiento.
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A partir de entonces, Sentinel-1D se integrará con su compañero Sentinel-1C, lanzado en diciembre de 2024, para ofrecer cobertura global de radar cada seis días. Las imágenes de prueba se esperan “en cuestión de semanas”, según la ESA. Estas primeras adquisiciones servirán para validar el comportamiento del instrumento antes de liberar los datos al portal Copernicus, de acceso abierto y gratuito.
Con el Sentinel-1D ya en órbita, Europa asegura la continuidad de más de una década de observación sistemática de la Tierra que demuestra el valor de mantener datos abiertos y accesibles para la comunidad científica y la sociedad.
En una conferencia posterior, Simonetta Cheli, directora de los programas de Observación de la Tierra de la ESA, subrayó la trascendencia de la misión. “Los ciudadanos se beneficiarán de la contribución de esta misión al conocimiento científico de nuestro medio ambiente, al proporcionar datos de radar precisos, fiables y aprovechables sobre los movimientos de nuestras capas de hielo, nuestros ecosistemas forestales, los movimientos del terreno y mucho más.”



