No es algo nuevo cuando decimos que el estrés y la ansiedad se han transformado en la pandemia del siglo XXI. A nivel mundial, cerca de 300 millones de personas sufren o han sufrido este trastorno en algún momento de sus vidas.
Estas cifras, desde luego, son verdaderamente alarmantes. La salud mental está empezando a hacer estragos en gran parte de la población, y actualmente ya se considera uno de los trastornos más frecuentes en nuestro país.
¿De qué depende nuestro bienestar?
Cada vez son más los expertos que comparten y divulgan información a cerca de la salud mental y el bienestar de las personas. En este sentido, llegar a la mayor parte de la población es imprescindible para conseguir dicho propósito.
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Inmaculada de Vivo, profesora de Medicina en Harvard Medical School, es una de ellas. Su objetivo es democratizar el conocimiento para que la gente sepa, precisamente, cuáles son los recursos de salud con los que puede contar.
Para ello, de Vivo explica en su libro ‘Biología de la gentileza. Seis decisiones cotidianas para mejorar la salud, el bienestar y la longevidad‘ las bases para que nuestro estilo de vida, comportamientos y decisiones nos acerquen al bienestar.
Según la profesora, existen ciertos factores que pueden aumentar nuestra calidad de vida, y por consiguiente, retrasar la aparición de determinadas enfermedades. Tal y como señala la autora: “Si eres amable con tu ADN, él lo será contigo”.
Para ella, esa es la principal premisa si lo que queremos es alcanzar el bienestar. Ahora bien, también sabemos que existen otros factores determinantes que pueden influir en todo esto. De hecho, aunque los genes no son modificables, hay zonas del ADN que sí influyen.
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Estas zonas son conocidas como telómeros, unos marcadores biológicos que permiten medir de manera objetiva el impacto del estilo de vida. La experta señala que dichos marcadores serán distintos en la persona, según la edad que tenga.
“A medida que pasa el tiempo, las células envejecen y los telómeros se acortan. Cuando se acortan al máximo esas células viejas mueren en un proceso normal, pese a que hay razones que pueden acelerar el proceso”, señalaba.
Y es aquí donde encontramos el encanto y la magia de su aportación. A pesar de que la longitud de dichos marcadores está condicionada por la herencia genética, también influyen los factores ambientales y sociales.
Por lo tanto, realizar determinados hábitos, como fumar, puede acotar los telómeros, y por consiguiente, acelerar el envejecimiento. En lo que respecta la contaminación atmosférica, esta (a la larga) también podría tener el mismo efecto.
Sin embargo, tal y como comentábamos, los factores ambientales y sociales pueden incidir también en nuestra respuesta hacia el estrés y la ansiedad. Por eso, y aunque nunca nos podamos librar al 100% de ellos, es posible reducirlos.
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Cómo se puede reducir la ansiedad
Uno de los conceptos más interesantes y al cual hace referencia la autora en su libro es ‘la psicología positiva’. Para quien no lo sepa, esta rama de la psicología se centra en las características psicológicas e individuales de las personas, enfatizando los rasgos positivos.
No obstante, de Vivo va más allá y sostiene que la creación de lazos sociales es algo muy beneficioso para el bienestar de las personas. De hecho, considera que la gentileza es precisamente el mejor estímulo evolutivo.
Por lo tanto, según la autora y profesora, el simple gesto de intercambiar una sonrisa ya favorecería los lazos sociales. Practicar comportamientos positivos como la bondad, el optimismo, la empatía o la compasión, en general, serían idóneos para ayudarnos a reducir la ansiedad. Con esta propuesta, de Vivo considera que la gente estaría en mejor disposición de gestionar su propia salud.
