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Modernismo y clericalismo, de nuevo: el caso de la ACDP

Autor: La Esperanza
Presentación de la segunda edición de la Fiesta de la Resurrección en Cibeles/EP.

La ACdP (Asociación Católica de Propagandistas) vuelve a las andadas. En un periódico infelizmente renacido dan cuenta de la segunda edición de «La Fiesta de la Resurrección», organizada por los propagandistas. Aunque me ocupé del asunto el año pasado, no he querido dejar pasar la oportunidad de apuntar algunas reflexiones en torno al desdichado evento.

En línea con el año anterior, se trata de un concierto profano con barniz religioso que trata de embaucar a los jóvenes a un cristianismo aggiornado. Para ello no podía faltar en el acto Hakuna, buque insignia de la mundanización de la fe en jóvenes de ambiente socioeconómico aburguesado y madrileño que expande su radiación al cada vez más débil panorama católico. Además, encontramos otros personajes como el P. Guilherme, sacerdote tristemente famoso como DJ en la Jornada Mundial de la Juventud.  

Se aprecia, primeramente, una concepción naturalista cada vez más asentada, apoyada en el modernismo teológico. El Presidente de la ACdP, Alfonso Bullón de Mendoza, se refería a que se trata de «una fiesta abierta a la que invitamos a todo el mundo, sea o no cristiano, para que compartan nuestra alegría». La conexión con la Resurrección —supuesto tema de la fiesta—  no descansa, pues, en el acto de fe, sino en la alegría humana. Por otro lado, una de las artistas afirma: «siento que la música nos une, que es una oportunidad preciosa porque la música traspasa todas las fronteras, todas las creencias». La creencia, parece desprenderse de sus palabras, es una barrera a superar frente a la unidad como meta indiscutible. Es claro que la unidad de un ente la da su forma en tanto que es principio de ordenación material, pero si para los cristianos la fe es obstáculo para la unidad, se concluye que la unidad que se persigue no es la unidad en Cristo; más bien una concepción fraternal humanista en línea con el pensamiento ilustrado de matriz kantiana. Se trata, en otras palabras, de una reedición de la concepción modernista de la fe como autoconocimiento religioso del individuo, donde el sujeto objeto de conocimiento no es Dios que se revela, sino el hombre que se conoce.

Por otro lado, tampoco debemos llamarnos a engaño. Es más que dudoso que los organizadores y artistas tengan una noción de modernización herética seria. Para ser hereje hay que ser capaz de falsificar los fundamentos de la fe, y en este caso dudo honestamente que ni siquiera se conozcan, por lo que me gustaría centrarme en otro punto de interés. Esta «Fiesta de la Resurrección» se encuentra en la línea de operaciones más incisiva del estamento eclesiástico. Se trata, en otras palabras, de una concepción imbuida de clericalismo, en varios estratos. Primeramente, en las formas, pues los católicos adoptan fórmulas mundanas bautizándolas creyendo que así no serán proscritos en su tiempo; bendición, en este caso, ridícula, pues lo que los jóvenes entienden por «fiesta» dista mucho de música pop con clérigos alrededor. En segundo lugar, se aprecia un clericalismo en el fondo, pues da la sensación de que la Resurrección de Nuestro Señor es más que el fin el medio para congregar a los jóvenes y mostrar ante el mundo la fuerza de los católicos; la realidad, por el contrario, es otra, pues se trata de un despliegue de medios económicos encaminados reivindicar la supervivencia de los católicos, disfrazado con triunfalismos mundanos que ya no engañan a nadie. Y es que el clericalismo no puede ser una táctica más que perdedora, pues se limita a bendecir lo que el mundo ya hacía para reclamar su protagonismo en el estado de cosas, olvidando que los partícipes de las empresas que acaban de bendecir los ven como recién llegados, inexpertos e impostados.

La supervivencia que pretenden camuflar, además, se encuentra cada vez más erosionada, pues se pretende «resistir» a través de la mundanización; algo similar a un ejército que anuncia que resiste en el frente de batalla en sus periódicos porque los desertores siguen vivos en el nuevo bando. Calculo que para la tercera edición la «Fiesta de la Resurrección» convocará a más personas por este camino, lógicamente todavía más descristianizadas. Eso sí, alegres.  

Miguel Quesada/Círculo Hispalense

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