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Los consejos de la medicina natural para mejorar la circulación

Autor: Rosa Guerrero

El sistema circulatorio es el encargado de transportar el oxígeno y los nutrientes a todos los tejidos del organismo, así como de recoger la sangre desoxigenada para llevarla al corazón. También contribuye al mantenimiento de la temperatura de forma estable en todas las partes del cuerpo. Su correcto funcionamiento es esencial para conservar una buena salud.

Más allá de los factores hereditarios, existen hábitos y comportamientos que influyen en el estado del sistema vascular de forma directa. Hay que prestar atención a las primeras señales que indican un deterioro, determinar dónde está el problema y poner remedio antes de que aparezca una patología.

Problemas de circulación: síntomas de alerta 

Los problemas circulatorios pueden provocar multitud de síntomas. Es importante diferenciarlos, pues no es igual padecer una patología arterial que venosa.

  • Los problemas arteriales se manifiestan inicialmente con mareos, fatiga, palpitaciones, náuseas, piel fría, dificultad para respirar… El corazón tiene dificultad para bombear con la presión adecuada la suficiente sangre para satisfacer las necesidades del cuerpo. Ello puede ser debido a un problema del propio corazón o a que las arterias están sucias por acumulación de depósitos grasos (aterosclerosis) o endurecidas (arteriosclerosis).
  • Cuando el problema está en el retorno venoso, es decir, en la sangre transportada de vuelta al corazón después de haber pasado por los capilares e irrigado los tejidos, los primeros síntomas son la aparición de arañas vasculares, pesadez y cansancio en las piernas, hinchazón de tobillos, hormigueos, calambres nocturnos, hemorroides, sensación de calor, picor y formación de varices.
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Alteración de la función vascular

Las causas más frecuentes de los problemas circulatorios son, por una parte, el trastorno de la función contráctil de los vasos sanguíneos y, por otra, el mal estado de las paredes arteriales. La primera está en relación con la actividad del sistema nervioso vegetativo, mientras que la segunda depende del metabolismo y de la formación de placas de ateroma.

Diversos estudios, como uno publicado en Medicina Clínica en 2018, han puesto de manifiesto la influencia de la genética en el riesgo cardiovascular, en especial en aquellas personas que sufren un desequilibrio de la síntesis endógena de las lipoproteínas ApoA1 y ApoB, implicadas en el transporte de las grasas. Esta circunstancia aumenta el riesgo de sufrir un deterioro precoz de la función cardiovascular, pero hay otros factores que tienen más importancia.

  • Toxinas bacterianas. Llegan al torrente circulatorio procedentes de una infección mal resuelta. También pueden ser tóxicas las proteínas procedentes de ciertos alimentos. Estas moléculas provocan una respuesta inflamatoria que deteriora el tejido vascular.
  • Hormonas. La adrenalina tiene especial influencia sobre la presión arterial. También la tienen las hormonas sexuales, lo que explica que los cambios hormonales que se originan durante la menopausia se acompañen muchas veces de hipertensión. Los trastornos de la glándula tiroides, del páncreas, de las suprarrenales y de la hipófisis pueden asimismo afectar al sistema vascular.
  • Tóxicos metabólicos y alimentarios. Los residuos metabólicos que se forman por putrefacción en el intestino a causa del estreñimiento acaban pasando a la sangre, ensuciándola y contribuyendo a la formación de placas de ateroma. Por otra parte, esos desechos provocan acidificación, una situación a la que el organismo responde extrayendo calcio de los huesos para alcalinizar la sangre. En consecuencia, aumenta el riesgo de sufrir osteoporosis y de que el calcio se deposite en las arterias, endureciéndolas y generando arteriosclerosis.
  • Influencia psíquica y nerviosa. A pesar de lo variados y determinantes que pueden ser los factores físicos que provocan alteraciones vasculares, solo cuando no exista estrés emocional se puede iniciar un tratamiento con garantías de éxito. Relajar el sistema nervioso puede ser más eficaz que un fármaco para la hipertensión.
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Los alimentos más recomendables para la circulación

La alimentación es uno de los pilares fundamentales para preservar un buen sistema cardiovascular. Tan importante es evitar los tóxicos que ensucian la sangre como incorporar alimentos que ayuden a fortalecer la pared de los capilares y que limpien el torrente sanguíneo de los productos de desecho. Entre estos alimentos destacamos los siguientes:

  • Betacarotenos. Que no falten en tu dieta las frutas y verduras de color naranja, como las zanahorias, los melocotones o la calabaza. Son precursores de la vitamina A, necesaria para proteger el tejido que reviste el interior de los vasos sanguíneos (endotelio).
  • Ajos y cebollas. Son anticoagulantes naturales. Estimulan la circulación sanguínea y ayudan a disminuir la viscosidad de la sangre. Incorpóralos en ensaladas, cremas y sopas. Son mucho más efectivos si se consumen crudos.
  • Cítricos. Bebe a diario un zumo de pomelo, de limón o de piña. Contienen vitamina C, que mejora la elasticidad vascular, es antioxidante e interviene en la formación de colágeno.
  • Fibra soluble, como la que se halla en la avena, las manzanas y las zanahorias, entre otras frutas y vegetales, forman geles que atrapan las moléculas de colesterol y de glucosa, reduciendo su absorción intestinal.
  • Las frutas que contienen antocianidinas, como arándanos, cerezas, moras, fresas, granadas y uvas negras poseen propiedades antiinflamatorias y antioxidantes que ayudan a reforzar el sistema cardiovascular. Inhiben, además, la liberación de histamina, una sustancia que perjudica la permeabilidad del sistema linfático.
  • Jengibre. Fluidifica la sangre y activa la circulación. Incorpora una rodajita de esta raíz en cremas de verduras, salsas o infusiones.
  • Nueces. Contienen ácidos grasos omega 3 con efecto antiinflamatorio y protector de las paredes celulares. Aportan también vitamina B3, que favorece la circulación y el retorno venoso. Añade a tu dieta un puñado de este delicioso y nutritivo fruto seco.
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Infusiones venotónicas para la circulación

Mezcla a partes iguales una cucharada sopera de rusco (Ruscus aculeatus), vid roja (Vitis vinífera), hamamelis (Hamamelis virginiana), castaño de Indias (Aesculus hippocastanum) y ginkgo biloba (Ginkgo biloba).

Utiliza una cucharada de la mezcla por taza de agua. Hierve dos minutos y deja reposar otros diez antes de filtrar. Toma dos tazas al día en periodos de uno a tres meses. Puedes añadir anís estrellado (Illicium verum) para mejorar el sabor y 10 gotas de extracto de cola de caballo (Equisetum arvense) si tienes retención de líquidos.

Propiedades: Mejora la circulación de retorno, previene la aparición de varices y protege los capilares.

Puedes completar el tratamiento con cremas con aceites esenciales de menta y ciprés, que alivian inmediatamente el dolor y la pesadez de las piernas.

Posturas de yoga para tonificar piernas y activar circulación

hábitos diarios que evitan problemas de circulación

  • Realiza una actividad física con regularidad. Las más indicadas son montar en bicicleta y nadar.
  • Date cada día un masaje con aceite de almendras, especialmente en las piernas.
  • Evita cruzar las piernas cuando te sientes y, cuando puedas, colócalas en alto.
  • No permanezcas sentado o de pie por periodos prolongados.
  • Mover ligeramente las piernas ayuda a que la sangre circule.
  • No uses zapatos de tacón ni demasiado planos.
  • Alterna agua fría y caliente en la ducha y acaba con un chorro frío por tus piernas.
  • Bebe 1,5 litros de agua al día. Cuando se está deshidratado, aunque sea levemente, el cuerpo disminuye la circulación sanguínea.
  • Gestiona los conflictos emocionales y practica alguna actividad relajante como yoga, mindfulness, meditación, etc.

Complementos eficaces para mejorar la circulación

A partir de los 50 años, interesa enriquecer la dieta con algunos complementos que ayudan a mantener el buen estado cardiovascular.

  • Coenzima Q10: Esta sustancia producida por nuestro organismo se encuentra en cada célula, pero su síntesis disminuye con la edad. Destaca su capacidad para reducir la presión arterial, disminuir los niveles de colesterol y mejorar la función del endotelio que recubre el interior de los vasos sanguíneos. No se debe tomar junto con anticoagulantes. Dosis: 100 mg diarios.
  • Colágeno: Existen diversos tipos de colágeno. El de tipo III actúa como sostén de los tejidos que se expanden y contraen, como los músculos, venas y piel. Esta proteína ayuda a crear unos vasos sanguíneos resistentes pero, al mismo tiempo, flexibles, lo que les permite mantener un buen flujo de sangre. Dosis: 10 g diarios.
  • Omega 3: Esta familia incluye ácidos grasos esenciales que el cuerpo no puede sintetizar, por lo que debemos aportárselos a través de la dieta o mediante suplementación. Reducen la formación de placas de ateroma y el riesgo de trombosis, ayudan a resolver los procesos inflamatorios y regulan el índice de coagulación en la sangre. Dosis: 500-1.000 mg de EPA/DHA.
  • Vitamina D3 y vitamina K2: Estas dos vitaminas trabajan en sinergia para garantizar que el calcio se incorpore a los huesos y no se deposite en los vasos sanguíneos. Por lo tanto, contribuyen a evitar las calcificaciones vasculares y de los tejidos, así como el endurecimiento de las arterias. Dosis: 4.000 UI de D3 y 100 mcg de K2.

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