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Durante uno de los momentos finales de “Joker: Folie a Deux”, la anticipada secuela que llegó a los cines este fin de semana, Joaquín Phoenix le ruega a un personaje “por favor, para de cantar.” Resulta bien probable que la mayoría del público haya pensado eso mismo mucho antes de llegar a ese momento en el nuevo filme de Todd Phillips. Sin embargo, el que la película sea un musical y el que el cineasta no haya tenido miedo de experimentar en gran escala, son las cualidades más interesantes y admirables de esta producción. El problema es que esto y el talento monumental en despliegue no logra engranar y la existencia de este ejercicio cinematográfico que quiere mezclar arte, comercio, depresión, violencia y musical.
Resulta curioso que Phillips y su equipo de producción hayan logrado crear un filme de DC que está destinado a dejar a casi nadie satisfecho. Aquellos que vayan al cine por las interpretaciones de Phoenix, que expande y profundiza lo que hizo con la actuación que le ganó el Óscar, y de Lady Gaga no tienen por qué estar defraudados con el trabajo de estos artistas. Pero sí, quedan advertidos que el filme nunca logra crear una narrativa que apoye por completo los esfuerzos de sus actores principales.
La conclusión del arco dramático del personaje titular es particularmente problemático y podría interpretarse como un desperdicio de lo que Joaquin Phoenix ha logrado en este rol. Su interpretación de Arthur Fleck sigue siendo un retrato de la agonía de alguien que apenas tiene energía para luchar por su salud mental. Sin embargo, Phillips claramente está mucho más interesado en dejar claro cuál lugar de este personaje dentro de la mitología del Guasón y su relación con Batman.
Antes de llegar a ese momento, cuando volvemos a ver a Arthur, está encarcelado y esperando por el juicio de los crímenes que cometió en el filme anterior. Durante unas sesiones de terapia, el protagonista conoce a Harleen Quinzel (Lady Gaga) con quien construye una conexión especial que la da la esperanza de volver a luchar y reclamar su identidad como el Guasón.
El concepto musical del filme básicamente emula el mismo que se usa en Chicago. Para escapar de los eventos traumáticos de su vida, Arthur imagina su nuevo romance y el desarrollo de su juicio con números musicales. La comparación con Chicago no le hace ningún favor al trabajo de Phillips detrás de la cámara. Como director, su mejor cualidad es reconocer que todo en su película gira alrededor del talento de Phoenix y Gaga.
Lo otro que merece reconocimiento es tener la ambición de experimentar con formatos que simplemente no cuajan. La mezcla de los elementos que sobresalen con los que simplemente no funcionan resulta es uno de los filmes más pesimistas y arriesgados que ha estrenado un estudio de Hollywood en mucho tiempo. El intento es fácil de admirar, pero la ejecución no deja de ser decepcionante.