El pasado viernes, día 1 de septiembre, se celebró la Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación, puerta de entrada al Tiempo Ecuménico de la Creación que se cerrará el 4 de octubre, fiesta de san Francisco de Asís, patrón de la ecología. Dicha jornada, propuesta por el papa Francisco, tiene como lema ‘Que la justicia y la paz fluyan’. Esta misma semana, el Papa ha anunciado que tiene previsto publicar mañana, lunes 4 de septiembre, una segunda parte de la encíclica ‘Laudato si’, documento sobre el cuidado de la casa común en el que actualiza los últimos problemas medioambientales.
En su mensaje para la jornada, el papa Francisco recordaba la conversión ecológica que «san Juan Pablo II nos instó a realizar: la renovación de nuestra relación con la creación, de modo que no la consideremos ya como un objeto del que aprovecharnos, sino por el contrario, la custodiemos como un don sagrado del Creador. Démonos cuenta, además, que un enfoque integral requiere poner en práctica el respeto ecológico en cuatro direcciones: hacia Dios, hacia nuestros semejantes de hoy y de mañana, hacia toda la naturaleza y hacia nosotros mismos».
Cada diez años, la Asociación Bíblica Española organiza un Congreso Internacional y, en esta ocasión, el hilo conductor ha sido ‘Biblia y Ecología: Nuevas lecturas en un mundo herido’. El sacerdote Emilio López Navas, doctor en Teología Bíblica y profesor de los Centros Teológicos de la diócesis de Málaga, ha participado activamente en dicho congreso, junto a otros dos profesores del mismo centro: Mariela Martínez y Antonio Aguilera. El profesor López Navas profundiza en algunos de los argumentos tratados sobre esta creciente conciencia de la importancia del cuidado de la casa común.
-¿Cómo relacionaron en este congreso la Sagrada Escritura y la ecología?
-Hace años que la Asociación Bíblica Española se planteaba atender esta realidad tan necesaria como es el cuidado de la casa común y ver qué aportación se puede hacer desde los estudios bíblicos. Cada uno de los Papas nos está invitando a centrarnos en el cuidado de la naturaleza, a profundizar en la ecojusticia, a tener en cuenta cómo los problemas ecológicos tienen raíces también en el pecado social… y con este congreso hemos puesto nuestro granito de arena. Hay una tendencia, desde hace unos años, a estudiar la Biblia desde el punto de vista de la ecología.
-¿Es posible hacer una lectura de la Biblia desde la ecología?
-Hay diversas maneras de hacer una lectura ecológica o verde, como queramos, de la Biblia, pero siempre hay que partir de un presupuesto: hay que evitar el riesgo del anacronismo, es decir, los textos de la Biblia, escritos cada uno en su época y por su autor, no tenían la preocupación que nosotros tenemos actualmente por el cuidado de la naturaleza, pero eso no impide que se pueda hacer una lectura, desde esa realidad, de los textos. Evidentemente, no buscando la solución, ni que el profeta Amós nos diga que tenemos que reciclar, sino entendiendo cómo hay una llamada detrás de lo que el profeta, los Salmos o el libro del Génesis nos dicen.
-¿En qué libros de la Sagrada Escritura se han centrado más para esa lectura ecológica?
-Libros como el Génesis o los Salmos se ocupan directamente de la creación pero en casi todos los libros hay alguna referencia a la naturaleza, de una forma u otra; y en todos podemos encontrar esa llamada al cuidado. El papa Francisco, en su primera homilía del pontificado, en la fiesta de san José, nos invitaba a ser custodios de los hermanos y también de la creación, y eso se quedó grabado en mí.
-Su especialidad es el Libro de Tobías, seguro que ya lo tiene trabajado en este sentido.
-Pues efectivamente, ya tengo algo escrito sobre los animales en el libro de Tobías y es muy curioso.
-Un consejo para vivir este tiempo de oración por el cuidado de la creación.
-En primer lugar, aconsejaría disfrutar de la naturaleza. Me considero demasiado urbanita, lo reconozco; pero, cuando voy al campo o me voy de campamento, descubro la maravilla que nos rodea y que tenemos al alcance todos, gracias a Dios. Hoy en día es difícil no poder disfrutar de esa naturaleza. En segundo lugar, que nos demos cuenta de la pequeñez y al mismo tiempo de la grandeza del ser humano. En la naturaleza somos muy pequeños pero, a la vez, Dios nos ha puesto ahí para ser sus mayordomos, para ser los que cuiden la tierra en su nombre. Y por último, que nos abramos a la maravilla del Creador, abrirse a reconocer la inmensa grandeza de aquel que ha querido que nosotros fuésemos el centro de esa riqueza.
