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De adicto a corredor: el running como terapia para superar las drogas

Autor: Matias Camenforte
De adicto a corredor: el running como terapia para superar las drogas
  • Matías Camenforte

“Una vida complicada te abre la puerta al consumo”, dice Xavier Moya, un corredor de Tarragona que conoció el running mientras estaba en un centro de rehabilitación a las adicciones. Hijo de madre soltera y alcohólica, Xavi se enganchó de joven al consumo de drogas.

“A los 16 era el alcohol, a los 25 la cocaína y a los 41 un intento de suicidio”, dice el corredor, que recuerda perfectamente el día que tocó fondo: “Un día me desperté a las 7 de la mañana tras una noche de consumo extremo y vi que había estado intentando colgar una soga para ahorcarme. Fue un motivo determinante para ponerme a reflexionar qué estaba pasando”.

En junio del 2016, con 41 años, ingresó al Instituto Hipócrates, un centro de desintoxicación privado. Allí comenzó a realizar distintas terapias mentales y emocionales y una rutina de recuperación física.

“No me movía desde los 15 años y pesaba 40 kg más que ahora”, cuenta. “En el instituto me hacían correr un poco y hacer bicicleta estática, pero en cuanto se daba vuelta el monitor paraba”.

Su actitud hacia el deporte cambió cuando una de sus terapeutas lo apuntó en una carrera de trail. “Ahí algo me hizo clic”, cuenta, “dije hostia, esto de correr mola”.

Xavi Moya gana la Cursa 4 Termas en categoría M50

En febrero de este año, Xavi Moya ganó la Cursa 4 Termes en categoría M50

Después de 11 meses salió del centro de rehabilitación y volvió a la casa de su madre. Tenía 42 años, estaba desempleado y su entorno social estaba derruido. Debía seguir un horario estricto y solo podía salir para ir a terapia. Entonces el running se convirtió en una vía de escape y autoconocimiento.

“Tenía dos horas pautadas para ir a correr. Y esas dos horas eran mi libertad”, dice.

Desde ese momento, Xavi ha corrido más de 40 carreras entre 10K, medias maratones, maratones y pruebas de trail. Incluso ganó algunas carreras locales. 

En la última edición del Maratón de Barcelona registró una marca de 3 horas 10 minutos. “Deportivamente no es para escribir un libro”, confiesa. El mérito de Xavier está en haber cambiado una vida destruida a nivel personal, emocional y psicológico por una nueva vida plena y feliz de la mano del deporte.

El corredor tarraconense completa la Maratón de Barcelona 2024

Xavi Moya en la meta del Maratón de Barcelona 2024

Al principio, corría solo; para poder recuperarse debió dejar su antiguo grupo de amigos. “Todo mi entorno era tóxico”, recuerda. Pero con el tiempo se fue rodeando de personas con las que compartía la afición de correr. “Me apunté a un club de running en Tarragona. Medio por deporte y medio por socializar. Ahora las dos terceras partes de mis amigos son runners”.

En noviembre del año pasado, Xavi participó junto a su entrenador Jesús Gellida en un desafío de 148 km por etapas en el desierto del Sahara. El reto fue también una oportunidad para poner en marcha una campaña de divulgación sobre la enfermedad de la adicción y recaudar fondos para el tratamiento terapéutico de adictos sin recursos.

Xavi Moya completó un desafío no competitivo de 148 km en el desierto del Sahara

En noviembre del 2023, Xavi Moya completó un desafío no competitivo de 148 km en el desierto del Sahara

Este verano, Xavi intentará superarse a sí mismo en una aventura de 170 km por el desierto de Gobi y las estepas de Mongolia, a la que acudirá completamente solo. “Como adicto en recuperación, la autonomía es un gran paso. Gestionar este viaje solo, atreverme y perder el miedo es muy difícil. Más con 50 años. Es una emancipación, un proceso de madurez muy bonito”, explica.

Unos meses más tarde, en septiembre, participará en el Maratón de Berlín, para el que consiguió dorsal en el sorteo. “Es la 50 edición y yo cumplo 50 años. Y además, sale de la avenida 17 de junio, que es el día que ingresé al centro de rehabilitación”, dice.

Más allá de la marca, Xavi sabe que cada kilómetro lo aleja más de su adicción. “Nunca me puedo olvidar de que soy adicto en recuperación, pero cada día puedo pensarlo un poco menos”, dice, y concluye: “Luego te das cuenta de que tu vida es una pasada de bonita. Ser adicto al final es un regalo, porque te obliga a autoconocerte, a gestionarte, a apartarte de lo que no te interesa, a no prolongar un mal humor, a hablar, a pedir ayuda y a llamar a un amigo. La vida es una maravilla”.

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