- Autor, Cecilia Barría
- Título del autor, BBC News Mundo
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Esta elección presidencial es completamente diferente a las anteriores.
Eso argumenta Colin Woodard, historiador que es considerado uno de los expertos más respetados en el análisis de cómo el pasado colonial de Estados Unidos moldea y explica el presente.
Es distinta, dice, porque los resultados de las elecciones del 5 de noviembre, en las que venció el republicano Donald Trump frente a la demócrata Kamala Harris, no solo definió el nuevo inquilino de la Casa Blanca sino que podría cambiar profundamente el sistema político de Estados Unidos.
Históricamente, los candidatos han representado la visión de dos partidos políticos que defienden un proyecto más conservador versus un proyecto más liberal (republicanos vs demócratas) y se alternan en el poder.
Pero en 2024, “lo que está en juego en esta elección es si Estados Unidos continúa o no con su experimento de democracia liberal”, argumenta el director del Nationhood Lab (Laboratorio de Nacionalidad) de la Universidad de Salve Regina, Estados Unidos.
La tensión por las diferencias políticas y culturales en un país con 330 millones de habitantes repartidos en 50 estados se ha exacerbado en los últimos años. Pero su origen, según Woodard, está en las grandes oleadas colonizadoras, lo que le ha llevado a desarrollar la teoría de que EE.UU. es un país con 11 naciones rivales que compiten.
Se dividen entre aquellas que tienen una tendencia más comunitaria (con mayor influencia entre quienes hoy votan demócrata) o aquellas con una tendencia más individualista-libertaria (que en la actualidad se inclinan por los republicanos).
Por ejemplo, la nación que Woodard llama Nueva Holanda, donde hoy está el área metropolitana de Nueva York, es una región comunitaria que vota tradicionalmente demócrata.
Por otro lado, hay estados como Kentucky o Virginia del Oeste (parte de los Grandes Apalaches) cuyas raíces colonizadoras los llevaron a ser más individualistas y en la actualidad concentran un fuerte voto republicano.
Así también ocurre con estados como Wyoming, Montana, o Colorado, que forman parte de la nación llamada “Lejano Oeste”.
En este mapa puedes ver cómo se distribuyen geográficamente las 11 naciones históricas y su correlación política actual según su tendencia republicana o demócrata.
Y al final de esta entrevista con Colin Woodard puedes encontrar una descripción de las características de cada una de las 11 naciones en la época de la colonización de EE.UU. y su correlación con ejemplos de estados actuales que mantienen esos valores.
(Esta historia fue publicada originalmente el 2 de noviembre -antes de las elecciones- pero su contenido sigue estando vigente).
Los colonizadores europeos venían de tradiciones muy diferentes. Usted plantea que terminaron creando 11 culturas rivales, 11 naciones en Estados Unidos. ¿Cómo se formaron esas naciones?
Había distintos proyectos coloniales que tenían sus propias características religiosas, etnográficas y políticas, como también distintas ideologías e ideas sobre la sociedad y la economía que querían crear.
Tenemos, por ejemplo, a los puritanos que se asentaron en Nueva Inglaterra; los holandeses en lo que ahora conocemos como la ciudad de Nueva York; los aristócratas ingleses; o los dueños de plantaciones de esclavos que llegaron a Charleston y se asentaron en las tierras bajas del sur profundo; y así muchos otros proyectos coloniales totalmente distintos.
Esas sociedades nunca imaginaron que terminarían en un continente creando juntas una nueva federación.
Llegaron holandeses, españoles, franceses, ingleses, que no se llevaban bien, y muchas de las características fundamentales de esos proyectos coloniales permanecen hasta nuestros días.
En esa época la gente se preguntaba qué tipo de mundo debían crear. Se preguntaban cómo sería una buena vida, qué iban a celebrar, cuál sería la relación entre la iglesia y el Estado, o entre la libertad individual y el bien común.
Cada una de estas naciones era distinta. Sin embargo, en la década de 1780 tuvieron que descubrir cómo vivir juntas en una misma federación cuando se vieron amenazadas por la política imperial británica.
Lo que hicieron fue reunirse para mantener a raya esa amenaza. Ganaron, y cuando ganaron se encontraron juntos en esta cosa llamada Estados Unidos.
En los años 1780, 1790, 1830 y posiblemente 1860 no sabían qué era exactamente Estados Unidos.
Según sus tesis, son 11 naciones diferentes, pero si tuviéramos que dividirlas en dos grandes grupos, en dos grandes visiones del experimento estadounidense que querían construir, ¿cuáles serían?
Desde el momento en que Estados Unidos se unió como federación, ese ha sido el debate.
La misión de Estados Unidos establecida en la Declaración de Independencia fue que éramos supuestamente un país dedicado a hacer realidad ciertos derechos inalienables de las personas, como no ser tiranizados, el derecho a buscar la felicidad como ellos la entendían en aquella época, el derecho a sobrevivir y tener acceso a este autogobierno representativo.
Es un experimento, un experimento que busca crear una sociedad donde los humanos puedan ser libres como humanos individuales. Nadie lo había intentado antes. ¿Pero cómo hacerlo?
Siempre ha habido una lucha entre dos grupos. Por un lado, los que quieren maximizar la libertad en términos individualistas, tener menos trabas por parte del gobierno. Esa visión quiere menos gobierno, menos impuestos, menos regulación, y con eso conseguiría más libertad.
Luego surge un contrargumento que busca la creación de un proyecto comunitario, un proyecto para construir una ciudadanía republicana a través de instituciones y normas que hacen posible que los individuos sean libres y permanezcan libres.
El principio es que la gente sea soberana y que desarrolle su potencial, cultivando instituciones de salud pública, escuelas, carreteras que les permitan ser libres.
Porque si no tienes los mecanismos para que cada individuo, desde el momento de su nacimiento, tenga una posibilidad razonable de hacer realidad sus derechos y libertades, no podrá lograrlo.
Lo contrario es una aristocracia donde tus posibilidades de desarrollo como persona están determinadas por la posición social en la que naces.
Ese ha sido un gran debate histórico y las diferentes culturas regionales de nuestro país han tenido actitudes muy diferentes.
Lugares como el Sur Profundo o el Lejano Oeste, hasta cierto punto, creen en la libertad individual por encima de todo.
En cambio, sociedades como las de la costa este son más comunitarias.
Entonces, esa dicotomía entre la libertad individual y la idea de crear un proyecto comunitario siempre ha estado presente en la historia del país
Justo antes de las elecciones de 2016 publiqué un libro sobre la libertad individual y el bien común en el que advertía que, esencialmente, si se va demasiado lejos hacia la libertad individual, o si se va demasiado lejos hacia el bien común, tenemos un problema.
Entonces, tienes que equilibrar esas dos cosas. Las libertades individuales importan, como también importa la construcción del bien común y, por eso, hay que tender al equilibrio.
Pero parece que nos hemos alejado tanto del equilibrio que la gente dejó de creer en el experimento estadounidense.
¿Está eso relacionado con la irrupción de Donald Trump en la escena política y su victoria en las elecciones de 2016?
Por esos años surgió una pregunta que pasó a ocupar un lugar importante en nuestra política y que ahora es central en esta elección: ¿vamos a continuar con el experimento americano?, ¿vamos a seguir siendo una democracia liberal o vamos a convertirnos en un lugar más autoritario y autocrático?
¿Se acabó el experimento o no?
Y eso es lo que ha estado en la papeleta de votación en 2016, en 2020 y ahora en 2024.
Hoy lo vemos cuando Trump está abogando explícita y públicamente por una sociedad que no está comprometida con el experimento estadounidense o los valores de la Declaración de Independencia.
Esa es una proposición muy diferente a lo que hemos visto en la historia, es una proposición que sacude el mapa electoral en comparación con las últimas 20 o 25 elecciones en Estados Unidos.
¿Es eso entonces lo que está sobre la mesa en esta elección, la continuidad o el fin del sistema político estadounidense como lo hemos conocido hasta ahora? ¿Qué está en juego?
Lo que está en juego en estas elecciones es si Estados Unidos continúa o no con su experimento de democracia liberal. Si continúa intentando crear una sociedad libre o si vamos a descender a un lugar más autoritario, peligroso e impredecible.
¿Seguiremos persiguiendo los ideales de la Declaración de Independencia y tratando de lograr una sociedad con mayor libertad, o vamos a caer en el autoritarismo, en el etno-nacionalismo, y convertirnos en un peligro más que en un posible modelo para el mundo?
¿Qué influencia tendrán las 11 naciones en los resultados?
Han tenido una enorme influencia. Lo puedes ver a nivel de los condados en cada elección presidencial y en las elecciones para el Congreso de mitad de periodo. Y este año no será la excepción.
Veremos la postura comunitaria versus la postura libertaria en las diferentes regiones culturales.
Los demócratas suelen conseguir una mayor ventaja en las regiones más comunitarias, mientras que los republicanos ganan en las regiones más orientadas hacia el libertarismo.
Los analistas políticos suelen decir que la diferencia más significativa son los votos entre el campo versus la ciudad…
En todo el mundo, las áreas urbanas y rurales votan de manera diferente. Las áreas rurales tienden a ser más conservadoras porque su economía funciona de una manera distinta a las ciudades y los grandes cambios tienden a ser desagradables.
En cambio, las áreas urbanas se basan en la innovación, las cosas se mueven rápidamente y, por lo tanto, son menos conservadoras. Eso se ve en todo el mundo y también en EE.UU.
La verdadera pregunta aquí es si la división entre campo y ciudad es realmente central en las elecciones. Y la respuesta es que no. Pienso que las culturas regionales tienen más poder que la dinámica rural-urbana en los resultados.
Y a las diferencias políticas que han marcado las 11 naciones, ahora se suman, como usted decía, las diferencias entre la oferta política de Trump y la oferta de Harris.
Ahí es donde volvemos a la cuestión del futuro del país en términos de si queremos un país etno-nacional o uno cívico-nacional.
Yankeedom, por ejemplo, está bastante bien inoculada contra la economía libertaria, desde los primeros puritanos. Ellos tenían un sentido de misión, una creencia en las instituciones y la idea de crear un proyecto conjunto para la sociedad, pero esos valores no constituyen necesariamente una resistencia tan fuerte contra el argumento etno-nacionalista que promueve Trump.
En 2016 Trump ganó porque ofrecía más promesas comunitarias que cualquier otro candidato republicano desde, quizás, el expresidente Dwight Eisenhower en los años 50.
En esas elecciones Trump decía que iba a reemplazar el sistema de salud Obamacare por un sistema de salud más barato y mejor, o prometía que iba a usar el poder del gobierno federal para revertir el colapso manufacturero en todo el centro del país, en el llamado Cinturón del Óxido.
Eran promesas a la escala del “New Deal” [“Nuevo Trato”, o “Nuevo Contrato Social” creado por el presidente Franklin Roosevelt para luchar contra los efectos de la Gran Depresion en los años 30] que requerían, de alguna manera, una intervención del poder federal. Y al final, esencialmente no cumplió con la mayoría de ellas.
Eso le costó en 2020 perder el impulso que había conseguido especialmente en áreas rurales de Yankeedom y Midlands [otras de las 11 naciones].
Perdió el impulso que le habían dado esas grandes promesas comunitarias y no creo que en estas elecciones haya aumentado la creencia de que va a transformar el país como alguna vez lo prometió.
Cómo son cada una de las 11 naciones
1. Yankeedom: comunitaria. Ejemplos de estados actuales: Michigan, Minnesota.
En esta región se diseminó el legado de los puritanos del siglo XVII que creían que Dios les había encomendado la tarea de crear una “sociedad más perfecta” caracterizada por el control local e instituciones sólidas. Se caracteriza por un “crisol de razas”.
2. Nueva Holanda: comunitaria. Ejemplos de estados actuales: Nueva York.
Fundada por colonizadores holandeses, siempre ha tenido los rasgos de la Ámsterdam del siglo XVII: una ciudad-estado con orientación global, con una cultura materialista, multicultural y comercial, comprometida con la tolerancia.
3. Tierras del Centro: inclinación comunitaria. Ejemplos de estados actuales: Iowa, este de Nebraska.
Culturalmente pluralista y fundada por cuáqueros ingleses. La pureza étnica y religiosa nunca ha sido una prioridad. Orientada a la comunidad, pero desconfía de la intervención gubernamental desde las altas esferas.
4. Tidewater: en el pasado era individualista, en la actualidad es comunitaria. Ejemplos de estados actuales: zona este de Virginia, sur de Maryland.
Los hijos menores de familias aristocráticas del siglo XVII intentaron recrear la sociedad señorial semifeudal de la campiña inglesa. Tradicionalmente, esta región era conservadora, pero se transformó drásticamente en los últimos 50 años.
5. Grandes Apalaches: individualista. Ejemplos de estados actuales: Kentucky, Virginia del Oeste.
Fundada por colonos procedentes de Irlanda del Norte, del norte de Inglaterra y de las tierras bajas de Escocia, es una cultura guerrera profundamente comprometida con la soberanía personal y la libertad individual. Desconfía de la autoridad externa.
6. Sur Profundo: individualista. Ejemplos de estados actuales: Carolina del Sur, Misisipi.
Colonizada por esclavistas de Barbados. El gobierno está destinado a servir a la oligarquía. Los líderes políticos buscan la reducción del poder federal, de los impuestos y de las regulaciones para proteger el medio ambiente y la población.
7. El Norte: inclinación comunitaria. Ejemplos de estados actuales: partes del sur de California y Texas.
Es una región alejada del poder del imperio hispanoamericano. Está muy distante de Ciudad de México y de Madrid. Ahora dividida por la frontera entre Estados Unidos y México, es una zona con un ambiente más independiente, autosuficiente, adaptable, y centrada en el trabajo.
8. Costa Oeste: comunitaria. Ejemplos de estados actuales: la Bahía de San Francisco, costa de Washington y Oregon.
Ciudades fundadas por yanquis, es decir, habitantes de Nueva Inglaterra (región del noreste de Estados Unidos), a las que también llegaron granjeros y comerciantes de pieles de los Grandes Apalaches. El utopismo yanqui se fusionó con el énfasis de los Apalaches en la autoexpresión y la exploración individual.
9. Lejano Oeste: inclinación individualista. Ejemplos de estados actuales: Wyoming, Montana, Colorado.
Asentamiento controlado en gran medida por corporaciones o gobiernos a través de la construcción de ferrocarriles, represas, sistemas de irrigación y actividad minera. Fue explotado como una colonia interna, lo que dejó un resentimiento duradero contra la influencia externa y el gobierno federal (que posee gran parte de la tierra).
10. Nueva Francia: en el pasado comunitaria, en la actualidad individualista. Ejemplos de estados actuales: zona francesa de Luisiana (conocida como Cajún).
Los cajunes (o acadianos) que actualmente habitan Nueva Francia son descendientes de los exiliados de la región de Acadia, antiguas colonias en Canadá. Solía ser una cultura igualitaria, realista y basada en el consenso. En los últimos 20 años se ha convertido en una región con las características del “Sur Profundo”.
11. Caribe Español: inclinación comunitaria. Ejemplos de estados actuales: sur de Florida y Puerto Rico.
Es un enclave de una región más amplia en la cuenca del Caribe dominada por la cultura marítima de la España imperial con sede en La Habana
(A las 11 naciones se suma el enclave comunitario de la Gran Polinesia -que incluye Hawái- y se suma la región comunitaria o Primera Nación, que incluye zonas de Canadá, Alaska y Groenlandia).
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