Después de la estimulante prueba que supuso la Suiza de Murat Yakin, México afronta un nuevo escenario ante Turquía en Chapel Hill, North Carolina.
Puede que el equipo dirigido por el italiano Vincenzo Montella no tenga tanta cintura a nivel táctico como Suiza, pero el techo a nivel talento de algunos de sus futbolistas es superior.
Ante la ausencia por lesión de Hakan Çalhanoğlu, mediocentro titular del Inter de Milán subcampeón de Europa, el nombre a remarcar es Arda Güler. Tras maravillar al mundo como falso 9 en aquel electrizante partido ante Austria durante la pasada Eurocopa, donde Turquía alcanzó los cuartos de final, el futbolista del Real Madrid parece haberse asentado como un mediapunta más convencional en un 4-2-3-1.
En fase ofensiva, orbitando en torno a Güler, Turquía es capaz de juntar a tres futbolistas muy complementarios: Kenan Yildiz, jugador de la Juventus, como atacante de banda que parte por izquierda; Oğuz Aydin, del Fenerbahce, como extremo por derecha; y al hiperactivo Kerem Aktürkoglu, del Benfica, un delantero que no guarda posición fija. En la recámara, como otra pieza de reparto que se puede adaptar al resto del elenco, también se asoma Barış Yılmaz, del Galatasaray.
Sin Çalhanoğlu en el centro del campo, Orkun Kökçü, también del Benfica y excompañero de Santiago Gimenez en el Feyenoord, es la pieza con más influencia en los primeros pases. Lo normal es que, como en el último amistoso frente a Estados Unidos, salga acompañado de Ismail Yüksek, del Fenerbahce, en el doble pivote.
En defensa, la otrora ilusionante pareja de centrales titular, conformada por Çağlar Söyüncü, del Fenerbahce, y Merih Demiral, del Al-Ahli, mantiene intacta su jerarquía. Pese a que ambos ya están lejos del nivel que los llevó a jugar hace no mucho en la élite de Europa, Turquía se sigue sosteniendo en ellos.
Con lo visto en la pasada Eurocopa y la Nations League, queda la sensación que el proyecto de Montella al frente de Turquía se ha decantado más por potenciar el talento individual, que no es poco, que por crear un equipo plenamente reconocible, como sí lo hizo con su primera Fiorentina, por recurrir a un ejemplo ilustrativo.
El amistoso ante Turquía supone para México la posibilidad de medirse a una selección menos estable que Suiza, pero con el talento individual suficiente para hacerle pasar un mal rato.
