El pasado día 28 de abril, alrededor de las 12:30 horas de la mañana, España se quedó a oscuras. La electricidad se fue, las telecomunicaciones quedaron fuera de servicio y quienes estaban lejos de sus seres queridos no tenían opción de ponerse en contacto con ellos. Diversas han sido las hipótesis sobre lo que pudo ocurrir, desde un ciberataque hasta un extraño fenómeno meteorológico.
Un apagón eléctrico general que vino precedido de otros incidentes previos, tal y cono reconocía días atrás la vicepresidenta tercera y ministra para la Transición Ecológica, Sara Aagesen. “19 segundos antes hubo una pérdida de generación. Esa ocurrió en el sur de España, y las dos siguientes, ocurrieron en el suroeste de España”, dijo la ministra sobre el incidente.
Una situación que ha puesto a varios países en alerta, ante la posibilidad de que se puede repetir en otros territorios. Sin ir más lejos, Estados Unidos. Diana Furchtgott-Roth, directora del Centro de Energía, Clima y Medio Ambiente, advierte sobre esta posibilidad. En un artículo en The Heritage Foundation destaca el hecho de que “España lleva años incrementando la energía solar, con un récord al cubrir con ella el 80% de la demanda en 21 de abril”. Una semana después, en la fecha del apagón, la solar proporcionó un 59% de la electricidad, por el 22% de la nuclear y el gas y el 12% de la eólica.
De estas energías, y habla de la eólica y la solar concretamente, asegura que son intermitentes, siendo más difícil proporcionar electricidad confiable que con energía “de base”, como el carbón, el gas natural o la energía nuclear. Una situación que traslada a Estados Unidos, haciendo referencia a un estudio de 2024 de la Corporación Norteamericana de Confiabilidad Eléctrica (NERC), una entidad reguladora sin ánimo de lucro.
Este informe, que avisa de riesgos altos y elevados de escasez en gran parte del país entre 2025 y 2029, considera que el suministros eléctrico podría ser insuficiente por la retirada de los generadores de carbón y de gas y por al alta demanda de la tecnología de los centros de datos y la inteligencia artificial.
De acuerdo con The Heritage Foundation, Midcontinent Independent System Operator, que suministra electricidad a 15 estados del país, corre un alto riesgo de sufrir escasez de electricidad en los meses de mayor demanda, tanto en verano como en invierno. El problema, de acuerdo con Diana Furchtgott-Roth, es la inestabilidad de la energía eólica y la solar, que en Estados Unidos están subvencionadas por una orden del anterior presidente, Joe Biden.
“Son el núcleo del problema. El viento y el sol son fuentes de energía efectivamente gratuitas, pero no soplan ni brillan continuamente. La energía continua y densa del gas, el carbón y la energía nuclear es necesaria como respaldo de las renovables. Pero como estas no reciben subvenciones, hay menos incentivos para que las empresas inviertan en ellas”, critica.
Trump, en la línea opuesta
Una ley con la que no casa el actual inquilino de la Casa Blanca, un Donald Trump que en su primer día al frente decretó la emergencia energética nacional. “Vamos a perforar y vamos a exportar la energía de Estados Unidos al mundo. Estados Unidos va a volver a ser un país industrial, y tenemos algo que ningún país tiene, la mayor cantidad de petróleo del mundo”, afirmó Trump en su discurso de investidura.
Y no solo eso. Si no que instó a la Agencia de Protección Ambiental (EPA) a que ponga fin a las normas de la era Biden, que decretaban el cierre de las centrales eléctricas de carbón y las nuevas centrales de gas natural si no eran capaces de eliminar el 90% de las emisiones de CO2. A su vez, pidió al Congreso eliminar millones de dólares en subvenciones a las renovables y créditos para las energías limpias durante la próxima década. Con ello, según el informe del NERC, sería posible evitar estos apagones.
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