Los funerales de Francisco se celebrarán en los próximos días, con la presencia de numerosos fieles y dignatarios. Todos estos actos precederán al cónclave que elegirá al sucesor del papa, fallecido a los 88 años por un ictus.
El papa Francisco fue hospitalizado el 14 de febrero en Roma, inicialmente por una bronquitis que derivó en neumonía bilateral. Estuvo a punto de morir en dos ocasiones, pero sobrevivió y dejó el hospital el 23 de marzo para iniciar un proceso de convalecencia. Pero el papa continuó con sus apariciones públicas, aunque con un aspecto cada vez más frágil.
Ceremonia en la Basílica de San Pedro
El lunes al amanecer, el Vaticano anunció su muerte. El cuerpo del pontífice argentino fue velado el lunes por la noche en la capilla de la residencia de Santa Marta, y será expuesto a partir del miércoles en la Basílica de San Pedro. Se colocará en un féretro abierto para que los fieles puedan despedirse de él.
No se ha fijado todavía la fecha pero, en virtud de las últimas disposiciones adoptadas por Francisco para el fallecimiento de un papa, el funeral debe celebrarse entre el viernes y el domingo. El martes hay una primera reunión de los cardenales presentes en Roma para decidir el día de las exequias.
La ceremonia se celebrará en la Basílica de San Pedro, pero el entierro tendrá lugar en la basílica de Santa María la Mayor en Roma en línea con sus últimas voluntades. Los funerales de un papa son generalmente un evento planetario en el que participan numerosos dignatarios extranjeros para rendir homenaje al líder espiritual de 1.400 millones de católicos. Los presidentes estadounidense, Donald Trump, y brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, han sido de los primeros en anunciar su presencia.
Votación del próximo papa
La fecha del cónclave, en el que 135 cardenales electores designarán al sucesor de Francisco, tampoco está fijada. Pero, en virtud de las mismas disposiciones que regulan los funerales, esta reunión tiene que empezar entre el 15º y el 20º día después de su deceso, es decir, entre el 5 y el 10 de mayo.
Los cardenales se reunirán en la Capilla Sixtina y procederán cuatro votaciones diarias, dos en la mañana y dos en la tarde. Las papeletas con los votos y las notas tomadas por los cardenales son seguidamente destruidas, quemadas en una estufa por el camarlengo, el cardenal que asume el cargo papal interinamente.
La chimenea, que los fieles pueden ver desde la plaza de San Pedro, expulsa una fumata negra si todavía no hay ningún elegido. Por el contrario, una fumata blanca conseguida con productos químicos anuncia al mundo que “habemus papam”. Después de tres días sin resultados, las reuniones se interrumpen para una jornada de oración, seguida por nuevas rondas de votación hasta la elección final.
MS (afp/efe)
