Al padre de Máxima, Jorge Horacio Zorreguieta, no se le permitió asistir a la boda de su hija por su controvertido papel durante la dictadura argentina. Fue Ministro de Agricultura del Presidente Jorge Rafael Videla, responsable de la desaparición de 30.000 personas entre 1976 y 1981. ¿Qué opina de la forma en que la serie aborda esta parte de la historia de su país?
Creo que es muy importante hablar de ello. Estoy muy agradecido de que el mundo sepa lo que pasó en Argentina durante ese periodo. El deber de recordar es la única manera de evitar que la gente olvide la historia y la repita. Muchas personas fueron asesinadas o desaparecieron. Se me pone la carne de gallina sólo de pensarlo.
Las familias reales suelen estar en el centro de dramas de éxito como The Crown. ¿Cómo explica este interés?
Es extraño, porque la monarquía es algo muy lejano en mi mente. Probablemente hay un proceso de idealización que tiene lugar en la mente del público. Al fin y al cabo, nadie conoce los detalles de su vida íntima, lo que refuerza la fascinación. La prensa difunde rumores sobre sus supuestas aventuras, olvidando que ante todo son seres humanos. Como actriz, quiero mostrar su sufrimiento, sus lágrimas, su alegría y sus luchas. Ir más allá de las fantasías.
Como Máxima, ¿también experimentó el choque cultural durante el rodaje?
Fue muy difícil. En Holanda, todo el mundo habla perfectamente inglés, pero todo está escrito en neerlandés. Cuando compraba pescado en el supermercado, no sabía si era bacalao, delfín o tiburón. Todo el mundo se movía en bicicleta, aunque yo lo había hecho dos veces al año. Y luego estaban las pequeñas cosas cotidianas, como cenar a las 6 de la tarde. Me encontré haciendo una segunda comida a las 11 de la noche, comiendo las sobras. No son meros detalles, porque mi cultura argentina y mis hábitos forjan mi identidad.
¿Qué fue lo más difícil?
Adaptarse a una nueva forma de trabajar, a un proyecto diferente, a un ritmo diferente. Interpretar a Máxima significaba dejar atrás una parte de mí misma. Estaba lejos de mi familia y tenía que hablar tres idiomas en la serie. Hubo mucha preparación previa para dominar el neerlandés en particular. Tuve que aprenderme los textos de memoria para poder reproducir bien los sonidos. Después rodamos en muchos países: España, Nueva York, Países Bajos y Bélgica. A veces me despertaba en mitad de la noche sin saber dónde había dormido, dónde estaba el baño o cómo se abría la puerta. Es duro para el cuerpo, sobre todo para una mujer: sufrimos cambios hormonales constantemente. Así que tenemos que lidiar con ello, y también aceptar nuestras limitaciones.
¿Está prevista una segunda temporada?
Aún no tenemos luz verde oficial, pero cruzo los dedos para que la serie se renueve.
