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Qué dice la ciencia sobre la relación entre el consumo de Internet y la felicidad

Autor: CuidatePlus

Bienestar

Fact Checked

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Las personas que pasan mucho tiempo en Internet muestran niveles de bienestar inferiores que aquellas que no están tanto tiempo conectadas a la red. Hablamos con un psicólogo para conocer por qué se da esta relación y cómo actuar para evitar esa pérdida de bienestar.

Actualizado a: Miércoles, 24 Julio, 2024 00:00:00 CEST

Collage de dos manos cogiendo dos teléfonos móviles La relación negativa entre el consumo de internet y percepción de bienestar es aún más estrecha entre quienes más horas pasan utilizando la red. (Foto: Shutterstock)

Las personas que pasan mucho tiempo en Internet muestran niveles de bienestar inferiores que aquellas que no están tanto tiempo conectadas a la red, según concluye una investigación liderada por la Universidad de Oviedo. El estudio, realizado por las profesoras de la Universidad de Oviedo Ana Suárez Álvarez y María R. Vicente y publicado en la revista Applied Research in Quality of Life, de máximo impacto en su área del conocimiento, da respuesta a dos preguntas. La primera, ¿cómo influyen las características socioeconómicas y sociodemográficas de las personas en la intensidad de uso de internet? Y, la segunda y más novedosa, ¿cuál es el impacto de la intensidad de uso de internet en el bienestar subjetivo de las personas?

Sobre la segunda cuestión, “nuestros análisis nos permiten concluir que existe una relación negativa y significativa entre pasar tiempo en internet y el bienestar de las personas”, comenta la investigadora María R. Vicente. “Una vez controlado por las características socioeconómicas, las personas que pasan mucho tiempo en internet muestran niveles de felicidad o bienestar inferiores que aquellas que no están tanto tiempo online”, destaca.

Y, de hecho, la relación negativa entre el consumo de internet y percepción de bienestar es aún más estrecha entre quienes más horas pasan utilizando la red, indica Ana Suárez. Para tener información sobre el peso de esta variable en concreto, las investigadoras diseñaron el estudio con preguntas que permitían aislar otras variables, como edad, renta económica o estado civil, entre otras.

El trabajo, que tenía como objetivo examinar en profundidad el tiempo de uso de Internet, sus determinantes socioeconómicos y sus efectos sobre el bienestar de las personas, se llevó a cabo tomando como base datos de la Encuesta Social Europea (ESS). En concreto, las profesoras de la Universidad de Oviedo analizaron respuestas proporcionadas por más de 70.000 personas de 21 países europeos durante el período desde 2016 hasta 2022. 

Pérdida de reforzadores

A la hora de interpretar los resultados obtenidos, el psicólogo Luis Miguel Real explica que la relación encontrada tiene más que ver con “la pérdida de reforzadores” que conlleva el dedicar muchas horas al día a la utilización de Internet, más que por efecto de su uso.

“Quien pasa muchas horas utilizando Internet no va a tener tiempo para realizar ejercicio físico o pasar tiempo cara a cara con otras personas y esto es lo que acaba repercutiendo en su nivel de bienestar. No es porque Internet o el uso de redes sociales por sí mismo provoque un daño en el cerebro”, explica Luis Miguel Real.
Según este psicólogo los estudios realizados en los últimos años “no han encontrado una mayor incidencia de problemas psicológicos vinculados al uso de Internet aunque sí es verdad que en personas que ya tengan un problema psicológico previo pueden desarrollar un patrón de uso de redes sociales más nocivo pero no porque Internet lo haya causado”.

Grupo de personas mirando sus teléfonos móviles

En términos generales, el estudio liderado por la Universidad de Oviedo indica que quienes sufren apuros económicos o financieros, problemas de salud o discapacidad son menos felices y tienen una vida social menos activa, como cabría imaginar. Por el contrario, aquellos que viven en pareja, en ciudades pequeñas o en entornos rurales, así como los mayores de 60 años, muestran mayores niveles de bienestar y de socialización, a excepción de quienes viven en pareja, con una vida social más reducida, explica Ana Suárez. 

“Cuando ponemos el foco en los efectos de Internet, los encuestados que hacen un uso más intensivo también experimentan menores niveles de satisfacción vital y felicidad y menos encuentros presenciales con amigos, familiares o compañeros. Sin embargo, y esto es interesante, afirman contar con más personas para hablar de asuntos íntimos y participar más a menudo en actividades sociales en comparación con individuos de su misma edad. Eso sugiere un efecto de sustitución de las interacciones presenciales por las virtuales”, explica esta investigadora.

Pautas para evitar que el uso de Internet disminuya el nivel de bienestar

La clave entonces para evitar que el uso de internet repercuta en los niveles de bienestar es asegurar la disposición de tiempo para realizar actividades como práctica de deporte o de actividad física, leer, escuchar música y pasar tiempo con familiares o amigos en contacto físico, señala este psicólogo, es decir, realizar actividades que sí se ha visto que tienen una relación positiva con la percepción de felicidad.

En relación con la otra pregunta que se planteaba en el estudio, “los resultados que hemos obtenido muestran que los grupos tradicionalmente desfavorecidos tanto offline como online –personas mayores, con discapacidad, en situación de desempleo o con un nivel educativo bajo– presentan un menor uso de internet”, destaca la investigadora Ana Suárez. Este hallazgo confirma lo que ya se sabía sobre la brecha digital publicado en otros estudios

Las investigadoras Ana Suárez y María R. Vicente recuerdan que el profundo impacto de Internet en la sociedad, la comunicación y la economía mundial es innegable, y que en general en los estudios sobre la adopción de Internet y la frecuencia de uso se ha prestado poca atención a la intensidad de uso, medida por el tiempo que se pasa en línea. “En países muy desarrollados como los europeos, salvar la brecha de acceso es hoy menos relevante, ya que casi todo el mundo tiene acceso a Internet”, subrayan. En su lugar, “la atención debe centrarse en el análisis de la intensidad de su uso para descubrir nuevas disparidades digitales entre los distintos grupos sociodemográficos y comprender así las posibles repercusiones en el bienestar subjetivo de las personas”, concluyen.

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