NUEVA YORK.— En la terminal del aeropuerto, hay dos bocaditos en su empaque que pueden atraer a los viajeros que se apresuran a llegar a tiempo a sus vuelos: el primero es una barra de chocolate, cubierta de chocolate y caramelo; el segundo, también es una barra cubierta de chocolate y caramelo, pero dice ser “rica en proteínas”.
Si alguna vez esa promesa de proteínas ha influido en tu compra, es posible que te haya convencido el “halo de salud”. El término se refiere a un fenómeno por el que la gente puede tener la percepción de que un producto alimenticio (o bebida o suplemento) es saludable basándose en una sola afirmación, aunque el alimento no sea tan inofensivo en realidad.
El “halo de salud” se inspira en el “efecto halo”, percibir a alguien o algo de forma globalmente positiva basándose en un solo rasgo (un ejemplo muy recurrente: suponer que una persona físicamente atractiva también es amable).
Una sola afirmación (como “bajo en calorías” u “orgánico”) en un envase, o un ingrediente en letras grandes que suene nutritivo, pueden hacer el trabajo pesado de una marca de alimentos. Puede que la afirmación sea cierta, pero eso no significa que el producto es sano: por ejemplo, el contenido de azúcar de una barrita de proteínas puede ser parecido al de un chocolate con relleno. Aun así, el halo ha proyectado un resplandor de bondad sobre el mercado norteamericano de barritas proteicas, que, según una estimación, podría crecer hasta superar los 11.000 millones de dólares en 2030.
La Administración de Alimentos y Medicamentos tiene algunas normas relacionadas con el etiquetado de los alimentos. La agencia revisará la afirmación de que, por ejemplo, una barra de chocolate negro puede reducir la tensión arterial. Pero los fabricantes de alimentos pueden persuadir a los compradores con guiños e insinuaciones.
Y los fabricantes llevan tiempo guiñando el ojo, porque las investigaciones sugieren que funciona. Por ejemplo, un estudio de 2016 descubrió que era más probable que la gente pensara que las bolsas de papas fritas eran más sanas, y las comprara, cuando estaban “fortificadas con vitaminas”, incluso cuando eran peores decisiones dietéticas.
“Si el marketing está bien hecho, pasa por debajo del radar del pensamiento crítico”, dijo Marion Nestle, profesora emérita de nutrición y estudios alimentarios de la Universidad de Nueva York. “Si estás en un supermercado y tiene vitaminas, no tiene OGM, es ecológico, sin edulcorantes artificiales, sin azúcar añadida, todo eso tiene el mismo tipo de efecto: inconsciente, subliminal, emocional”.
Pero algunos consumidores cuestionan las afirmaciones: el año pasado, tres demandantes interpusieron una demanda colectiva contra PepsiCo, argumentando que había creado un “halo de salud engañoso” en torno a sus barritas proteicas Gatorade, entre otras cosas, al comercializarlas como herramientas respaldadas por la ciencia para “ayudar a los músculos a reconstruirse”. Un juez federal dictaminó en agosto que la demanda contra PepsiCo sí procedía.
Muchas decisiones sobre qué comer se reducen a compras impulsivas, y a menudo se toman entre la bruma del halo de la salud.
Por Dani Blum
Conforme a los criterios de