El panorama migratorio en Estados Unidos ha cambiado drásticamente a lo largo de los años, con variaciones significativas en los países de origen de los inmigrantes y en las regiones donde se establecen. Un informe exhaustivo del Pew Research Center reveló cómo estas dinámicas se han desarrollado históricamente y cuál es la situación actual.
Desde mediados del siglo XIX, EE.UU. ha sido un destino clave para migrantes de todo el mundo. Durante el primer gran periodo migratorio (1840-1889), más de 14 millones de personas llegaron a ese país, principalmente desde Europa del Norte y del Oeste, con Alemania, Irlanda y el Reino Unido representando el 70% de estos extranjeros, según señala el estudio. Este patrón continuó en la siguiente gran ola (1890-1919), aunque con una creciente presencia de inmigrantes de Europa del Este y del Sur, como Italia, Austria-Hungría, Rusia y Polonia.
En la primera mitad del siglo XX, las guerras marcaron el ritmo de la migración hacia Estados Unidos, país que continuó recibiendo a personas oriundas, principalmente, de las naciones afectadas por los conflictos bélicos. Años más tarde, la promulgación de la Ley de Inmigración y Nacionalidad de 1965 marcó un punto de inflexión en este sentido, dado que eliminó las cuotas nacionales que favorecían a Europa del Norte y del Oeste, lo que impulsó una mayor diversidad en los orígenes de los inmigrantes.
Desde entonces, la inmigración desde América Latina y Asia ha aumentado considerablemente. Entre 1965 y 2015, llegaron a EE.UU. casi 59 millones de inmigrantes, con un impacto significativo en la demografía de ese país. En 2022, fecha tope de los datos recabados por el estudio, había 46,1 millones de inmigrantes en EE.UU., es decir, un 13,8% de la población.
En 2022, los patrones migratorios muestran una notable diversidad. México se mantenía como el país de origen más común para los inmigrantes en 29 estados, mientras que India ocupaba este lugar en seis estados. Además, por primera vez, extranjeros de países como Etiopía, Guatemala y Honduras lideraron por primera vez en ciertas jurisdicciones.
Se proyecta que la población inmigrante seguirá diversificándose. Para 2065, se espera que ningún grupo racial o étnico constituya una mayoría en EE.UU., con un incremento continuo en la proporción de extranjeros asiáticos y una estabilización en la inmigración latinoamericana. Esta transformación en la composición de los inmigrantes refleja tanto la historia de apertura de ese país hacia diferentes culturas como las cambiantes dinámicas globales. Comprender estos patrones es crucial para abordar las políticas de inmigración y la integración social en el futuro.
LA NACION