Por Nicole Winfield — The Associated Press
La reciente apertura de los archivos de Pío XII ha arrojado nueva luz sobre las afirmaciones de que el que fuera papa en la época de la Segunda Guerra Mundial no se pronunció sobre el Holocausto. Pero también están aportando detalles sobre otro capítulo polémico de la historia del Vaticano: el escándalo sobre el fundador de los Legionarios de Cristo, el reverendo Marcial Maciel.
Ya se han escrito libros enteros sobre la abundante documentación que llegó a la Santa Sede en las décadas de 1940 y 1950 y que demostraba que sus funcionarios tenían pruebas de la dudosa moralidad de Maciel, su consumo de drogas, sus imprudencias financieras y los abusos sexuales a sus jóvenes seminaristas.
Sin embargo, la Santa Sede tardó más de medio siglo en sancionar a Maciel, y aún más en reconocer que era un fraude religioso y un estafador que abusó de sus seminaristas, tuvo tres hijos y creó una orden religiosa secreta y sectaria para ocultar su doble vida.
Los archivos recientemente abiertos sobre el papado de Pío XII, que se extendió de 1939 a 1958, añaden algunos detalles nuevos a lo que ha sido de dominio público, ya que incluyen documentación de la Secretaría de Estado del Vaticano, que no estaba disponible aún.
Confirman que el Vaticano estaba tomando medidas enérgicas contra Maciel ya en 1956 y que estaba a punto de adoptar otras aún más duras contra él —incluso apartarlo por completo del ministerio— pero la muerte de Pío en 1958 permitió a los partidarios de Maciel aprovechar el vacío de liderazgo para salvar su nombre y su orden.
Hasta ahora, la mayor cantidad de documentación disponible públicamente sobre Maciel procedía de la Congregación para los Religiosos del Vaticano, que supervisó la Legión tras su fundación en 1941 en México.
En 2012, algunas de las víctimas mexicanas de Maciel pusieron en línea más de 200 documentos que abarcaban los años 1940-2002 y que habían obtenido de alguien con acceso al archivo de la Congregación para los Religiosos. Estos documentos, también recogidos en el libro La Voluntad De No Saber, detallaban las pruebas que tenía el Vaticano de las depravaciones de Maciel, pero también cómo décadas de obispos, cardenales y papas se hicieron de la vista gorda y creyeron, en cambio, en los informes elogiosos que también llegaban a Roma.
Ahora, los nuevos documentos de la oficina central de Gobierno del Vaticano están ampliando esa historia, proporcionando más detalles sobre quién en el Vaticano ayudó a Maciel a eludir la sanción, creyendo que las acusaciones contra él eran calumnias, y quién trató de adoptar una línea más dura.
Un nuevo documento, publicado el domingo en el suplemento cultural La Lettura de Il Corriere della Sera, contiene el borrador original de un memorándum del 1 de octubre de 1956, redactado por el número 3 de la oficina vaticana para las órdenes religiosas.
Ese día, Maciel llegó a Roma tras haber sido suspendido por el Vaticano como superior de la Legión y recibir la orden de desintoxicarse para dejar una adicción a la morfina.
Según la nota, la Congregación para los Religiosos del Vaticano quería que se impusiera a Maciel una medida adicional: que se le prohibiera tener contacto con jóvenes seminaristas o se arriesgaba a ser suspendido totalmente del ministerio sacerdotal, lo que significaba que no podría celebrar misa públicamente, oír confesiones ni celebrar ningún otro sacramento como sacerdote.
El autor de la nota, el reverendo Giovanni Battista Scapinelli, escribió que si Maciel acudía a la congregación “le ordenaré que se haga tratar, que abandone cualquier contacto con sus alumnos hasta que la congregación diga lo contrario. Y si no se presenta, en dos días, deberá darse una orden preventiva a Maciel: O vas a tratarte o permanecerás suspendido a divinis”.
El borrador es significativo porque muestra que en 1956, al menos algunos en el Vaticano tomaron en serio los informes que habían llegado a Roma de que Maciel estaba abusando de sus jóvenes seminaristas y querían protegerlos, y que también pretendían castigar a Maciel con una de las penas más duras de la Iglesia por sus crímenes. Sin embargo, tuvieron que pasar 50 años, hasta 2006, para que el Vaticano condenara finalmente a Maciel a una pena comparativamente leve de “toda una vida de penitencia y oración” por sodomizar a sus jóvenes reclutas.
Un borrador posterior del memorando del 1 de octubre de 1956 fue publicado en 2012 por las víctimas mexicanas. Mostraba que Scapinelli había tachado su orden original para que Maciel se abstuviera de tener contacto con sus seminaristas y se limitó a ordenarle que recibiera tratamiento médico para la adicción a las drogas. Contiene otra página y media de notas manuscritas, como si Scapinelli la hubiera reescrito tras consultar con otras personas.
Los archivos de la Secretaría de Estado contienen lo que parece ser una versión final mecanografiada del memorándum, fechada el 2 de octubre de 1956, que omite cualquier referencia a la prohibición de que Maciel tenga contacto con jóvenes y sólo sobre que reciba ayuda médica, sin más amenazas de suspensión ministerial. Unas semanas más tarde, el Vaticano designó a clérigos externos para que realizaran una investigación más exhaustiva in situ.
Todas las versiones del memorándum del 1 de octubre de 1956 dejan claro que Maciel tenía un gran protector en el Vaticano, el cardenal Giuseppe Pizzardo, número 2 de la poderosa Congregación para la Doctrina de la Fe. Otros documentos aseguran que la Congregación para los Religiosos “no pudo proceder más contra Maciel debido a las recomendaciones e intervenciones de personalidades de alto rango”.
Scapinelli sugiere que Pío XII estaba totalmente al corriente del asunto Maciel y había avalado su destitución como superior de la Legión, escribiendo que Maciel había sido destituido temporalmente “por razones conocidas por el Santo Padre”.
De hecho, en septiembre de ese año, la Congregación para los Religiosos entregó a Pío un expediente con “abundante documentación” para que lo leyera, con una carta de presentación en la que se recordaba que la Congregación nunca había querido reconocer a la Legión como orden religiosa aprobada pontificiamente debido a sus “serias” preocupaciones sobre Maciel.
Pío XII murió dos años después, el 9 de octubre de 1958. En el caos de un nuevo papado, un cambio de liderazgo en la Congregación para los Religiosos e intervenciones de los partidarios de Maciel, éste fue reinstalado como superior de la Legión a principios de 1959. La Legión fue reconocida como orden religiosa pontificia unos años más tarde.
Maciel falleció en 2008. Un año después, la Legión admitió algunos de sus crímenes, y en 2010 el Vaticano se hizo cargo de la Legión e impuso un proceso de reforma y “purificación”.
La mayor parte de la atención sobre la apertura en 2020 de los archivos de Pío se ha centrado en lo que él y sus asesores hicieron o dejaron de hacer para salvar vidas judías durante la guerra.
