El consumo de una dieta saludable puede ayudar a prevenir el desarrollo de la demencia. En este contexto, los neurólogos han identificado ciertos quesos que, por sus beneficios para la salud cerebral, han añadido a su lista de la compra.
El consumo de una dieta saludable es fundamental para prevenir el desarrollo de la demencia a medida que las personas envejecen. En este contexto, los neurólogos han identificado ciertos quesos que pueden ser beneficiosos para la salud cerebral y los han añadido a su lista de la compra. Lea también: Cinco maneras de eliminar el sarro de los dientes de forma natural y efectiva
Entre los quesos recomendados se encuentran el queso suizo, el parmesano, el cheddar y el feta. Estos quesos son valorados por su bajo contenido en lactosa y su alto valor nutricional, lo que los convierte en opciones saludables para el cerebro. El queso feta, elaborado a base de leche de cabra, es especialmente apreciado por su sabor y sus beneficios para la salud cognitiva.
El Dr. Mill Etienne, neurólogo y neurocirujano, destaca que estos quesos contienen ácidos grasos saludables y proteínas que pueden proteger las células cerebrales del envejecimiento prematuro. Además, el consumo de quesos mínimamente procesados, como el cheddar y el brie, es preferible, ya que contienen ácido linoleico conjugado, beneficioso para la función cognitiva.
La Dra. Kathryn Porter Starr, profesora de la Facultad de Medicina de la Universidad de Duke, explica que la dieta MIND (Mediterranean-DASH Diet Intervention for Neurodegenerative Delay) es un ejemplo de patrón alimentario asociado con una mejor cognición. Esta dieta se centra en el consumo de verduras, frutos secos, bayas, legumbres, cereales integrales, pescado, aves de corral y aceite de oliva virgen extra, mientras limita la carne roja, las carnes procesadas, la mantequilla y los quesos procesados.
Los estudios más recientes sobre el queso y la salud del cerebro
En los últimos años, la relación entre la dieta y la salud cerebral ha sido objeto de numerosos estudios. Entre los alimentos que han captado la atención de los investigadores se encuentra el queso, un producto lácteo que podría tener beneficios significativos para la función cognitiva y la prevención de enfermedades neurodegenerativas.
Un estudio reciente realizado en Japón investigó la asociación entre el consumo de queso y la función cognitiva en mujeres mayores que viven en la comunidad. Los resultados mostraron que las participantes que consumían queso, especialmente queso Camembert, tenían mejores puntuaciones en el Mini-Mental State Examination (MMSE), una prueba utilizada para evaluar la función cognitiva. Este hallazgo sugiere que el consumo regular de queso podría estar inversamente asociado con el deterioro cognitivo leve.
El queso contiene varios nutrientes que son beneficiosos para el cerebro, como los ácidos grasos saludables y las proteínas. Estos componentes pueden ayudar a proteger las células cerebrales del envejecimiento prematuro y mejorar la función cognitiva. Además, algunos estudios han encontrado que el queso puede activar las vías de dopamina en el cerebro, lo que podría contribuir a una sensación de bienestar y felicidad.
La dieta MIND (Mediterranean-DASH Diet Intervention for Neurodegenerative Delay) es un patrón alimentario que ha sido asociado con una mejor cognición y una menor incidencia de enfermedades neurodegenerativas. Esta dieta incluye el consumo de verduras, frutos secos, bayas, legumbres, cereales integrales, pescado, aves de corral y aceite de oliva virgen extra, y limita la carne roja, las carnes procesadas, la mantequilla y los quesos procesados. Sin embargo, los quesos menos procesados, como el cheddar y el brie, pueden ser una adición saludable a esta dieta debido a su contenido en ácido linoleico conjugado, que es beneficioso para la función cognitiva.
Aunque los estudios sugieren una relación positiva entre el consumo de queso y la salud cerebral, es importante considerar las limitaciones de esta investigación. Muchos de los estudios son de naturaleza observacional, lo que significa que no pueden establecer una causalidad directa. Además, la variabilidad en los tipos de queso y las cantidades consumidas puede influir en los resultados.