Hay personas que son como rayos de luz que iluminan el camino y guían nuestros pasos mientras marchamos hacia nuestros destinos. Según varios de sus discípulos y amigos, el profesor Félix Jiménez fue uno de ellos. Su luz podía ser tan radiante como intensa, pero al final del camino, el también periodista lograba dejar una marca especial en las vidas de las personas a las que alcanzaba con su fulgor.
Es por eso que la noticia de su muerte, este viernes, ha tomado por sorpresa y ha dejado una sensación de dolor profundo en sus allegados. Su causa de muerte no ha sido compartida.
Jiménez fue un gran estudioso de la cultura. Fue profesor de estudios culturales en la Universidad del Sagrado Corazón y llegó a visitar importantes espacios académicos como invitado, siendo “visiting scholar” en la Universidad de Columbia en Nueva York y conferenciante en muchos otros espacios dentro y fuera de Puerto Rico.
“Félix amaba ser profesor. Él quería que sus estudiantes se atrevieran a romper las reglas y hacer cosas, y hacerlas con urgencia. Nos enseñó a que las cosas se hacen ya. Era una persona que se entregaba. Se entregaba a todo: al amor, al trabajo, a la crítica cultural, todo con el mismo nivel y con la misma capacidad, y con la misma pasión”, expresó su estudiante y buen amigo, el escritor Huáscar Robles.
Jiménez, además de su trabajo académico, tuvo también una importante faceta periodística, desde la que escribió para publicaciones como The Washington Post, The Nation y The Village Voice. También realizó trabajo de producción para la cadena CNN y escribió para El Nuevo Día.
La también periodista y profesora, Carmen Graciela Díaz, quien tomó clases con Jiménez mientras realizaba su maestría en Medios y Cultura Contemporánea de la Universidad del Sagrado Corazón, describió sus clases como transformadoras.
“Como profesora, como directora del programa de Periodismo Bilingüe en CUNY, yo siempre le digo a mis estudiantes que yo quiero ser para todos ellos lo que Félix fue para mí, es decir, un mentor, una persona que acompaña y que promueve los deseos creativos de uno”, sostuvo.
De hecho, fue Jiménez quien le ofreció el tema para su primer libro, una investigación sobre la revista Avance, titulada “Huele a bomba”. Según relató Díaz, su profesor le hizo una mención un tanto críptica de la revista, sobre la que no abundó, pues fomentaba de esa manera la curiosidad y obligaba a sus estudiantes a hacer ese importante trabajo de campo y de investigación.
Jiménez fue el autor de varios libros, entre ellos “Las prácticas de la carne: construcción y representación de las masculinidades puertorriqueñas”, “La cultura material del deseo: objetos, desplazamientos, subversiones”, y un importante trabajo que recopila de manera analítica la cobertura de las protestas contra la Marina estadounidense en “Vieques y la prensa: el idilio fragmentado”, entre otros.
“Fue un hombre supergeneroso, amoroso, que nos contagió con su brillantez, con su inteligencia”, opinó la periodista Mariela Fullana, quien también tomó clases con Jiménez como parte de sus estudios de maestría.
“Félix estaba como cuatro pasos adelante de la gente, del resto de los académicos. Estaba como muy adelantado. Era una mente crítica y podías hablar con él de lo que fuera. Creo que el país le debe mucho”, dijo.
El profesor Lawrence La Fountain, quien ha dedicado gran parte de su carrera académica al estudio de los temas de género y transformismo en las artes, citó a Jiménez como una voz importantísima en los estudios culturales y destacó su trabajo analítico sobre la masculinidad en la isla.
“De sus cinco libros (cuatro que él escribió y la antología que coeditó con María Teresa Martínez Díez), el que más me impactó fue ‘Las prácticas de la carne: construcción y representación de las masculinidades puertorriqueñas’. En ese libro, Félix desmenuzó con un atinado ojo crítico las complejidades de la masculinidad y su vinculación con el poder político y social en Puerto Rico. También recuperó el enorme legado de la cultura gay y transformista, por ejemplo, las figuras de Antonio Pantojas y Freddie Mercado, y denunció la homofobia dominante. Su labor como profesor en la Universidad del Sagrado Corazón fue extraordinaria. Prueba de eso son los enormes logros de sus estudiantes, periodistas y escritores como Carmen Graciela Díaz y Huáscar Robles, que lo adoraban y nunca dejan de celebrarlo”, expresó el académico.
Para Robles, Jiménez deja un importante legado que lo distingue como una de las mentes más privilegiadas de su generación.
“Él escribía tan bien como pensaba y las cosas que decía eran las cosas que estaban partiendo al país de una forma a otro, no se editaba ni lo editaban, hasta que dijera lo que dijera. Cuando tú ves ese todo ese cuerpo de trabajo académico, crítico, periodístico, tú ves a un filósofo moderno puertorriqueño, que, de alguna forma u otra, este país no le dio los recursos para poder ser y estar entre nosotros todavía y duele mucho”, sostuvo.
