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Figuras narco-religioso-fundamentalistas se han tomado el control de las favelas del norte de Río de Janeiro.
Foto: EFE – André Coelho
El narcotraficante Álvaro Malaquias Santa Rosa, más conocido como Peixão (Pez Grande), ordenó el cierre de tres iglesias católicas el pasado fin de semana en Río de Janeiro, Brasil, según reportó la prensa local. La Unidad Antiintolerancia y Racismo de la Policía brasileña está investigando las amenazas de Peixão, pero la prensa local ya ha dicho que las amenazas responderían a la llamada “guerra santa” que su movimiento “narcopentecostal” está librando desde hace años contra las religiones y cultos diferentes al pentecostalismo.
Desde que surgió como un capo del narcotráfico en 2016, Peixão y otros narcotraficantes pentecostales han instaurado un régimen especial en cinco favelas de Río conocido como el “Complejo de Israel”, mediante el que han propagado la creencia evangélica de que el regreso de los judíos a Tierra Santa llevará a la segunda venida de Cristo. Además de expandir su fe, han intimidado y reprimido a cultos afrobrasileños y sembrado el terror en sus templos, llamados terreiros. Esta nueva orden del cierre de la parroquia Nuestra Señora de la Concepción y San Justino Mártir es la primera registrada con amenazas a lugares de culto católicos.
Este fenómeno de narcos evangelistas librando una “guerra santa” en Río no surgió de manera espontánea. En 2018, Robert Muggah, quien ha estudiado la violencia en Latinoamérica para Open Democracy, alertó sobre un aumento de los crímenes por motivos religiosos en los últimos años, el cual coincide con un incremento de los creyentes protestantes.
“Hoy en día, aproximadamente una cuarta parte de los brasileños se identifican como protestantes – un 5 % más que en la década de los sesenta. Muchos de los protestantes del país asisten a las ceremonias religiosas tradicionales. Pero las vertientes de mayor crecimiento en Brasil son las Iglesias Pentecostal y Neopentecostal – lo cual incluye la Asamblea de Dios y la Iglesia Universal del Reino de Dios, que gozan de amplia aceptación. La mayoría de los conversos son personas pobres que se ven atraídas por la doctrina evangélica de la salvación personal”, escribió el experto en Open Democracy.
Es precisamente en las cárceles, a donde van a parar muchos hombres pobres, donde muchos narcotraficantes se convierten a la fe evangélica. Esto se debe, en palabras de Muggah, a que los grupos de creyentes también acostumbran a trabajar con los presos. “La Iglesia Universal y la Iglesia Adventista del Séptimo Día, entre otras, promueven programas en las prisiones que abarcan desde tratamientos farmacológicos hasta justicia restaurativa”, aseguró el analista.
El resultado de esto es que el pentecontalismo se ha extendido rápidamente por el sistema de justicia criminal, ante la complicidad de las autoridades. Y cuando los narcos son liberados regresan a sus favelas y empiezan a atacar a seguidores de otras creencias, como es el caso de Peixão, quien nació en los suburbios del norte de Río.
“Se llaman evangélicos, pero me niego a utilizar ese término. En realidad, (Peixão) es un narco-religioso-fundamentalista”, afirmó el comentarista Octavio Guedes en la cadena de televisión GloboNews.
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