Me acabo de dar cuenta que la entrega anterior la escribí camino de una mesa de operaciones. Y esta la escribo tras una semana atendiendo a las necesidades perentorias de mi cuerpo convaleciente y en estos momentos concretando una cita para una cura que me liberará de apósitos y grapas y que, espero, confirme que todo ha ido bien y pueda empezar la recuperación. Este es mi contexto, por lo que afronto esta cita semanal con un lío capital de emociones y sensaciones. Sin una motivación central, una idea fuerza o un lamento profundo. No, observo desde las cuatro principales ventanas electrónicas por las que me relaciono con el mundo exterior que todo está igual o parecido, con asuntos puntuales que siendo motivo de satisfacción son, a la vez, fuente de roce con lo que pudo ser y no es.

Me explico mejor. Han estado tres días, viernes, sábado y domingo, los amigos colombianos de Teatro Petra en las Naves del Matadero con una magnífica obra que tuve la inmensa suerte de disfrutar en Bogotá en el Teatro Colón, “Historia de una oveja”, escita y dirigida por Fabio Rubiano. Una de esas obras troncales, que definen una manera de afrontar la creación teatral, donde la calidad se alimenta de compromiso, en donde la sabiduría dramatúrgica se compagina con una idea del mundo y, muy específicamente, de esa Colombia de los últimos lustros y sus movimiento sociales y políticos más controvertidos. Un montaje importante, un reparto consistente, una propuesta de un rango superior. Desconozco los detalles de esta presencia en Madrid, sí he visto que se alude a la colaboración de la Embajada de Colombia, por lo que supongo que también ha intervenido el gobierno colombiano para que se pueda traer este gran trabajo hasta España.

Lo aplaudo, sé porque lo recomendé a muchos amigos a que fueran y me respondieron de inmediato que gustó, que fue lo que, para reducir el asunto, se llama un éxito, pero yo me digo, ¿quién decidió moviliza material, personal, a tantos kilómetros para tres únicas funciones? O, dicho de otra manera, ¿no hubo posibilidad de realizar con tiempo y recursos una minigira? ¿O nadie consideró que una obra de esta magnitud podría aguantar mínimo dos semanas en la capital del reino de España? Es decir, debutar el viernes y acabar el domingo de la semana siguiente.

Pues estas cosas me mantienen atento a unas realidades paralelas, que me producen satisfacción porque hay asuntos que deben entenderse por encima de las oportunidades y deberían ser una manera auténticamente positiva de relacionarse con las artes escénicas iberoamericanas Considerarlas como producciones de una calidad parangonable con la inmensa mayoría de las producciones patrias e incluso a la altura de algunas europeas. Y tratarlas de la misma manera, aunque acabo de escribir esto y recuerdo una de las vindicaciones que los más viejos del lugar llevamos haciendo desde hace unos años, esos magníficos montajes que nos llegan de Europa, especialmente a los Teatros del Canal y se programan dos o tres funciones solamente y creemos que con una buen información, tiempo y confianza son espectáculos de una magnitud suficiente para concitar la presencia de esos públicos ávidos de artes escénicas más relevantes.

Así que sigo esperando la liberación clínica e incorporarme a la vida cotidiana. He debido suprimir viajes ya acordados a varios festivales, pero espero que en unas pocas horas o días pueda sentirme lo suficientemente seguro como para acudir a los estrenos o programaciones de este Madrid que sigue siendo una fuente de noticias.

Lo que sucede en otro nivel es que ya están a punto de presentarse las programaciones de los grandes teatros para la temporada 2024/2025. Y en muchas de ellas veremos si ya se nota la impronta de los nuevos directores y responsables o habrá una parte inercial o de compromisos adquiridos por los cesantes. De cualquier manera, seguimos en ese ambiente electoral que crea nubes tóxicas que impide ver con claridad lo que está sucediendo.