“La RSPCA insta a los amantes de los animales a decir ‘no’ al puppy yoga”. La organización benéfica de bienestar animal más antigua del Reino Unido, que ha cumplido este 2024 sus dos siglos de historia, ha sido clara al definir la polémica práctica del puppy yoga, una modalidad de yoga practicada con cachorros de perro.
Te contamos por qué el puppy yoga puede ser una actividad estresante y problemática para la salud de los animales, además de ocultar estrategias comerciales de dudosa ética y que podrían entrar en conflicto con la Ley de bienestar animal.
‘Puppy’ yoga: ¿qué hacen cachorros de perro en clases de yoga?
El yoga es una actividad que también triunfa en Occidente como método de relajación cuyos beneficios van “más allá de la estera”, como cita este artículo de la publicación médica de la Universidad de Harvard.
Así pues, se trata de algo más que una moda como también señala esta investigación: el yoga mejora la fuerza, la musculatura y la flexibilidad corporal, promueve y mejora la función respiratoria y cardiovascular, promueve la recuperación y el tratamiento de la adicción, reduce el estrés, la ansiedad, la depresión y el dolor crónico, mejora los patrones de sueño y mejora el bienestar general.
Por su parte, es un hecho para el que no necesitamos estudios que lo certifiquen (aunque hay cientos) que el contacto con animales tiene una capacidad indudable de mejorar la salud física y psicológica del individuo. En este sentido, los animales, como los propios perros, participan en terapia asistida con personas con diferentes enfermedades, trastornos y problemas físicos de diferente índole.
Ahora bien, la combinación de ambas actividades, el yoga y el contacto con animales, ha de hacerse respetando el bienestar de los mismos, algo que no siempre sucede, como desentrañó la investigación de la cadena británica ITV News y que ha despertado el recelo entre diversas organizaciones que luchan por el bienestar animal.
Perros sin agua para que no se hagan pis en las clases
Imágenes encubiertas obtenidas por ITV News mostraron a los cachorros en las clases de yoga siendo recogidos mientras dormían y, en un caso, sin acceso al agua para que no se hicieran pis durante la clase, como señala la publicación de RSPCA y que también recoge The Guardian.
En este sentido, la etóloga Esme Wheeler señaló en su artículo que “un cachorro puede sentirse abrumado en esas situaciones, lo que puede conducir a una reacción negativa en el futuro y al posible desarrollo de problemas de conducta (…) ¿sería tan bonito abrazar a un cachorro si supieras que hacerlo en realidad no beneficia al perro en absoluto?”.
Y de eso se trata, como dice Wheeler, de abordar cómo el capricho humano afecta al bienestar animal de diversas formas, desde la cría indiscriminada de razas de perros “adorables” que perpetúan diversos problemas de salud hereditarios hasta los miles de animales de abandonados cada año cuando ese capricho momentáneo pasa a convertirse en pesada responsabilidad y gasto económico.
Por supuesto, la investigación de ITV News solo denuncia una serie de casos concretos de maltrato animal lo que no supone, automáticamente, que todos los negocios de puppy yoga estén implicados en las mismas prácticas. Pero Wheeler advierte de las dificultades que tiene ofrecer cachorros a usuarios de yoga respetando en todo momento su bienestar.
En este sentido, recuerda que los cachorros deben estar con sus madres en las primeras ocho semanas de vida y no deben ser despertados ni privados del sueño para ponerse a “trabajar”. El calor y las condiciones ambientales de las salas de yoga tampoco son las adecuadas para estos cachorros. Además, necesitan figuras de apego, mientras que los perros del puppy yoga “son arrojados a una habitación llena de extraños en un entorno desconocido”.
Dudosas prácticas comerciales con cachorros
“Como especialista en bienestar canino, estoy cada vez más consternada por la forma en que se monetizan y mercantilizan estos animales únicos”. Wheeler alerta también de los intereses comerciales que puede haber detrás del puppy yoga, así como lo hace la propia RSPCA: “el puppy yoga podría estar alimentando a comerciantes de cachorros sin escrúpulos” como ya denunció FAADA hace unos días.
En este sentido, los cachorros pueden ser presentados en las clases como una forma de promoción de los mismos para posteriormente ser vendidos. Una suerte de reclamo publicitario que podría contravenir el apartado 11 del artículo 25 de la Ley de bienestar animal que prohíbe el uso de animales como reclamo publicitario. El apartado anterior también señala la prohibición de “utilizar animales como reclamo, recompensa, premio, rifa o promoción”.
Así mismo, el apartado 7 de dicho artículo también prohíbe “someterlos a trabajos inadecuados o excesivos en tiempo o intensidad respecto a las características y estado de salud de los animales”. No olvidemos, en este sentido, que se trata de cachorros que tienen unas “características y estado de salud” muy particulares.
Tanto Esme Wheeler como la RSPCA concluyen sus advertencias sobre el puppy yoga recordando a los aficionados a los animales que existen muchas actividades que pueden compartir con ellos respetando el bienestar animal, como el propio voluntariado en los centros de acogida o la ayuda a perros abandonados.
¿Cuántas de las personas que pagan 35 o 40 euros la hora por una sesión de puppy yoga ayudarían (sin pagar) en un centro de acogida de perros (y cachorros) abandonados? Quizás no sea tan relajante, pero es mucho más beneficioso para los animales y, por lo tanto, gratificante para el individuo.