La historia de santos latinoamericanos, europeos o del medio oriente es algo común en la religión católica o cristiana, de los cuales a muchos de estos se le realizan fiestas patronales en diversas partes del mundo, principalmente en América Latina y Europa, pero el día de hoy hablaremos de un santo único, un personaje proveniente del oriente asiático, específicamente de Corea y del cual seguramente mucha gente no ha oído hablar, se trata de San Juan Bautista Nam Chong Sam.
Pero quién era San Juan Bautista Nam Chong Sam, qué hizo para ser beatificado en 1968 por el Papa San Pablo VI y más tarde canonizado por el mismo Papa San Juan Pablo II en mayo de 1984; cual fue la forma en que éste se acercó al cristianismo y cómo fue el final de sus días.
Estatua de Juan Pablo II (Foto: Unsplash)
San Juan Bautista Nam Chong Sam nació en 1810 en la ciudad coreana de Seúl, Nam Chong Sam se formó en la administración pública y a una edad muy joven, tuvo un importante papel en la corte del rey, además se le recuerda por ser un hombre culto, pues también enseñaba chino en la corte.
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El profesar su fe por el cristianismo, así como llevar a cabo sus labores burocráticas se le dificulto, es por ello que San Juan Bautista Nam Chong Sam optó por renunciar a su puesto en la corte y enfocarse a la práctica de su religión.
Para 1864 la muerte del mandatario coreano Tchiel-tsong trae gran preocupación a San Juan Bautista Nam Chong Sam, pues la nueva dinastía que asumió el poder en Corea era abiertamente anticristiana, por el hecho de no ser una religión local, hecho que complicó las cosas para Nam Chong Sam, a pesar que poco a poco los locales iban aceptando el cristianismo.
Un conflicto con Rusia fue el hecho que provocó un giro de 180 grados en la vida de San Juan Bautista Nam Chong Sam, pues al ver la complicada situación que enfrentaba su país, con una guerra a la vuelta de la esquina contra un poderoso ejército ruso, cristianos coreanos, entre ellos Nam Chong Sam, veía con buenos ojos contactar a misioneros franceses para que mediaran el apoyo de Francia contra los soldados eslavos.
San Juan Bautista Nam Chong Sam puso manos a la obra y se contactó con el regente en dos ocasiones para ofrecer su apoyo en crear lazos de comunicación con los religiosos franceses, hecho que a la vez le entusiasmaba, pues con esto buscaba acercar el cristianismo al pueblo de Corea y profesarlo sin clandestinidad, teniendo en un inicio respuesta positiva del regente.
Este hecho no sólo motivo el religioso coreano, sino también a los misioneros franceses, encabezados por el obispo Simeón Berneux, quien tras trasladarse a Seúl para reunirse con las autoridades coreanas, fue tratado con desprecio y rechazado en diferentes ocasiones, lo mismo ocurrió con San Juan Bautista Nam Chong Sam, quien al principio recibió el respaldo del regente, ahora era tratado de forma contraria.
Simeón Berneux (Imagen: Especiales)
Lo que no sabían los miembros religiosos, incluyendo al mismo Nam Chong Sam era que todo esto se trató de una tetra para tenerlos vigilados en Seúl y capturarlos el 23 de marzo de 1866. A los misioneros franceses se les interrogó y trató brutalmente, días después a éstos se les ofreció perdonarles la vida siempre y cuando salieran del territorio Coreano, hecho que ninguno de los religiosos franceses aceptó, por lo cual el 7 de marzo de 1866 fueron decapitados y las partes de sus cuerpos expuestos por 3 días en la ciudad, como escarmiento.
En tanto, San Juan Bautista Nam Chong Sam murió de la misma forma que los misioneros franceses y el mismo día, sólo que a la entrada de la ciudad, antes de morir se asegura que San Juan Bautista Nam Chong Sam menciono los nombres de María y José, padres de Jesús.
