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¿Son los Grandes Lagos la clave para resolver el problema de las emisiones en Estados Unidos?

Autor: National Geographic

Habían pasado casi cuatro décadas desde que los Grandes Lagos, en Estados Unidos, fueron testigos de ese ritual único: el estallido de una botella de champán en la proa de un carguero de bandera estadounidense.

Cuando finalmente ocurrió en octubre de 2021 con la botadura del MV Mark W. Barker, un carguero de 194 metros de eslora, en Sturgeon Bay, Wisconsin, marcó un nuevo amanecer.

Este buque, el primer granelero que entra en servicio en los Grandes Lagos en 37 años, puede transportar mercancías que van desde sal a palas de aerogeneradores o contenedores marítimos. El diseño de su casco le permite transportar un 20% más de carga que los buques de tamaño similar. También es el primer buque que navega por los Grandes Lagos que cumple las normas de emisiones de nivel 4 de la Agencia de Protección del Medio Ambiente de EE. UU. (EPA).

“Es el buque más capaz y respetuoso con el medio ambiente que tenemos”, afirma Brendan O’Connor, director de operaciones de Interlake Steamship Company, que opera el MV Mark W. Barker.

El buque, y otros similares, son una pieza fundamental del rompecabezas del cambio climático. A medida que se acercan los plazos para cumplir los objetivos de emisiones del Acuerdo de París sobre el Cambio Climático (con el objetivo de que las emisiones alcancen su punto máximo antes de 2025 y disminuyan un 43% para 2030), un sector está sembrando el pánico: el mundo del transporte.

La industria estadounidense del transporte es la principal fuente de emisiones de carbono del país, responsable de la friolera del 29%. Y mientras que los vehículos privados representan el 58%, los camiones medianos y pesados que transportan materiales a granel son responsables del 23%.

Sin embargo, un arma en la batalla contra las emisiones puede estar a la vista: los Grandes Lagos.

Conectando Chicago, Detroit, Cleveland, Toronto, Buffalo y otras ciudades en las que viven unos 32 millones de personas, el transporte marítimo por los Grandes Lagos podría desempeñar un papel importante a la hora de ayudar a Estados Unidos y Canadá a reducir drásticamente su huella de emisiones.

En la actualidad, varios puertos tienen proyectos que podrían ayudar a facilitar ese cambio.

El puerto de Cleveland, en el lago Erie, tiene prevista una mejora de infraestructuras de 32 millones de dólares. Más al oeste, en el Lago Superior, el puerto de Duluth-Superior se ha ampliado recientemente para poder transportar contenedores internacionales. Según un estudio de inversiones públicas y privadas, se han destinado más de 8400 millones de dólares al desarrollo de las infraestructuras marítimas de los Grandes Lagos.

El transporte de mercancías por carretera emite hasta 100 veces más emisiones que los buques: un solo buque de los Grandes Lagos puede transportar tanto material a granel como 2800 semirremolques o 700 vagones de ferrocarril. Con los precios de la gasolina elevando los costes medios del transporte por camión y las amenazas de huelga ferroviaria creciendo en los últimos años, el transporte marítimo por los Grandes Lagos podría servir como una forma más limpia y eficiente de transportar muchos de los artículos críticos de los que depende la economía de Estados Unidos.

Aun así, los retos abundan. Las dos mayores ciudades de los Grandes Lagos (Toronto y Chicago) cuentan actualmente con infraestructuras portuarias relativamente pequeñas.

El impacto económico del puerto de Toronto se ve empequeñecido por los puertos de Montreal y Vancouver (todas, ciudades canadienses), mientras que el de Chicago lleva décadas deteriorándose. A pesar de estas deficientes infraestructuras, los expertos afirman que el puerto de Chicago tiene un gran potencial como centro neurálgico, ya que también está conectado al río Misisipi por la Illinois Waterway, una red de canales, lagos y ríos.

El transporte marítimo no siempre ha sido una alternativa más limpia. En 2021, los buques que atravesaban los Grandes Lagos y la vía marítima de San Lorenzo, la masa de agua que conecta los lagos con el océano Atlántico, consumieron 500 000 toneladas de combustible que emitieron 1,6 millones de toneladas de dióxido de carbono, según un estudio. Eso equivale a unos 380 000 coches.

Aun así, los expertos afirman que las oportunidades de cambio son cada vez mayores.

“Es técnicamente factible descarbonizar todos los barcos de la flota”, afirma Bryan Comer, director del programa marino del Consejo Internacional de Transporte Limpio, un instituto de investigación con sede en Washington. “La cuestión es: ¿cuáles son los impulsos o incentivos normativos y económicos para hacerlo?”.

Comer afirma que, aunque hay posibilidades de electrificar barcos más pequeños, como los remolcadores, para cumplir los objetivos de emisiones de Estados Unidos, algunos barcos más grandes necesitarán nuevas tecnologías de propulsión que sustituyan los motores de combustión interna por pilas de combustible que funcionen con «hidrógeno verde”, un recurso energético obtenido a partir de electricidad renovable.

“Ese va a ser el ingrediente de todos los combustibles que se utilicen”, afirma.  

“Muchos de nuestros esfuerzos se centran en la producción a gran escala de moléculas limpias de hidrógeno: la construcción de infraestructuras, el almacenamiento y el suministro”, explica Neil Banwart, de la Midwest Alliance for Clean Hydrogen, uno de los siete beneficiarios de los fondos federales.

“Sin duda esperamos que el transporte marítimo de los Grandes Lagos sea [un comprador], un caso de uso para este hidrógeno limpio que pretendemos producir”.

Mientras tanto, los puertos y las navieras de los Grandes Lagos están trabajando en vías a corto plazo para acercar el sector a la neutralidad.

La actualización de las infraestructuras del puerto de Cleveland incluye un plan de electrificación y estaciones de carga que espera le ayuden a cumplir su objetivo de convertirse en el primer puerto de emisiones netas cero de los Grandes Lagos para 2050.

La Interlake Steamship Company espera reducir su huella de emisiones en un 50% en la próxima década.

“Los motores van a ser la mejor manera de mover la aguja”, afirma Brendan O’Connor. 

“Todavía no hemos llegado, pero en los próximos dos o tres años creo que veremos cambios”.

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