Han pasado 30 años desde la muerte de Ayrton Senna, pero su impacto en el automovilismo se siente incluso hoy en día. Senna, tricampeón brasileño de la Fórmula 1, falleció cuando perdió el control de su auto en la curva de Tamburello durante el Gran Premio de San Marino en 1994.
La muerte de Senna sacudió al mundo del deporte. Hubo demostraciones de apoyo desde Talladega, donde Dale Earnhardt dedicó su triunfo en la Nascar al piloto brasileño, hasta Japón, con arreglos florales en la sede de Honda. Pero el principal impacto de su partida fue algo por lo que siempre luchó en vida: mayor seguridad para los pilotos.
Un campeón sin igual
Ayrton Senna da Silva fue un piloto diferente. Un maestro en la conducción del auto bajo la lluvia y capaz de sacar el mayor provecho de su monoplaza, pocos pilotos han sido tan talentosos como el sudamericano.
En poco tiempo el brasileño se colocó entre los más grandes en la historia del deporte motor. En menos de 10 temporadas completas, Senna consiguió 3 títulos mundiales, sus 41 triunfos aún lo tienen en la sexta posición histórica; también es tercero históricamente con 65 pole positions y tiene el récord de 6 victorias en el Gran Premio de Mónaco.
Sin embargo, Senna también fue una figura polémica. Pocos competidores han tenido la misma intensidad del brasileño, que muchas veces lo llevaron a tener confrontaciones con figuras de la F1. Su rivalidad con Alain Prost ha sido una de las más ásperas en la historia de la categoría.
En contraste, el brasileño fue uno de los pilotos que más compartió información con sus compañeros de equipo -al menos con algunos- y siempre se preocupó por la seguridad de los pilotos. En muchas ocasiones el originario de Sao Paulo tuvo desencuentros con las autoridades de la FIA con relación a las condiciones de seguridad o al estado de las pistas.
Fin de semana trágico en Imola
Durante la calificación del sábado para el Gran Premio de San Marino en 1994, Roland Ratzenberger, piloto austriaco del equipo Simtek, se convirtió en el primer piloto fallecido en la Fórmula 1 desde 1986 cuando tras un contacto se zafó un alerón, que provocó que perdiera el control y se estrellara prácticamente de frente en la curva Gilles Villeneuve, en ese entonces una de las más rápidas del circuito.
Irónicamente, Senna fue el primer piloto en notar el problema con el alerón, y llevaba una bandera de Austria en su monoplaza, a modo de homenaje para Ratzenberger.
Al día siguiente, el brasileño partió desde la pole a bordo de su Williams. Poco después de un reinicio por una bandera amarilla debido a un accidente entre Pedro Lamy y J.J. Lehto, Senna se estrelló de lleno contra el muro de concreto en Tamburello.
El motivo de la pérdida de control y la fatídica consecuencia fueron cuestionados durante años, pero al final se determinó que se trató de una falla mecánica. Sea como fuere, Ayrton Senna, bicampeón de Fórmula 1, había fallecido.
Su legado: un deporte más seguro
Las repercusiones de la muerte de Ayrton Senna se mantienen hasta ahora. A raíz del accidente que cobró su vida, Max Mosley, en ese entonces mandamás de la F1, creó una comisión para mejorar las condiciones de seguridad.
Entre las medidas que se tomaron, se ampliaron los espacios en la pista en curvas peligrosas; las barreras de seguridad se han mejorado y hecho más flexibles reduciendo el impacto para los pilotos en caso de accidentes y se ha reducido la potencia de los motores.
Gracias a estas medidas, la F1 no tuvo ningún accidente fatal hasta el 2014, cuando murió Jules Bianchi, cuyo fallecimiento -junto con el de Henry Surtees en la Fórmula 2 en 2009- también provocó una serie de cambios en los autos, incluyendo el halo de protección sobre la cabina del monoplaza.
Pilotos como Michael Schumacher y Lewis Hamilton han expresado su admiración por el brasileño. Cuando Schumacher empató la marca de victorias de Senna en el 2000 rompió en llanto. A pesar de su carácter competitivo, su generosidad es su rasgo más recordado.
Fuera de la pista, la hermana de Ayrton, Viviane mantiene vivo su espíritu altruista con el Instituto Ayrton Senna, destinado a crear oportunidades para el desarrollo de niños y jóvenes brasileños.
En 1994, la muerte de Senna sacudió al deporte. Treinta años después, su legado sigue vivo y ha cambiado el mundo del automovilismo de la mejor manera.
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