Las relaciones familiares o de amistad son importantes para el bienestar. Pero no son las únicas relaciones que has de establecer. La ciencia ha descubierto que cuando vayas a comprar, viajes y te interrelaciones con otros has de seguir este hábito para ser feliz.
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En cuanto entras en el metro sacas el móvil y te pones a navegar por las redes o quizás te estresas porque en la cola del supermercado se alarga la espera y no puedes hacer nada; solo miras como cobran a los de delante. ¿Te identificas con estos actos? Es lo más habitual.
Especialmente en las grandes ciudades, en cualquier entorno cada uno va a lo suyo. Eso no quiere decir que sea lo más adecuado. Resulta que cuando tienes esos momentos tontos de espera rutinaria estás desaprovechando una ocasión estupenda para mejorar tu felicidad. Eso es lo que han podido confirmar varios estudios que analizan lo que se consideran las “relaciones débiles”. Te lo explicamos.
Qué son las relaciones débiles
Durante mucho tiempo, los psicólogos y médicos especialistas en longevidad han señalado la importancia de las relaciones en nuestra vida y en la consecución de la felicidad. No son las posesiones sino los lazos profundos y significativos con familiares y amigos los que proporcionan bienestar.
Esos estudios insistían en que esas relaciones eran las más estrechas. Los vecinos con los que apenas nos intercambiamos dos palabras en el ascensor o los conocidos del trabajo o que vemos cada día en la calle al coincidir en horarios no eran importantes.
Sin embargo, esas conclusiones ahora se han relativizado. Esas relaciones más superficiales, que denominan “lazos débiles”, fueron reivindicadas por el sociólogo Mark Granovetter. Este investigador, al que luego se han sumado otros expertos en psicología social, creen que ese otro círculo de relaciones es importante y que aporta bienestar emocional.
Esas personas, una a una, no nos aportan mucho. Pero cogidas en conjunto, poco a poco nos van dando una perspectiva más amplia de la sociedad en la que nos movemos y nos hacen sentirnos más implicados en ella. Fíjate, por ejemplo, si vas a un espectáculo de un cantante favorito, como también eso te da sensación de comunidad y es un sentimiento feliz.
También importa hablar con desconocidos
Ahora hay un estudio que ha puesto validez científica y global a todas estas teorías psicológicas y ha ido un paso más allá. Había estudios previos sobre felicidad y las relaciones débiles. Eran todos estudios desde el punto de vista occidental y blanco. Lo significativo del nuevo estudio que han publicado es que lo han hecho analizando a más de 60.000 personas y lo han dirigido desde Turquía, lo que ha permitido incluir personas de otras culturas.
El otro punto importante es que han visto beneficio solo con que haya interrelación, sin necesidad de que hayamos sido presentados. “Descubrimos que mantener conversaciones con gente con la que tienes vínculos débiles o extraños a los que no conoces proporciona una mayor satisfacción con la vida”, detallan los autores.
Es significativo porque los estudios previos solo incluían a personas que al menos conoces por su nombre, aunque no tengas mucha confianza. Ahora también los comentarios esporádicos en la cola del supermercado o con la persona con la que compartes asiento en el tren son significativos, porque dan sensación de implicación y convivencia.
“Tener un sentido de pertenencia supone sentirte aceptado y valorado por otras personas, lo que se considera a menudo como una necesidad humana fundamental”, ha explicado la investigadora Esra Aşçıgil, directora del estudio y profesora de la Universidad Sabanci, en Estambul.
Por qué hay que relacionarse más
Tras entrevistar a las personas que habían tenido contactos esporádicos, los investigadores descubrieron que estas personas se habían sentido bien y satisfechas de haber entablado la conversación. Reconocían que al principio eran reacias, por vergüenza o dejadez, pero luego estaban agradecidas.
“Habla con personas que puedan compartir algún interés común contigo; te da una forma natural de romper el hielo”, aconseja el psiquiatra Robert Waldinger, profesor de Harvard.
Esas charlas dan pequeños golpes de energía y bienestar. Nos ayudan a sentirnos conectados. No desaproveches el hecho de que los dos vais en el mismo medio de transporte y en la misma dirección para utilizar esa conexión. O que compras en la misma tienda y haces la misma cola o que sales del mismo partido o del mismo concierto.
Con todas esas personas vives experiencias comunes. Una charla intrascendente sirve para que esa experiencia sea todavía más vivida e importante. Da igual si no querías hacer la cola del supermercado o si estás tardando mucho en salir del local del concierto, esa charla es una buena forma de aprovechar el tiempo. Te da salud.
“Las relaciones sociales son un elemento clave en nuestra salud: la salud física, social y emocional o psicológica están interrelacionadas y sin esas tres patas, no hay salud”, resumía el doctor Guillermo Fauce, presidente de Psicología Sin Fronteras.
