Por: María García de Fleury
Antonio Ghislieri, nació el 17 de enero de 1504 al norte de Italia, ingresó en la orden de los dominicos a los 14 años y se ordenó sacerdote a los 24. Desarrolló una gran devoción mariana, fue profesor de filosofía y teología, trabajó activamente para recuperar la fe católica de los ataques doctrinales.
En 1551 fue nombrado comisario general del Santo Oficio y fue inflexible en la lucha contra la herejía y al mismo tiempo benigno y paciente esforzándose por inducir a los ofensores a arrepentirse de sus errores y a convertirse. Fue obispo, luego cardenal y en 1566 fue elegido Papa tres años después de haber concluido el Concilio de Trento. Tomó el nombre de Pio V y fortaleció a la iglesia durante los difíciles años que siguieron a la Reforma Protestante De Martín Lutero.
Dedicó toda su energía a preservar la unidad y la integridad de la fe y a eliminar los abusos como el de los obispos ausentes de sus diócesis, eso le ganó que se produjeran atentados contra su vida, tenía gran amor por la misa, unificó liturgia estandarizando el breviario romano y el misal y así permitió que se recitara de modo uniforme tanto el Santo Oficio como la celebración de la misa. Supervisó la publicación del catecismo latino definitivo, decretado en el Concilio de Trento y lo llamó catecismo romano.
Otro tema del Concilio de Trento fue la formación de los sacerdotes, Pío V pidió a los obispos que fundaran seminarios eclesiásticos en sus diócesis y para recibir a hombres con vocación sacerdotal a fin de preservarlos de las influencias mundanas durante su formación y garantizar la ortodoxia de sus estudios. Insistía en la santidad de vida de los sacerdotes, las visitas pastorales de los obispos, el impulso a las misiones, declaró doctor de la Iglesia a Santo Tomás de Aquino, su gran predecesor en la orden dominica y patrocinó una edición de las Obras Completas de Santo Tomás. El mayor sueño del Papa Pio era fundar una Liga Santa para una cruzada que defendiera el cristianismo.
En 1571 el Imperio Otomano trató de destruir a Roma y acabar con el cristianismo en Europa para convertir a todos los cristianos en esclavos musulmanes, la inmensa flota musulmana se enfrentó a la pequeña flota cristiana el 7 de octubre de 1571; el Papa Pio V convocó en Roma una gran jornada de oración del Rosario para pedir por la victoria cristiana sobre la Marina turca y sucedió lo que parecía imposible, los cristianos derrotaron al enemigo en una batalla naval cerca de Lepanto, en la costa griega.
El Santo Padre atribuyó la victoria de Lepanto a la intercesión de Nuestra Señora después de la campaña del rezo del rosario e hizo del 7 de octubre una fiesta en honor a Nuestra Señora de la Victoria, conocida también como la fiesta de Nuestra Señora del Santísimo Rosario. Ese mismo día Pio V, que no disponía de los rápidos medios de comunicación que tenemos hoy, ordenó que tocaran todas las campanas de Roma invitando a los fieles a darle gracias a Dios por la victoria obtenida.
San Juan Bosco comentó y con razón: «Los 6 años del pontificado de Pioquinto fueron suficientes para cambiar la faz del mundo» y nosotros le añadimos que todo eso lo hizo Pio V porque siempre supo que con Dios siempre ganamos.
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