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70 años de la milla perfecta: el día que Roger Bannister cruzó la gran frontera del atletismo

Autor: Ismael Perez

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a new record

Norman Potter//Getty Images


Norris McWhirter había estado ensayando toda la noche anterior para encontrar el tono perfecto, la templanza en la voz, la neutralidad frente a la emoción que podía embargarle ante lo que sospechaba que estaba a punto de lograr su amigo. Y entonces, cuando recibió la hoja oficial de los cronometradores, encendió el micrófono de la megafonía y recitó: “Damas y caballeros, este es el resultado del noveno evento, la milla: primero, con el número 41, R. G. Bannister, de la Asociación Atlética Amateur y anteriormente en las Universidades de Exeter y Merton, con un tiempo que es récord del encuentro y de la pista y que, a falta de ratificación, será un nuevo récord de Inglaterra, Británico Nacional, Británico Abierto, Europeo, del Imperio Británico y Mundial. El tiempo es de tres…

Y nadie escuchó nada más. El resto de la formal letanía fue ahogada por los gritos enfervorecidos de 1.200 espectadores que pasadas las 18 horas del jueves 6 de mayo de 1954, hace ahora 70 años, llenaban la pista de Iffley Road, en Oxford, Inglaterra, y asistieron a un acontecimiento marcado a fuego en la historia del atletismo: la primera vez que un ser humano corría la milla, los 1.609 metros, en menos de 4 minutos, un Everest del deporte comparable a las 2 horas del maratón, aún no escalado.

roger bannister

PA Images//Getty Images

Roger Bannister es llevado en volandas por otros médicos en prácticas del Hospital de St. Mary en Londres.

Roger Bannister, que tenía entonces 25 años, estuvo a punto de aplazar el momento que le hizo mundialmente famoso. Aquella mañana torció el gesto cuando se levantó en su piso de Earl’s Court y miró por la ventana antes de iniciar otra ajetreada jornada como médico principiante en el Hospital de Saint Mary de Londres, donde a las 11h bajó al laboratorio a frotar con grafito los clavos de las zapatillas que había encargado a un zapatero londinense. Temía que aquella lluvia que amenazaba el cielo mojara la ceniza de la pista, que se pegaría a su calzado y lo haría más pesado, perdiendo quizá unas centésimas decisivas para la hazaña.

Poco después, Bannister cogió el tren a Oxford en la estación de Paddington, y allí se encontró con su entrenador Franz Stampfl, un suizo que llegó a Inglaterra para huir del nazismo y que confiaba más en Bannister que él mismo. Cuando al otro lado de la ventana arreciaba el viento y la tormenta era más que una amenaza, encontró las palabras adecuadas. “Si pasas por alto esta oportunidad, ¿te lo perdonarías algún día? Nadie sabe lo que depara el futuro. Wes Santee o John Landy pueden hacerlo primero. Te podrías desgarrar un músculo. Te podría atropellar un autobús. Tal vez no vuelvas a tener otra oportunidad“, le azuzó.

bannister  chataway

Norman Potter//Getty Images

No se trataba solo de romper la barrera de los cuatro minutos, sino de hacerlo el primero. La historia solo reservaba sitio a uno, y el estadounidense Santee y el australiano Landy perseguían esa frontera con el mismo ahínco que Bannister, los tres frustrados por su decepcionante actuación en los Juegos Olímpicos de Helsinki 1952: el norteamericano no había pasado de ronda en los 5.000m, el australiano, ni en el ‘milqui’ ni en los 5.000m y el inglés se había quedado a las puertas del podio de los 1.500m que ganó el luxemburgués Josy Barthel.

La carrera contra el tiempo cronométrico y del calendario de los tres atletas desde diferentes puntos del planeta la cuenta como nadie el libro ‘La milla perfecta’ de Neal Bascomb (Editorial Melusina), un relato que detalla aquellos minutos previos a las seis de la tarde, cuando la lluvia amainó y los implicados votaron si salían o no a correr aquella prueba organizada para la épica. El objetivo era claro. Los 4:01.4, el récord mundial de la milla que desde 1945 custodiaba el sueco Gunder Hagg ya resultaba insuficientes.

EDITORIAL MELUSINA S.L La milla perfecta: Tres atletas, un objetivo y menos de cuatro minutos para alcanzarlo

La milla perfecta: Tres atletas, un objetivo y menos de cuatro minutos para alcanzarlo

EDITORIAL MELUSINA S.L La milla perfecta: Tres atletas, un objetivo y menos de cuatro minutos para alcanzarlo

Pudo el optimismo y los seis corredores se situaron en la línea de salida. Por delante, sus fieles escuderos Chris Brasher y Chris Chataway, que ejercerían de liebres. Bannister cubrió la primera vuelta en 57,5 segundos, la siguiente en 60,7 y atravesó los primeros 800 metros en 1:58.2, una apuesta arriesgada que pudo sostener. Cuando sonó la campana, el reloj marcaba 3:00.4. Chataway aguantó hasta la última contrarrecta. Bannister le pasó por fuera y se forzó a unos últimos 200 metros en 28,9 segundos. Cruzó la meta exhausto, y si no se cayó al suelo fue porque Nicholas Stacey y Leslie Truelove le rodearon con sus brazos antes de que se cantara el número mágico: 3:59.4.

Bannister, un corredor amateur que apenas podía entrenar una hora diaria, pudo abrazarse a sus padres, dar una vuelta de honor con Chataway y Brasher, darse una ducha, tomarse un agua con sal y una cerveza con limonada hasta que lo metieron en un coche hasta la BBC y pegarse una pequeña juerga con sus liebres y los gemelos McWhirter, Norris y Ross, que en su pasión por el atletismo y la estadística que les llevó a organizar el asalto acabarían por fundar el famoso Libro Guinness de los Récords. El héroe nacional, en cualquier caso, no esperó al amanecer: al día siguiente debía acudir de nuevo a trabajar en el hospital.

El récord apenas le duró mes y medio a Roger Bannister. El 21 de junio de 1954, en Turku (Finlandia), John Landy corrió en 3:58.0, clara señal de que el británico hizo bien en no postergar su intento. Wes Santee, atrapado entre las obligaciones de ejército y sus conflictos con los dirigentes del atletismo estadounidense, tan contrarios a cualquier movimiento que rompiera las reglas del amateurismo, nunca atravesaría esa barrera. En 1955 se quedó en 4:00.5.

La respuesta de Landy obligó a un enfrentamiento cara a cara, sin liebres, entre los dos corredores para dirimir quién era el mejor. Y aquella carrera estaba marcada, la final de la milla de los Juegos de la Commonwealth de Vancouver el 7 de agosto de ese mismo año. “Landy y Bannister batallaron en una carrera que había sido ampliamente publicitada, que cubrieron un ejército de periodistas y equipos de cámara y que fue retransmitida a millones de hogares de todo el mundo, con su rival más peligroso como comentarista. La ‘milla del siglo’ contó con todos los elementos de un acontecimiento deportivo profesional, salvo que ninguno de sus protagonistas ganó un céntimo por ello”, escribiría Bascomb.

roger bannister winning race

Bettmann//Getty Images

Como se preveía, Landy salió convencido a marcar el ritmo y descolgar a Bannister, y estuvo a punto de lograrlo, pero el inglés aguantó y en la última vuelta sacó su poderoso sprint final para batirlo. No había duda, Bannister era el mejor. El primero en romper los 4 minutos. El ganador del duelo cara a cara. El inglés aún tuvo tiempo de ser campeón de Europa de 1.500 metros en Berna (Suiza) y después retirarse sin más motivaciones. El australiano aguantó hasta los Juegos Olímpicos de Melbourne 1956, pero no llegó fino y solo alcanzó el bronce.

“En un periodo de 112 días, Bannister había roto la barrera de la milla, se había graduado en el hospital de Saint Mary, había aprobado los exámenes de la facultad de Medicina, había conocido a Moyra, su futura esposa, había derrotado a John Landy en la ‘milla del siglo’, había logrado la corona europea en los 1.500 metros y se había ganado un puesto de médico residente. En pocas palabras, lo había hecho todo”, resume ‘La milla perfecta’.

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Ismael Pérez

Ismael Pérez es periodista experto en atletismo y deporte olímpico. Se enganchó en los Juegos Olímpicos en Atenas 2004 y desde entonces es feliz siguiendo competiciones desde la tribuna de prensa, hablando con los deportistas, siguiéndolos en las redes sociales y contando historias, aunque también saliendo con la bicicleta o saltando en un concierto.

Estudió la Licenciatura de Periodismo en la Universidad de Valladolid y tiene un Máster en Periodismo y Comunicación Digital en la EAE Business School de Madrid. Ha vivido en Turín y Roma y ha cubierto actualidad de todo tipo en El Norte de Castilla, El Mundo de Castilla y León, Televisión Castilla y León, Rome Reports y trabajado la comunicación corporativa en Burson Cohn & Wolfe. También ha escrito sobre grandes campeonatos de atletismo en Somos Olímpicos, Vavel o Foroatletismo y ha intervenido en la IAAF Global Running Conference en Lanzhou (China).

Con una trayectoria de más de una década en el oficio, lleva desde 2019 vinculado a Runner’s World, Men’s Health y Women’s Health en Hearst Magazines y escribiendo sobre actualidad del atletismo de competición, carreras populares, triatlón, trail running, olimpismo aunque a veces también le ha tirado al ciclismo, la escalada, la vela, la natación, el tenis, el piragüismo, el judo, el snowboard…o cualquier cosa que tenga hueco en los Juegos Olímpicos (que no Olimpiadas). 

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