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¿En qué consiste, exactamente, descansar?

Autor: EL PAIS

Durante los años en los que trabajó como enfermera, a Esther I. Bernhofer, profesora asociada en la Frances Payne Bolton School of Nursing y en la School of Medicine de la Case Western Reserve University, le llamaba la atención que a los pacientes y a sus familiares se les dijese “intenta descansar” casi en cualquier situación: después de una operación, cuando tedenían dolor, tras recibir malas noticias… “Siempre me pareció algo raro y me preguntaba qué haría yo para descansar si estuviese en alguno de esos casos”, recuerda. Un tiempo después, lo vivió en sus propias carnes tras someterse a una pequeña intervención ambulatoria y se preguntó una vez más en qué consistía exactamente esa recomendación general que, por supuesto, le hicieron: descansa.

Decidió entonces acudir a la literatura científica para ver cómo se definía el descanso. Lo que se encontró fueron pocas investigaciones concretas, que no había una definición consistente y que a menudo el término se usaba como sinónimo de otros como sueño o relajación. De su revisión de la literatura salió un análisis conceptual que publicó en 2016 en el Journal of Advanced Nursing.

El descanso es un concepto que todos creemos conocer hasta que rascamos un poco más allá. Según el Diccionario de la Lengua Española, descansar es “cesar en el trabajo, reparar las fuerzas con la quietud”. El Diccionario Panhispánico de Términos Médicos, por su parte, define descanso como “quietud del cuerpo, por lo general para reponerse del cansancio o para favorecer la curación de una enfermedad”. Sin embargo, hay también quien sabe que su forma de descanso es salir a dar un paseo o, más que quedarse inmóvil, conseguir dejar de darle vueltas a algo. En un momento en el que muchas personas van a la consulta del médico precisamente porque se sienten agotadas, saber definir bien qué se entiende por descanso parece especialmente importante. “Si vas a prescribir descanso, tienes que poder definirlo”, señala Bernhofer.

“Es cierto que lo recomendamos, pero no especificamos exactamente qué es”, reflexiona Pablo Baz, coordinador del Grupo de trabajo de Neurología de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (Semergen), que admite que es algo muy personal. “La definición podría ser bajar el nivel basal de actividad que se tiene”, señala, aunque añade que deberían intentar ser más claros —algo que si no hacen es por falta de tiempo—, ya que para cada persona, situación y patología ese descanso tomará una forma u otra. “El reposo no es igual para alguien deportista que para una persona sedentaria, no es igual si de lo que te recuperas es de una infección respiratoria que de una gastroenteritis”.

Como ejemplo de esa necesidad de ser algo menos vagos al prescribir descanso, Aurora Gómez, psicóloga en Corio Psicología, menciona una situación que se encuentra a menudo con los pacientes que, por depresión, tienen una baja laboral. “Como se les suele decir que tienen que descansar, muchas veces se quedan quietos en casa. Además, con la depresión, ese el principal síntoma: no tener energía, no querer salir ni socializar”, explica. Sin embargo, para alguien con depresión el descanso sería hacer una activación conductual, indica Gómez, que implica “obtener un montón de estímulos positivos, de cosas que te gusten y encajen con tus valores. Andar, hacer deporte, comer comida que te guste, estar con la gente que quieres…”.

La psicóloga reflexiona también sobre todos esos conceptos que “son familia, son primos”, pero no son lo mismo: “descanso no es igual a dormir, descanso no es igual a vacaciones, descanso no es igual a ocio. Puede haber descansos que incluyan eso, pero no tiene por qué”.

El descanso es también mental

En un pequeño estudio llevado a cabo en Suecia en 2015, se les preguntó a 63 personas por sus experiencias de descanso. ¿Qué significa para ti descansar? ¿Cómo descansas? Cuéntame alguna experiencia de descanso concreta. Con las respuestas, la autora, Margareta Asp, profesora de Salud, Cuidado y Bienestar social en la Universidad de Mälardalen, sacó una serie de conclusiones: el descanso ocurre dentro de un ciclo en el que el otro elemento es el no descanso, el descanso significa olvidar las responsabilidades temporalmente, el descanso es sentir que te aceptan sin juzgarte, el descanso es la paz y la calma, el descanso es percibir sensaciones placenteras.

La mayor encuesta sobre el tema la llevó a cabo Hubbub, un grupo de investigadores en distintas áreas durante una residencia en The Wellcome Foundation, en colaboración con un programa de la BBC. Más de 18.000 personas de 134 países se tomaron una media hora larga para responder a las preguntas de The Rest Test. Entre los resultados preliminares, conceptos a los que asociaban el descanso (algunos evidentes, como agradable, positivo o necesario; otros alarmantes, más frecuentes entre mujeres, como difícil o culpable) y un ranking de actividades que relacionan con descansar. En el número 1 de esa lista, por encima de dormir (que es el número 2) está leer. En el top 10 están también observar o estar en un entorno natural, pasar tiempo en solitario, escuchar música o no hacer nada en particular, entre otros.

Un patrón que se repite al preguntarle a una persona qué es para ella descansar es aludir más al descanso mental que al físico. El título de un estudio cualitativo elaborado en 2009 por Carmen De La Cuesta-Benjumea, del departamento de Psicología de la Salud de la Universidad de Alicante, sobre cómo percibían el reposo 19 cuidadoras de familiares con demencia es bastante claro al respecto: “Estar tranquila”: la experiencia del descanso de cuidadoras de pacientes con demencia avanzada. No es tanto que te releven unas horas, que también, como poder dejar de pensar o preocuparte, aunque sea unos minutos.

Esther I. Bernhofer, la autora de la revisión sobre el concepto del descanso, reflexiona sobre lo complicado de lograr ese descanso mental. “Si te dicen que no pienses en algo, lo harás. La mejor forma de conseguirlo es sumergirse en la ficción. Es interesante y te preguntas qué va a pasar, pero no son tus problemas y no es tu responsabilidad resolverlos”, señala, ayudando a comprender por qué leer se colocó en el número 1 en la encuesta The Rest Test.

Que sea beneficioso, que sea deliberado

Si bien las definiciones de descanso varían mucho, todos los entrevistados tienen claro que es algo necesario, tanto a la hora de recuperarse de alguna enfermedad como de forma preventiva. Quien tiene salud y no descansa acabará enfermando. También coinciden en que es difícil. “Una madre con tres hijos, por ejemplo, si está sola, ¿cómo hace el reposo? Hay situaciones no las que la persona no va a poder aplicarlo. Y sería conveniente, el proceso probablemente se le agravará o alargará y tendrá más complicaciones”, reflexiona Pablo Baz, de Semergen.

Más allá de las cargas de cada persona, la propia cultura de la productividad dificulta tomarse esos descansos que funcionan como medicina preventiva. “Tengo clientes que por horario y por cómo se encuentran podrían echarse una siesta y sentirse mejor, pero no aceptan la idea porque ¿qué dirá la gente?”, explica la psicóloga Aurora Gómez. “Además, a veces parece incluso que descansar tiene que ajustarse a unos patrones estéticos, a todo lo del autocuidado que se ve en las redes sociales. Como si tu bata gorda de casa no valiese, solo un kimono monísimo. Es algo que hay que desmontar en consulta para poder descubrir el mejor modo de descansar de cada persona”, señala.

Ese proceso de descubrimiento es importante para no igualar descanso a tirarse en el sofá y hacer scroll sin parar en redes sociales. “Si es solo un rato y luego sales a andar o ves una película o bajas a hablar con la vecina… Yo creo que muchos estamos entendiendo por descansar la inactividad y el sedentarismo. Cuando nos hemos agotado, cuando nuestra carga mental es excesiva, simplemente nos quedamos como inmóviles. Eso no puede ser descansar, porque no es sano. Y porque no lo has elegido, es solo que es lo único que eres capaz de hacer”, asegura Gómez, que insiste en que la elección es una parte clave del descanso. También es importante el contraste: si el trabajo es físico, el descanso sí implicará la quietud; en un teletrabajo sedentario, salir a dar una vuelta es una buena opción.

En su análisis conceptual, Esther I. Bernhofer acabó dando una propuesta de definición: el descanso es “una necesidad humana, un estado beneficioso que es deliberado, temporal y reparador” que implica “el cese, la minimización o el cambio” desde una serie de situaciones. Estos antecedentes son el “trabajo físico, mental o espiritual, la fatiga, el trauma, la enfermedad o el estrés”. Incluirlos en la definición, explica en el artículo, ayuda a que no se entienda el descanso como vagancia o pereza, sino más como una respuesta necesaria que intentará recuperar el cuerpo o mente de los efectos de esa situación que lo precede.

Que sea beneficioso es también clave. En el momento en el que se convierte en un problema (pasar horas en el sofá cuando, para recuperarte de una cirugía, te han recomendado moverte cada cierto tiempo, por ejemplo), ya no es descanso, indica la investigadora, que está trabajando en el desarrollo de una teoría más amplia sobre el concepto.

¿Cuál es el resultado cuando se consigue, por fin, descansar? “Creo que te sientes renovada, que puedes empezar otra vez. Lo que no significa que no vayas a tener que descansar de nuevo dentro de unas horas”, señala Bernhofer. La psicóloga Aurora Gómez ofrece su propia interpretación de despertarse habiendo descansado. “Entiendo que es levantarse no cansada, sin dolor y con alerta cognitiva. Y con deseo de hacer cosas”.

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