León tiene todo el derecho a reivindicar una Facultad de Medicina. Es recurrente, cada cierto tiempo desde la política o la universidad, principalmente, se reclaman unos estudios que, de momento, no tienen posibilidad alguna de llegar, pese a lo que dicen los más interesados en el asunto. Es una burda manera de defender provechos particulares, de entretener al personal y de señalar a los habituales enemigos fuera de casa.
Me viene a la memoria la gran lona –colgada del Ayuntamiento en Ordoño II– en la que se reclamaba la Facultad de Medicina, fruto del entendimiento (en este tema) entre los entonces alcalde de León, el socialista Francisco Fernández, y presidenta de la Diputación, la popular Isabel Carrasco. Nada se consiguió. Ahora existen menos opciones reales, pese a los cantos de sirena que se escuchan últimamente en la ciudad.
León no tendrá Facultad de Medicina porque también la reclaman Burgos y Soria, ciudad esta donde hace 35 años se impartían los tres primeros cursos de Medicina, que cerraron cuando llegaron las trasferencias educativas a Castilla y León. La Junta no concederá estos estudios, entre otras razones porque la falta de médicos no es un problema de facultades sino del número de plazas MIR a nivel nacional (Menos de siete mil se suelen convocar al año). Más facultades y más egresados sin plaza. En España hemos pasado de 28 a 46 facultades de medicina en los últimos 20 años (34 públicas y 12 privadas). Actualmente, también Huelva, Vigo o Las Palmas pugnan por contar con este Grado. Somos el segundo país del mundo con más facultades de medicina y muchos de los titulados se tienen que ir de España porque aquí el número de plazas públicas es extrañamente limitado y porque pagan mejor a los médicos en otros lugares.
Reclamar la Facultad sí, pero engañar a la gente no. Ya está bien de actuar como si el ciudadano de a pie no sepa lo que vale un peine. Más iniciativas, más gestión y menos titulares para la prensa.
