Maika Esteban.
Quien la sigue, la consigue. Ese es, al menos, el ‘mantra’ que motivó a Maika Esteban para presentarse al MIR durante cinco convocatorias seguidas, desde 2010 hasta 2014. Echando la vista atrás, sostiene que todo el tiempo y esfuerzo invertido “mereció la pena” y que este largo camino le ha dado “una visión y experiencias que otros no han tenido” a la hora de ejercer como médica especialista.
Todas sus preparaciones MIR tuvieron dos cosas en común. La primera de ellas fue la meta a alcanzar: una vacante en la especialidad de Medicina Interna que, al mismo tiempo, se ajustara a sus necesidades personales especialmente en lo relativo a la localización, ya que su prioridad era el sur del país. “La especialidad que quería no requería un número alto y en todas las convocatorias quedaban plazas, pero no en las zonas que yo quería”, explica.
El segundo factor recurrente durante todos sus años de estudio fue la preparación a distancia mediante la modalidad online de su academia. Esta metodología era la que mejor se adaptaba a su necesidad de compaginar el estudio con el trabajo como médica de Atención Primaria, uno de los principales motivos por los que no le importaba “estar un año más o uno menos” estudiando para la prueba de Formación Sanitaria Especializada (FSE). Además de su empleo, el tiempo para disfrutar de los suyos era fundamental para ella durante todas las convocatorias, algo que tenía presente cada vez que veía que la plaza de sus sueños se ‘escapaba’ de nuevo. “Manteniendo el trabajo y la vida social, renunciaba y lo dejaba para el año siguiente”, detalla.
Pros y contras de repetir el MIR
Pero decidirse por primera vez a repetir el MIR no fue una decisión fácil. “En el primer año no sabía si la mejor idea era coger la especialidad en otra zona o volver a presentarme, porque veía a miscompañeros coger su plaza y no sabía si estaba fallando”, apunta. Tras hacer una lista de pros y contras, llegó a la conclusión de que la mejor opción era no quedarse con la ‘espinita clavada’ e intentarlo de nuevo. “Tenía mi trabajo y sabía que quería otras zonas“, argumenta.
“En el primer año no sabía si volver a presentarme, porque veía a mis compañeros coger su plaza y no sabía si estaba fallando”
No obstante, su escala de prioridades también tenía un lado negativo con pensamientos que le atormentaban de vez en cuando. “Lo peor es ver cómo todos tus compañeros van haciendo su especialidad y cerrando ciclos mientras tú te mantienes un poco en stand-by, te vas quedando atrás”, sostiene. Aun así, fue capaz de disipar esos pensamientos y recuperar la confianza en sí misma. “A mí no me afectaba tanto por estar ejerciendo, crecía en experiencia y en toma de decisiones y mis compañeros no”, remarca.
Su quinto y último intento fue un punto de inflexión, ya que se impuso a sí misma nuevos límites a la hora de elegir vacante. “Llega un momento en el que paras, no porque haya un ‘tope’, sino porque simplemente sabes que ha llegado tu último año de MIR“, explica. En su caso, decidió que sería más flexible en cuanto a sus propios criterios en caso de que fuera necesario. “El año que cogí la plaza sabía que o la cogía por especialidad o por la zona, pero que era mi último intento“, explica.
“El año que cogí plaza sabía que sería mi último intento”
Con toda esta experiencia a sus espaldas, Esteban aconseja a quienes hayan repetido el MIR y no sepan si volver a presentarse que “hagan lo que hagan estén seguros de ello” para evitar posteriores arrepentimientos. “Lo peor que puede pasar es que si no coges lo que quieres en un segundo intento estés en el mismo sitio que el primer año pero con más experiencia”. También matiza que los límites los pone uno mismo, ya que “cada uno sabe cuándo es su momento de parar, pero de primeras no hay que conformarse porque sí”, concluye.
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