La sal, un elemento esencial para la vida, ha sido valorada desde la antigüedad por su capacidad para conservar alimentos y realzar sabores. Sin embargo, su consumo excesivo en la actualidad se ha vinculado con una variedad de enfermedades crónicas.
La Organización Mundial de la Salud recomienda un consumo máximo de 2.000 miligramos de sodio al día para un adulto promedio, mientras que la ingesta media mundial es de aproximadamente 4.310 miligramos.
De acuerdo con un artículo publicado en la BBC, “el exceso de sal en la dieta puede llevar a un aumento en la presión arterial, ya que el sodio regula la cantidad de agua dentro de los vasos sanguíneos; más sodio significa más agua, lo que resulta en una mayor presión arterial”.
Asimismo, resalta que este exceso en el consumo de sal, también incrementa el riesgo de ataques cardíacos y accidentes cerebrovasculares. Además, se ha asociado con un mayor riesgo de desarrollar cáncer de estómago y colon, enfermedad de Ménière, osteoporosis y obesidad.
Christopher Damman, gastroenterólogo certificado en el Centro de Salud Digestiva del Centro Médico de la Universidad de Washington y profesor asociado de Gastroenterología y Medicina de la Universidad de Washington, y autor del artículo, destaca que recientes investigaciones apuntan a que la sal también puede afectar negativamente el microbioma intestinal, disminuyendo los microbios saludables y los metabolitos que estos producen a partir de la fibra.
“Estos metabolitos son cruciales para disminuir la inflamación en los vasos sanguíneos y mantenerlos relajados, contribuyendo así a una presión arterial más baja. Los altos niveles de sal pueden ser tóxicos para muchos microbios, excepto para aquellos que prosperan en ambientes salinos, conocidos como halófilos”, comentó.
Sal y la obesidad
La relación entre el consumo de sal y la obesidad es un tema de creciente interés en la comunidad científica.
En ese sentido, Damman, indica que una dieta alta en sodio no solo está vinculada con la hipertensión, sino también con trastornos metabólicos que pueden llevar al aumento de peso y la obesidad.
“Por cada gramo adicional de sodio consumido diariamente, se estima que el riesgo de obesidad puede aumentar en un 15%. Además, se ha observado que las dietas ricas en alimentos ultraprocesados, que suelen contener altos niveles de sodio, pueden resultar en un consumo excesivo de calorías y, por ende, en un aumento de peso”, señaló.
Del mismo modo, precisó que el sodio puede influir en el aumento de peso al incrementar los antojos, especialmente cuando se combina con azúcares simples y grasas no saludables, creando alimentos hiperapetitosos que estimulan los centros de recompensa en el cerebro.
Finalmente, subrayó que, aunque la sal no contiene calorías, su impacto en el metabolismo y en el equilibrio hormonal puede tener consecuencias significativas en el peso y la salud general. Por lo tanto, recomienda moderar su consumo como parte de una dieta equilibrada y saludable.
Con información de Agencias Internacionales.
