La casa porteña de la exdiputada por Jujuy María Cristina Guzmán fue el viernes pasado escenario de otra tertulia nocturna donde se mezclaron dirigentes de la primera línea del gobierno de Javier Milei con figuras de la política internacional.
Esta vez, uno de los invitados de honor fue un exalto funcionario de Donald Trump, que se mostró más que entusiasmado con un eventual triunfo republicano en las elecciones de noviembre, triunfo que posibilite una etapa de “pleno entendimiento” entre Washington y el gobierno libertario.
Carlos Díaz-Rosillo, el exsubsecretario de Defensa para asuntos hemisféricos de la Administración Trump y estrecho colaborador del expresidente y hoy candidato republicano a la presidencia de Estados Unidos, transmitió en esa cena su confianza en un triunfo de Trump sobre Biden, cuando las encuestas marcan un escenario de paridad.
Lo escuchaban funcionarios como el ministro de Defensa, Luis Petri; el secretario de Cultura, Leonardo Cifelli; Tulio Andreussi (Fondo Nacional de las Artes), Ricardo Ferrer Picado (director de inteligencia criminal) y el diplomático Mariano Caucino, que días atrás obtuvo el aval del Senado como nuevo embajador en la India.
Estaba invitada la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, pero no pudo llegar por una demora en Chile, aunque sí estuvo su pareja, Guillermo Yanco. “Hay mucha expectativa en lo que se puede generar con Milei y Trump, ambos en el poder”, contaron asistentes al cónclave, con el recuerdo de aquel efusivo saludo entre ambos en la cumbre conservadora de fines de febrero, un saludo que incomodó a la actual administración demócrata.
Entre los presentes, que probaron delicias del norte argentino, también estuvo el activista cubano-norteamericano Frank Zimmerman, opositor durante años a los hermanos Fidel y Raúl Castro en Cuba.
Otro de los grandes homenajeados fue el expresidente de Bolivia Jorge “Tuto” Quiroga, concentrado hoy en ayudar a la oposición venezolana, que tiene como referente a María Corina Machado y como candidato presidencial al excanciller Edmundo González Urrutia, en la pelea electoral contra el chavista Nicolás Maduro, que se dará el próximo 28 de julio.
Corrido por propia decisión de la nueva conducción de Pro, que encabeza el expresidente Mauricio Macri, Horacio Rodríguez Larreta hizo las valijas la semana pasada para regresar a uno de sus viejos amores: la universidad de Harvard, en la costa este de los Estados Unidos.
En efecto, el exjefe de gobierno porteño y frustrado candidato presidencial el año pasado, partió hacia Boston, invitado por la Universidad de Harvard, donde hace tres décadas obtuvo una maestría en administración de empresas.
Cuentan quienes hablaron con él en las últimas horas que estaba con expectativa por las conferencias que dará en esa universidad, símbolo de excelencia y prestigio para la sociedad norteamericana.
No fue, por cierto, una desconexión total con la coyuntura nacional. Horas antes de tomarse el avión, el miércoles, Rodríguez Larreta posteó una foto con jóvenes universitarios, con la facultad de Ciencias Económicas de fondo, y la frase “yo defiendo a la educación pública”, otra vez lejos del gobierno de Milei.
Sorpresa causó en los asistentes el tono utilizado por el presidente de Uruguay, Luis Lacalle Pou, durante su discurso de doce minutos en la concurrida cena de la Fundación Libertad.
Allí, el mandatario uruguayo se diferenció de la gestión del presidente Javier Milei, sobre todo en términos ideológicos, reivindicando el rol de un “Estado fuerte” como el ente que le “hace piecito” a los más necesitados de la sociedad.
Más de uno pensó en una referencia crítica al gobierno libertario, basada en alguna distancia con Milei o en gestiones bilaterales truncas. “Nada que ver, lo que dijo es fiel a la historia de Uruguay, allá no llama la atención el tema, que difiere del pensamiento archiliberal”, comentaron cerca del presidente de Uruguay, que incluso tuvo un apartado (breve, pero apartado al fin) con Milei, en un tramo de la velada.
Los que no le creyeron fueron los opositores del Frente Amplio, a pocos meses de las elecciones presidenciales. “Cualquiera es progresista cuando se acercan las elecciones”, ironizó la precandidata del Frente Amplio, Carolina Cosse, extrañada por lo que considera un giro estatista del mandatario.
Más de un testigo se sorprendió al ver, en algún aeropuerto local e internacional, al secretario de Turismo, Ambiente y Deportes, Daniel Scioli, sin acompañantes, en misión oficial.
“Son directivas que nos bajan, nada de asistentes ni colaboradores en los viajes”, confirman en voz baja conocedores del movimiento en la Secretaría, que Scioli asumió con la venia del ministro del Interior, Guillermo Francos, a mediados de febrero, lo que generó no pocas críticas desde el kirchnerismo.
La meta del “déficit cero”, cuentan los informantes, conlleva no sólo la “soledad” del actual secretario y exembajador en Brasil en sus periplos, sino además a la ausencia de representantes argentinos en ferias de turismo o reuniones con colegas del continente, donde los gobiernos de turno solían enviar representantes.
“Las autorizaciones tardan en llegar, y cuando llegan, son sólo para Daniel o Yanina [Martínez]”, continuaron las fuentes bien informadas, dejando en claro que sólo el secretario y la subsecretaria de Turismo están avalados para salir de la ciudad o del país, en casos considerados fundamentales. La motosierra, en su máxima expresión.
Días después de la separación “consensuada” de su ahora expareja, la actriz y bailarina Fátima Florez volvió a referirse antenoche, en tono jocoso, al presidente Javier Milei.
Ocurrió durante un show en Mendoza, donde Florez trasladó su espectáculo “Fátima 100×100″, que al igual que durante la temporada veraniega en Mar del Plata incluye una imitación del referente libertario.
Esta vez, y luego de todo lo escrito y publicado sobre la separación, era casi imposible evitar alguna referencia al quiebre sentimental, y así lo entendió la propia Florez, que vestida como Milei “verbalizó” una curiosa reacción.
“Estoy soltero… Uh, como me gusta Fátima”, dijo Florez en la piel de su expareja, acompañando esa frase con silencios y sonrisas que despertaron risas y el aplauso del público.
Nadie quiso interpretar sus palabras como un pase de facturas, y menos después de que ambos (Milei vía comunicado, Florez a través de breves declaraciones) se elogiaran mutuamente a la hora del adiós.
