El Gran Premio de Miami de Fórmula 1 tendrá lugar del 3 al 5 de mayo. Y en él Ferrari festejará con un diseño derivado de un enojo de su fundador, Enzo Ferrari.
Estados Unidos es el mayor mercado para la automotriz italiana, que cumple 70 años en ese país. Y en esta sexta fecha del Mundial la Scuderia presentará un diseño diferente, tanto en sus coches como en los buzos de sus pilotos, Charles Leclerc y Carlos Sainz (h.). Con un color bien distinto a su tradicional rojo: el azul. Que, por otra parte, no es nuevo para la marca.
“Probándose temprano la ropa para ese #MiamiGP”
Ni tampoco será la primera vez que Ferrari alterará su diseño para celebrar algo o solidarizarse ante un hecho triste. En 2001, por ejemplo, pintó de negro los morros de sus coches para expresar su luto por los atentados terroristas del 11 de septiembre que sufrió Estados Unidos, la nación que más consume sus productos. En 2005 hizo algo similar, pero apenas con la punta de sus trompas, casi como si los coches lucieran crespones negros, para manifestar su pesar por la muerte de Juan Pablo II, el papa que había tenido un par de encuentros con representantes del equipo (en 1988 en la fábrica y la pista de Fiorano, y en 2005 en Vaticano). En 2020 sus coches mostraron un color bordó en alusión al gran premio número 1000 que cumplía el equipo, en Mugello, uno de sus autódromos de cabecera. Y en el GP de Italia de 2023 hubo un cambio en los buzos de los pilotos, que fueron amarillos, en festejo por el reciente triunfo del modelo 499P en la tradicional carrera de resistencia 24 Horas de Le Mans.
Pues ahora los autos aparecerán azules. No sé si sabe si casi enteramente o sólo con algunas franjas o sectores de la carrocería, pues la novedad será presentada la próxima semana, pocos días antes de la carrera de Miami. Lo que es seguro es que el azul aparecerá ahí. Y en dos variantes: azzurro La Plata, un tono muy claro, el que identificaba a Argentina en el automovilismo, y azzurro Dino, uno más oscuro. Los dos han sido utilizados en la historia de Ferrari, tanto en otras categorías como en la ropa de los empleados. Pero un enfado de Enzo Ferrari los llevó a los cuerpos de sus bólidos de Fórmula 1 en 1964.
La Scuderia siempre había vestido el rojo, el color que refería a Italia en las carreras de coches. Pero el Commendatore prometió no usarlo más tras enfadarse con la federación italiana de automovilismo, al punto de que se dio una situación curiosa: uno de sus pilotos se coronó campeón mundial en azul. Azul La Plata, específicamente.
“Sos Charles y Carlos mirando sus buzos para #MiamiGP por primera vez”
Sucede que en los años sesentas la Federación Internacional de Automovilismo (FIA) exigía, para participar en ciertas competencias, tener producido un mínimo de unidades del modelo en cuestión, y se negó a homologar el 250 LM que Ferrari tenía previsto presentar en una competencia de resistencia. Como la federación italiana no respaldó un reclamo de su icónico miembro, don Enzo montó en cólera y amenazó con aquello de no volver a usar el rojo que identificaba a su país. Y cumplió en las dos fechas que quedaban del Mundial de 1964.
Sus joyas (modelos 158 y 1512) fueron blancas arriba y azules abajo en el Gran Premio de Estados Unidos y en el GP de México. Con el escudo del Cavallino Rampante negro sobre fondo amarillo, eso sí. Y ocurrió algo menos visible pero tan disruptivo como eso. Más disruptivo, en realidad: la estructura no se presentó con el nombre de Scuderia Ferrari, sino con el de North American Racing Team (NART), un equipo que competía en el nuevo continente. Así de furioso estaba don Enzo con la dirigencia.
NART participaba en otras categorías, pero con máquinas producidas por Ferrari. Solían ser azules, y cuando eran rojas, lucían en azul La Plata alguna franja y las llantas. En esas dos fechas finales de Fórmula 1 ese equipo “no Ferrari” estuvo bajo la dirección de Luigi Chinetti, representante de la marca italiana en Estados Unidos. ¿Cómo le fue? No ganó, pero el resultado global fue estupendo.
En Watkins Glen John Surtees llegó segundo, detrás de Graham Hill, que pasó a aventajarlo por 5 puntos en el certamen (39 contra 34), y Lorenzo Bandini desertó. Pero en la capital mexicana las cosas cambiaron. El italiano Bandini, con el modelo 1512, completó el podio, y su compañero inglés, vestido de azul La Plata, fue el primer escolta de Dan Gurney (Brabham) y como Hill abandonó con su BRM, Surtees se coronó campeón. El primero, y único hasta ahora, que consiguió el mismo logro en el motociclismo y en Fórmula 1. Y protagonista del rarísimo hecho de consagrarse por Ferrari en un equipo no llamado “Ferrari” y sin el clásico color rojo.
Historia de Ferrari en azul
Es cierto que el italiano Alberto Ascari, campeón de F. 1 en 1952 y 1953 por la escuadra de Maranello, utilizaba buzo y casco azules La Plata, el mismo tono de las prendas de mecánicos en las primeras décadas de la categoría. También lo empleó el neozelandés Chris Amon, y lo hizo el mismísimo Niki Lauda cuando el austríaco protagonizó su primera temporada en el equipo, en 1974. El azul Dino aparece en una foto más reciente de trabajadores con don Enzo y envolvió a dos iconos de la marca, el italiano Arturo Merzario y Clay Regazzoni. El suizo fue el último en vestirlo, en 1974. A partir de entonces, los buzos fueron rojos, salvo en aquella excepción amarilla de hace unos pocos meses en Monza. En los coches, el bermellón, el tono por antonomasia de Ferrari, regresó pronto después del conflicto, en la apertura de 1965, cuando las cosas habían vuelto a la normalidad.
La próxima semana, en ocasión del GP de Miami, dos Ferrari 296 GTS azules girarán en el típico desfile de coches previo a la carrera, un paseo de exhibición y disfrute. A tono con lo que dice Flavio Manzoni, el jefe de diseño de la escudería, en el video que anuncia el cambio cromático para esta fecha: “El rojo no es un único color para Ferrari. Está también el azul, el color tradicional de Enzo Ferrari. Le gustaba mucho porque era un color muy relajante”. Ideal como para calmar la furia que le generó aquel “no” de FIA y de la federación de su país hace casi seis décadas.
“Hurguemos en nuestras raíces azules”
LA NACION
