Estados Unidos celebra elecciones el próximo 5 de noviembre, unos comicios en los que el país norteamericano deberá elegir entre otorgarle un segundo mandato al actual presidente, Joe Biden, o apostar por el retorno de Donald Trump. En esa pugna —que será muy ajustada, según apuntan los últimos sondeos— promete ser clave un grupo de votantes en clara expansión demográfica en Estados Unidos: los hispanos, que ya suponen el 19,1% de la población del país con 64 millones de personas. Además, se calcula que, para 2060, los latinos irán creciendo a un ritmo de un millón anual hasta representar el 27,5% en términos demográficos.
Tradicionalmente el electorado hispano ha tendido a votar más por el Partido Demócrata, a excepción de algún estado como Florida. Sin embargo, sin necesidad de que la mayoría cambie su voto a los republicanos, podría bastar con que un cierto porcentaje de ellos opte por Trump para decantar la balanza a favor del expresidente, como ya ocurriera en las elecciones de 2016. En este sentido, la brecha del voto hispano a favor de los demócratas se ha estrechado en los últimos años: si en 1996 el 72% de ellos apoyaba a los progresistas y sólo el 21% a los conservadores (el porcentaje restante se fue para otros candidatos minoritarios), en las elecciones de medio mandato de 2022 la proporción fue de 60%-39%.
Ambos partidos son bien conocedores de esto y por ello una de las herramientas que están utilizando para congraciarse con los hispanos es un uso cada vez más frecuente del español. Es una de las principales conclusiones de un informe publicado hace unos días por The Hispanic Council, un think tank independiente que promueve las relaciones entre España y Estados Unidos, y que señala que demócratas y republicanos llevan años apostando paulatinamente por comunicarse en castellano con los votantes de la comunidad latina. Es algo que se observa, por ejemplo, en las cuentas de X (antes Twitter) de los políticos o en sus páginas web personales.
Esta tendencia no sorprende al observar los datos. Según el Hispanic Council, el español ha logrado este año cifras récord en el país norteamericano. Ya son 58 millones los habitantes que lo hablan, de los cuales 43 millones como lengua vehicular. En clave política, para las presidenciales de noviembre habrá hasta 36,2 millones de hispanos convocados a votar, es decir, casi el 15% del electorado. Un nicho que bien podría decantar el resultado de las urnas.
Senado y Cámara de Representantes
Es por eso que cada vez más políticos estadounidenses utilizan el español en sus mensajes públicos, algo que se constata especialmente en ambas cámaras del Congreso. En el Senado, el número de representantes que usa el castellano se ha más que triplicado desde 2018, pasando de 13 a 47, lo que supone casi la mitad de la asamblea. Por partidos, aún se ve que los demócratas llevan la delantera en este ámbito, ya que el 70% de sus senadores utilizan el español, por el 16% de los republicanos.
En cuanto a la Cámara de Representantes, el crecimiento ha sido del 82%, pasando de 62 congresistas hispanohablantes en 2018 a los 113 presentes. En términos absolutos, esto supone que un cuarto de todos los miembros de esta cámara ya usa el castellano. De nuevo, sigue existiendo una importante brecha entre demócratas y republicanos. Entre los primeros, un 43% emplea la lengua de Cervantes, por algo menos del 10% de republicanos.
Por territorios, los miembros de la Cámara de Representantes que utilizan el castellano han sido elegidos por 29 de los estados del país. La cifra supone una rápida expansión teniendo en cuenta que en 2018 eran 18 territorios.
Otro dato de interés es que los miembros del Congreso que usan el español no se limitan a los que son de origen hispano. Entre el Senado y la Cámara de Representantes hay 56 políticos latinos, pero los que utilizan el castellano son un total de 160. El idioma, por tanto, ha salido mucho más allá de las fronteras de la comunidad hispana.
Así pues, demócratas y republicanos se lanzan en búsqueda del voto latino, que promete ser clave para unas ya de por sí reñidas elecciones.
