Hace más de un siglo atrás, el pensador y teórico Mijail Bajtín dejaba importantes cuestionamientos a la Historia con mayúscula: ¿cuáles son las huellas de lo popular que fueron acalladas por los grandes relatos del poder en las manifestaciones artísticas de nuestras historias?
Si bien esta pregunta la planteó principalmente para el estudio de la literatura, hoy podemos aplicarla en mayo, mes del teatro en Chile, declarado en honor al recordado creador Andrés Pérez, mes en el que vuelve a cartelera la conferencia performativa Escena de población en resistencia, de Plataforma Escena Crítica y Memoria.
La propuesta va recolectando los pedazos rotos de una historia (en minúscula), del teatro estrechamente vinculado con los sectores populares que resistieron a los aparatos del Estado en manos de militares. En estricto rigor, la conferencia escénica rebate la idea de un supuesto apagón cultural al alero del brillo de las barricadas (culturales y no) que se dieron fuera de los centros hegemónicos del arte.
Este trabajo fragmentado, no lineal -bajtiniano diría yo- recurre a diversos archivos recabados por un grupo de estudiantes de la Universidad de Santiago (ex Universidad Técnica), quienes conforman la Revista Sociedad y Estudios Diferenciados (SED). Sí, la mítica UTE en donde Isidora Aguirre y Víctor Jara se encontraron al calor de la formación de obreros y dueñas de casa gracias al convenio que se generó entre la CUT y el plantel público antes del golpe de Estado.
Como las historias en chiquito funcionan como oleadas más que como linealidades, Escena Crítica y Memoria recurre a la historia de los movimientos del teatro obrero y popular previo a la dictadura militar. A través de una sesuda y contundente investigación, de la que se da cuenta escénicamente. Podemos ver cómo las artes teatrales que sucedían en las juntas de vecinos, en las parroquias y en las canchas de futbol poblacionales, tienen una larga data y antecedentes previos.
Para situar estas expresiones de resistencia en un continuo, la obra hace un recorrido por la rica (y poco desarrollada) historia del teatro obrero y popular en Chile durante los inicios del siglo XIX, hasta la dictadura. Tomándose de las herramientas mediales de la escena contemporánea, esta conferencia performativa no tiene reparos en exponer directamente las referencias a las que recurre: archivos fotográficos, recortes de prensa y de revistas políticas del periodo, y el trabajo investigativo de sus creadores.
Estos materiales de archivo se transforman en el sostén mismo de algunas escenas, en donde gracias a elementos audiovisuales se vuelven cuerpo en el escenario. Un ejemplo es el Teatro Experimental Popular Aficionado (TEPA) de Isidora Aguirre, que en uno de los puntos de acción de esta propuesta creo Los cabezones de la feria, personajes con los cuales se contaban historias en torno al proyecto de la Unidad Popular.
El sistema de muerte instaurado por la dictadura tuvo múltiples tentáculos. Escena de población en resistencia se encarga de dar cuenta de la cultural popular como un real espacio de tenacidad ante la violencia hacia los artistas, la censura, la prohibición de reuniones y más. También como respuesta ante la desaparición y el silenciamiento, al constituirse en espacio de articulación y protesta.
La conferencia transmite esa sensación de que la historia de los sectores populares son una latencia, que palpita entre la posibilidad de otro mundo como en la posibilidad de una tragedia. En este sentido del latir de la historia, aparece también una escena en donde se habla de las tomas de terreno, como respuesta ante la crisis habitacional. Es como si fuera una noticia televisiva cubierta tanto hace 30 años como ayer.
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Cristian Aravena
Dramaturgo e investigador escénico
